martes, 6 de octubre de 2009

proyecto P R I M A V E R A S

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marzo 01, 2006
es cierto
que los humanos somos mutables
que nadie sabe a ciencia cierta quién es
que no siempre se puede hacer lo que se quiere hacer
que casi nunca sabemos qué es lo que realmente queremos hacer
que la primavera es más bonita porque le sigue al invierno
que el que mucho habla, mucho yerra
que la vida a veces deja de ser chistosa
que la gripa y la tristeza están estrechamente relacionadas
que la memoria es tan dulce como amarga
que es imposible saber lo que trae el futuro en su alforja
que casi todo es más fácil para los hombres que para las mujeres
que los cielos despejados son mejores que los cielos nublados
que soy un poco paranoica
que todo podría haber sido peor
que todo puede ser mejor.
Sin embargo...

marzo 19, 2007
casualidad
Me levanto finalmente del escritorio, cojo el primer libro que encuentro y salgo a almorzar, tarde y sola. Junto al edificio de pregrado, un cerezo joven empieza a florecer. En una de las ramas, un pájaro azul picotea los capullos. Me paro a mirar la escena mientras imagino que cada capullo en cada árbol se convierte en flor gracias al pico de un pájaro. “Cuando venga de regreso este pájaro ya no va a estar. Tengo que mirarlo un rato”.
Al regreso, sin embargo, el pájaro sigue sobre la rama, abriendo capullos de cerezo.

marzo 10, 2008

aguas de marzo
Empieza la primavera. Llueve. Tengo miedo pero también coraje. En el intento de desenmarañar el pasado, se confunde el presente. Veo gondry y me pongo a llorar. Cito. Sólo sé citas. “A veces un cigarro es sólo un cigarro”, dijo Freud. Pero yo. No sé teorizar. Odio equivocarme, y lo hago todo el tiempo.
En primavera, salir de casa a veces es más difícil.

marzo 18, 2009

por fin, primavera
Tan difícil que es casi todo, pienso al pasar, y no sé cómo cuadrar el desasosiego que produce lo humano con este precioso cielo de primavera. Los árboles están llenos de capullos, el presentimiento de flores o de hojas que serán lo tiñe todo con colores que están ahí y a la vez no. Sobre los árboles junto al río flota esa aura rosada que en una semana, quizás, se convertirá en un grito floral. Miles de pequeñas boquitas rosadas susurrando bajito. Mientras más capullos revientan, más se convierte ese susurro en un rugido. Como el anuncio de un temblor. A mí me pasa que cuando va a venir un temblor siento angustia en la panza y no tengo que mirar el movil de bolitas ni la lámpara en el techo para saber que el mundo se está agitando.

© Maria Lucía Correa

Y otro día más, magnífico por cierto (…)

Ese día entró la primavera.

La noche fue olorosa, clara.

**

Exhalo los más atrayentes aromas y me espeso, me expando y río a gusto. Me veo al espejo y me gusto en primavera, experiencia privada. Me siento nueva, suave y húmeda. Yo misma soy pájaro y flor.

© Paola Caballero

FIEBRE DE PRIMAVERA

Lo último que recuerdo es mi cuerpo en caida; de cara contra la estructura filosa del pavimento. El aire hirviendo, el ardor en la piel. El huracan en el estomago.

Me levanto e intento dar el primer paso, pero el pinchazo bajo el pie anuncia la presencia de puntas que cubren el suelo. Con el filo hacia arriba, de mirada al cielo. El cesped es un espacio de agujas en reproduccion. Siento el verde brillante y peligroso bajo los pies. El rojo-amarillo; amarillo-rojo. Sobre mi, intenso; casi fuego. Un enfrentamiento entre el filo de las agujas y las llamas del cielo. Desafiantes.

Yo, en el centro. Sin respuesta, sin tiempo para… Sin conciencia, sin memoria. Ahí, de pie, inmovil, muda. Como esperando despertar de un suenho.

Una corriente de aire caliente me hala del brazo izquierdo. Una ola de fuego me obliga a desplazarme sobre las puntas peligrosas.
La llama de fuego es un hombre gigante de ojos azules que tararea canciones cerquita de mi pecho. Mis pezones erizados y notas musicales que vuelan; estrellandose contra mis piernas, enredadandose en mi cabello.
Notas que entran en su boca, se deshacen en su lengua, se evaporan y yo las respiro.

En un descuido, el hombre que susurrra canciones me atrapa, me rescata del fuego, la caida. Bailamos entre la burbuja, en una sincronizacion absurda del levantamiento de piernas. Un roce da la senhal y los giros parecen impecables. Combinacion de piel en todos los tiempos; en arco iris, blanca y morena.



El sudor acelera la cercania. Cada movimiento es lento; cada lanzamiento es foraz, agresivo, impecable. Empujar al otro para que el encuentro sea mas salvaje; con la seguridad de que todas las partes se junten, sin temor del contacto. Rompemos las fronteras y nos lanzamos dentro del otro. Resabalo en el ultimo segundo de la danza y permanezco sumergida.


-Abre los ojos. Open your eyes delicious Colombian –dice el, aun con notas musicales asomandose entre sus dientes-. Es abril y estamos acorralados por la sensualidad de la primavera. Bienvenida a New Orleans; hablame en jazz, en rock and roll. Hablame bailando, hablame besando en la esquina de Frenchmen street.

-“So near, so far” Miles Davis –le digo, despues de pasar mi lengua por su boca-. Pienso en espanhol, te hablo en ingles. Te deseo en blues, en New Orleans, a las 4:37 am cuando los fantasmas de la noche aun respiran.

La cancion termina y salimos del bar a recorrer las calles. Un poco ebrios, un poco asombrados. Nos abrazamos y giramos sobre las paredes de la ciudad. Nuestras lenguas se enredan; su piel blanca y mi piel morena se desvanecen. Extranjeros para el otro. Sin tiempo para reconocer la diferencia; sin memoria para recordar la gramatica de una lengua comun.

Las reinas africanas nos espian tras las cortinas de las viejas casas; y sonrien a medida que las serpientes se enredan en sus cuellos.

Nos besamos al ritmo de las trompetas. Sonido salvaje, raices africanas, espiritus del voodoo. Silencios quebrados con la combinacion entre cuerpo y ritmo. Construyendo una cadencia propia.


Raza negra, blanca, amarilla, roja, verde? No importa. El encuentro en esta ciudad es por la liberacion. La emancipacion de si mismo a traves del jazz, la prolongacion de la identidad con la musica. La transformacion o la conservacion de la historia con la revolucion que cada uno procura que nazca.

Caminamos de la mano entre la gente, sin darnos tiempo para encontrar las palabras. Construimos un lenguaje bajo las curvas del silencio, a partir del tacto, la visibilidad, la invisibilidad, el ritmo.

- Que si soy peligrosa? Algunas veces, y tu?

-Tal vez –dice-. Que estamos haciendo?

-Viviendo. Sin metaforas, ni poesia, ciencia o geologia; solo tu y yo. Desconocidos –digo- justo antes de sentir las llamas de su piel contra mi pecho.


-No se como deletrar tu nombre- dice

-No se como pronunciar el tuyo-le digo- Norway? Muestrame la ubicacion de tu pais.

-Te puedo ensenhar la ubicacion de mis alas, los caminos posibles de mi cuerpo, el silencio y el desborde -balbucea.

-Entonces dejemos que nuestra libertad se enrede y hagamos de la confusion una realidad completa –digo en tono de propuesta-. Lo unico seguro es que somos dos turistas recorriendo una ciudad salvaje.

-Bien –dice-dejemos que nuestra libertad se enrede y hagamos de la confusion una realidad completa.

Sonreimos, nos detenemos y marcamos el pacto con un beso. El nacimiento del amanecer significa la muerte de nuestro encuentro. Caminamos hasta French Quarter y decimos adios con un ultimo encuentro de labios.

-Volvere a verte? –pregunto, despidiendome.

-En veinte amaneceres mas, New York City, Latham hotel -grita mientras se aleja.

Veinte dias despues voy de camino a otra ciudad salvaje. Al encuentro de la ola de fuego que me rescata de la caida. En busca de los labios que riegan semillas de blues en mis piernas.

New York City. Hoy la ciudad luce diferente; como si fuera de papel. Siento en mis manos el poder de escribir en ella, arrugarla y arrojarla a la caneca de la basura. Siento el poder de hacer marquitas con mis labios rojos en todas las calles.



8:30pm. Hacia Latham hotel. Mientras camino pienso en la palabra perfecta. La palabra es “CAOS”. La velocidad de la indiferencia; la apertura y el secreto, simultaneos. Tan libres y tan esclavos de lo que son, de lo que somos. Avisos y senhales en los grandes edificios que confirman que puedes encontrar todo lo que necesitas; excepto a ti mismo.

Las cosquillas bajo los pies anuncian el movimiento del subway. Encantador. Un mundo subterraneo, un pajaro que vuela bajo tierra; un planeta congelado bajo los pies, un universo derretido, secreto, privado. Peligroso.


De frente, Latham hotel. Room 511. el ascensor sube y la tormenta crece del estomago a la garganta. Noc-noc y el hombre gigante de ojos azules abre la puerta.
5-1-1. Plumas rojas por todas partes; pegaditas a su cuerpo. Inundacion, vacio en el ascensor, quinto piso, plumas.

Hoy el y yo somos parte del caos. Parte de la libertad y el secreto. En busca de jazz en los zotanos. Quebramos la burbuja y acariciamos el panico de la ciudad, el arte, la gente, el calor.

Encuentro exotico. Atravesamos las calles de Manhattan, conscientes de la extranheza y en busca de imagenes sensibles; absorbiendolas todas en cada inhalacion. Caminando a tientas en un mundo desconocido que se abre. Girando sobre el extasis de la pregunta sin respuesta. Placer, mundo clandestino, acertijo encantador, asesinato del tiempo con sudor… respiramos nuevamente y… sentimos los colores de la estacion con cada gemido.


Seguimos la rapidez de la ciudad sin abandonar nuestra propia armonia. Juntos con y en el mundo nocturno. Entre diferentes lenguas y rostros extranjeros.


Cenamos en East Village, cerca de los transeuntes. La conversacion se extiende con la entrada de licor a nuestras venas. Estamos un poco ebrios de ginebra, cerveza y deseo. Edward Munch y “el grito”. Arte clasico y besos suaves entre la discusion. El salvajismo de la pasion se interpone en nuestras ideas encontradas.
-No me importaria si no vuelvo a verte –digo, cambiando el rumbo de la conversacion.

-Todos los imposibles se tornan superables y encantadores -dice, extendiendo su mano para tomar la mia.

Nos levantamos de la mesa mas ebrios, mas cercanos, mas realcionados con la musica del viento. Vamos a uno de los bares ocultos de la ciudad. En el bar, el y yo, tejemos una nube con Heineken y gin and tonic. Bailamos con los brazos arriba, tocando el techo y dando salticos sobre las cabezas de las personas que beben, fuman y hablan.

Salimos con los sentidos alterados, encontrando signos de libertad en el aire. Amamos los gays que caminan tranquilamente por la calle, pink floyd, la embriaguez y las curitas en los pies adoloridos.

Corremos…

El viaje en el ascensor resulta emocionante en su companhia. Cerramos los ojos y nos zambullimos entre el cuarto rojo. Aguantamos la respiracion y nadamos en el precipicio del tacto.


-Ensenhame a decir labios, ojos, piel –susurra muy cerquita de mi oido, con su voz cortada por el filo del placer.


-Ensenhame a olvidarme de las despedidas -pienso en decirle, pero me arrepiento al instante


No tenemos tiempo para respirar. Solo queremos recorrer el laberinto y tener la suerte de permanecer extraviados en esta combinacion de palpito y movimiento. Cada centimetro de cuerpo parece representar una pieza del rompecabezas de nuestra lengua.


Las plumas siguen apareciendo; caen de las paredes y el techo. Las cataratas del Niagara. Mi cabello bajando hasta sus manos . Las superficies derrumbandose con mas rapidez, cayendo sobre su espalda. Estamos cubiertos. Enterrados…. hasta quedarnos dormidos.


-No abras los ojos. Do not open your eyes delicious Colombian –dice-. Ya amanecio y tengo que irme.

-Todo comienza con musica y todo termina con una compsicion sin sonido -digo con algo de dolor en mis palabras.

-quebramos las fronteras y permanecemos en el centro del vacio –dice y acerca sus labios tibios a mi pecho.

No existe el miedo a las preguntas sino a las respuestas encontradas.
Escucho la puerta cerrandose, pero no quiero abrir los ojos. Busco la ropa a tientas; me coloco el vestido y salgo, caminando con cuidado, con los brazos estirados para hallar los obstaculos. Exitosamente encuentro la salida; camino y siento la respiracion de la primavera nuevamente; empenhandose en seducirme. Disfruto de la ciudad con los ojos cerrados. Peligrosa y fascinante.


-Como puedes hablar mi lengua sin mover tus labios? -dice alguien a mi lado-. Open your eyes delicious y no los cierres de nuevo

© Carolina Peña


Miércoles 3 de junio de 2009

La primavera se revuelca en mi estómago, es una estación desconocida y me provoca cierta desazón intelectual: así es nuestro clima y las plantas no permanecen florecidas. Esto no es primaveral, es una semblanza como eso de vivir en el mejor lugar del mundo, eso de estar bien aquí: en Colombia.
Dejo colgada esta estación entre las bufandas que nunca uso y entro a casa, pero en las escaleras fijo ese rostro que celebra el día. ‘Buenos días’, dice mi voz sin disimular. Esa voz que está bien sin pedir permiso. Mi cuerpo y mi voz se divorcian, las dos tienen el mismo amante: el pensamiento. Una flor: pensamiento. Una ilusión: eterna primavera. Sin conocer las estaciones, no entendemos la réplica moral de las películas norteamericanas: el invierno es necesario.
Una tenue lucecita aparece en el interruptor y no sufro de ganas del control z a la realidad, me sustraigo de ella. Me gustan más las matemáticas que la tecnología: un problema de aplicación.
Aquí hay un río. Lo aseguro. Lo cruzo por las mañanas, aún dormida, cuando vislumbro el tiempo caprichoso del día. Lluvia y sol: arco iris personales que ven niños y adultos inciertos.
Una que otra vez, me levanto Pantera Rosa y una nube me sigue. Literalmente. Una que otra vez, despierto Eva; pero siempre me levanto en el paraíso.

Viernes 5 de junio de 2009

Antes de leer:
Bueno, al fin sólo sé de la primavera por eventos transparentes de la televisión y el cine. Desconozco la necesidad estacional. Los ciclos son más complicados. Cada especie, vegetal y animal, cada ser humano componen su ritmo en una lucha insipiente por subsistir. ¿Qué es la primavera? Incierto. Concepto de la aldea global: sueño neo liberal y occidental que amenaza con devorar incluso las pretensiones más elementales de singularidad.
Una voz: yo y el destiempo. Esta es la inconsistencia de un clima volátil para proseguir… mira como baila esa niña… Mi tiempo de fertilidad que es el mismo de recogimiento, ya no es cosecha para el otro, es florecimiento interior: abismo multicolor.
Después de leer:
Uno, dos, tres… ¿alguien desconectó el micrófono?, pregunta la voz serena de quien fui. Primavera: florecimiento: felicidad: incertidumbre: juventud para quien no sabe vivirla: el joven… y cometería más errores… pero la primavera es eternidad en Colombia. ¿Condena cíclica? Será mejor conservar las esperanzas.
Postmoderna/frágil/neourbana. Ok. A los treinta cuando empiezo a descubrir que como escriba la memoria es la materia prima de la vida (no la experiencia) que amenaza ser acumulación de papelitos: signos abstractos que representan una sonrisa: gesto grabado por la cámara fotográfica (si la llevara a un entierro familiar casi todos sonreiríamos).
Paréntesis: signo que provoca una pausa un poco más pronunciada que una coma. Paréntesis: sujeto postmoderno supradesarrollado que sufre de infertilidad. Infertilidad: máximo logro de la pulcritud obsesiva del pensamiento neoliberal. Ok. Me desconecto.

Martes 9 de junio de 2009

Antes de leer:
Mi hijo tiene un libro que transcurre con el paso de las estaciones. Allí la primavera es caprichosa y su símbolo es el florecimiento. Cuando lo leemos, pienso en la fragilidad de ese despertar y en las lluvias que fragmentan los pétalos formando ríos multicolores en los jardines. Pienso en mi primaveral y no dejo de imaginar segundos en el día que se plasman, según el instante, en ríos de letras más o menos uniformes y un poco herméticos. El símbolo se pierde según el contexto.
Después de leer:
La primavera se pierde en la lluvia de mis imágenes mentales. Hay una cara de gnomo y nada más. Hay árboles cargados de colores en fila india y nada más. La primavera es un concepto vacío. Sin pretensiones literarias: un detergente en la pantalla de un multiplex.
Deberían surgir inquietudes. Algunas imposturas sobre el clima o la vida.
Aquí va el oficio reclamando investigación y aprendizaje.
¡Investiga!: acumula papelitos amarillos centrífugos en una carpeta ajada.
Mal de vientre: sobre adjetivación y es primaveralmente televisada.
¿Filtros de colores? Sustituto escrito de una lupa para que el espectador detalle una parte de mi cuerpo LA ESCRITURA, la espalda. Dibujo un paisaje: Montaña-árbol-flor-ROSADO. Mejor sería a la inversa.
El efecto es
Bueno, me despego. ¡Investiga! La primavera se escapa en los rasgos de la protesta. Difícilmente esto es el paraíso.


© Andrea Cristina Rozo

I

La primavera empezó con su voz al otro lado del teléfono diciendo: "voy a ser papa". Con una leve pausa pero con la bocina aun en su mano siguió: "sentí que debía una vida, ahora siento que por fin voy a estar en paz”. Me pregunto si son esas las palabras que hay que decir para obligar al cuerpo a transformarse y a reivindicarse consigo mismo?

Que se supone que debo sentir? Acaso un nuevo repudio por mi cuerpo? Que es lo que se supone debo decir cuando el amor viene, me escupe en la cara y me dice que ya no es amor. El cuerpo dormido despierta de la anestesia. el cordón umbilical en la distancia se acaba de cortar. Hay dolor. los recuerdos como pompas de jabón explotan en mi cara: la espátula raspando, la mujer sacando las piezas de carne que se alojaron por un mes en el cuerpo de otra, el y su nueva vida. Todo afuera tan verde y yo aquí adentro tan opaca, tan torpe , desnuda, tratando de empujar mi cuerpo ahogado hacia la orilla. Que es lo que se supone debo sentir, cuando no hay tiempo de sentir porque la vida va muy rápido y mis obligaciones no esperan. Mi cuerpo señalado siente miedo de recordar. siente miedo de sentirse descubierto por la mujer a quien le cuida sus hijos. que podría pensar ella? “Que inhumana, como puede decir que ama a mis hijos cuando se negó a tener el suyo”. Con quien debería hablar de esto? A quien le podria decir que a pesar de todo, aun tengo la esperanza de perdonarme, de ir en busca de nuevas cosas que me den la oportunidad de reconstruir la conciencia sobre mi cuerpo. La primavera llega y yo me robo la imagen de los arboles dando a luz a sus nuevas hojitas. Sus ramas se sienten vigorosas y capaces de inundarse una vez mas de verde. Yo, en medio de este caos quiero sentirme árbol. Quiero dejar caer las hojas muertas, quiero tener las ramas desnudas y pensar en que estoy lista para las hojas nuevas. Quiero ponerme en juego una vez mas. Quiero dar a luz a una nueva mujer.

II

La transformación viene de afuera hacia adentro. No Creo en que el cuerpo tenga que morir para hallar paz. Mucho menos en que el cuerpo tenga que engendrar un hijo para llegar a ella. Creo mas bien en que el cuerpo tiene que volver a andar, justo allí, ya sea en donde quedaron marcadas las bofetadas que recibió de niño, o en ese instante en que una mujer decide que aun no quería usar su derecho a ser mama.

III

Dejo que sus ojos verdes se caigan como gotas sobre mi cuerpo. La voz del deseo me acoje con sus brazos como un pulpo hambriento .Es una voz que vive y que sonríe cuando esta conmigo. Por esa voz he empezado a luchar conmigo misma para atreverme a dar el salto, para absorber todo de un trago, sin arrepentimientos, con sed. Son esas ganas de cerrar los ojos y dejarme engendrar por un espacio sin minutos, las que me hacen estar atenta ,como en constante gestación, apostándolo todo por esa nueva sensación, la de un cuerpo distinto aproximándose al mio. Quiero crear un espacio en donde no hayan conteos, ni nombres, ni líneas, solo puntos suspensivos que me permitan continuar. Quiero creer que estando aquí me he vuelto mas que una casualidad.

IV

Ayer fue su cumpleaños. Fue un día lluvioso, como todos los de los de comienzos de abril. Sin embargo, allí estuvimos, con las miradas hirviendo, con las ganas de empezar a sentir que podemos ser uno solo. Me he sentido valiente. Me siento valiente en sus brazos. Me siento valiente para mirarlo a los ojos sin tener una mirada de agonía en el rostro. Siento que es el polen y esos besos los que me han puesto los sentidos alerta para otras cosas. El verde brilla demasiado. Los arboles tan vivos, las gotas de lluvia prendidas a la ramas apunto de derramarse en el pasto. El y yo jugando con los dedos bajo la mesa. …… mis dedos perdidos en su pelo, ya no quieren regresar a escribir. Me siento extraña intentando amar de nuevo.

V

Reconocer mi cuerpo al otro lado del verde-vientre. Mi cuerpo: una posibilidad que estoy descubriendo.

La mujer de los zapatos sueltos, ya no camina, ahora anda en bicicleta. Si, hace unos días tuvo su primer raspón aprendiendo a montar bicicleta . Que puedo decir, lo intento varias veces, quería que las piernas y la manos dejaran de temblarle. Quería saber por que la gente ama montar en bicicleta pero también quería dejar de mirar a la gente montando en bicicleta. Algo así como pasar de observadora a observada. Con ese pensamiento levanto su cabeza y sin darse cuenta estaba pedaleando. No podía creer que su cuerpo estuviera jugando a desgarrar el viento. Todo se sentía distinto, hasta el aire,ese que ella creía conocer, parecía tener aquella tarde un olor diferente.Tal vez es el olor original que tienen las cosas cuando desaparece el olor del miedo. Empezó a creer en que le verde no solo podía nacer en las hojas de los arboles.. No solo el vientre da vida. sus pies estaban dando vida a nuevos movimientos que corrían como agua y le hacían cosquillas en la planta de los pies. A los 23 anos se sintió leve, con el cuerpo equilibrado, sin ningún pensamiento mas que el de seguir andando e ir siempre mas allá. Aun sigue pedaleando. Siempre intenta bajarse menos de la bicicleta para pasar un bache o un anden. Lo único a lo que no puede resistirse bajarse es para curiosear las ardillas que se escabullen espantadas a penas las sienten cerca. Ahora sale cuando la noche esta por caer. Las luciérnagas que titilaban en el pasto le hacen pensar en las palabras de su abuela: "no mate a las luciérnagas porque son almas que vienen a visitarnos". Cuantas almas no la han visto ya pasar con su bicicleta, zigzagueando, respirando sin miedo, tratando de no pensar en nada mas que en el silencio del momento. Se siente como una larva mutando, luchando con el capullo para sacar las alas. Si, es ella y es otra. Es ella suspendida en aquella revelación. Es otra, aquella que por fin se atrevió a montar en bicicleta.

© Gloria Gonzalez


DIARIOS DE PRIMAVERA

"We are as grass in spring. Our heart comes, it blooms and opens, our body causes some flowers to blossom, and they all wither".

FRIDA KHALO



Muchas veces me siento perdida y hoy estuve tratando de hallar la razón escribiendo y aunque no la hallé me siento más liviana, como liberada. Entonces pude ir como de costumbre a mi bosque, y tuve la suerte de mirar a los ojos a un venado y a un zorro, sus miradas afiladas me hicieron pensar en el amor, que es casi como una sombra que uno lleva a su lado; parece un pajaro agazapado y negro que le picotea a uno el corazon.

Creo que nunca he sido más feliz que en ese bosque. Siento que se me abren las alas y me encuentro de nuevo, siento que es allá donde me reconozco y puedo ver quien soy y qué pasa adentro. Me siento hechizada. Ese bosque me llama y me arrulla como a un pajarito, y a cada paso las luciernagas me abren camino y parpadean tranquilas en medio de la hierba. No sé si esto es locura, pero últimamente, y con la tibieza que emerge de la tierra, se me da por irme para allá y acostarme sobre el pasto y ver las ramas de los arboles que me cubren y esa oscuridad que amo, y esos vientecitos aromados que vienen de vez en cuando a rozarme y esa plenitud... Creo que nunca he sido más feliz, podría durar horas allí, explorando, con los ojos atonitos... no puedo creer tanta belleza, tanta serenidad, tanta paz... Amo ese bosque y hoy dejé mi pecho descubierto y lo sentí aún más, sentí paz, sentí confianza, sentí que podría desnudarme allí y mi bosque me acogería en su sombra... me sentí parte de él, sentí que podría ser un arbol más y quedarme allí para siempre. Ya no concibo un dia sin verlo, tengo que ir a revitalizar mi corazón. A veces pareciera que tuviera palomas aleteando dentro de mi pecho y que solo allí hallaran su libertad. Sólo allá soy libre, sólo allá soy, sólo allá me encuentro y amo la parte de mí que vive allá.

***

Caminamos, corrimos , cogidos de la mano. El carro parqueado a lo lejos y nosotros internándonos en la oscuridad. Brahim con sus manos heladas, yo con mis carcajadas, él diciendo "you are crazy" y yo riendo. Caminamos por un camino embarrado, mis pies se resbalaban, pero su mano me sostenía. Su olor a cigarrillo, su sonrisa plena, esos labios gruesos y suaves... Entonces empezamos a subir la colina, de vez en cuando me detenía para besarme metiendo su lengua firme y áspera entre mis dientes. Sus labios grandes y suaves abrazaban los míos. Caminábamos sin saber a dónde, hasta que de pronto me paró y fue desvaneciendo mi cuerpo sobre el pasto húmedo. Me besaba, abría su boca como para devorarme, me besaba el cuello, los senos, y dibujaba con su lengua una linea sobre mi vientre.

De repente, me sorprendí desnuda sobre la hierba bajo una noche azul que hacía mi piel más clara. Mis piernas envolvían su cuello y su lengua me acariciaba suavemente...

***

Y no me canso de mentir, de evadir invitaciones, de desaparecerme, porque desde hace dias 'tengo un plan', algo me saca de la casa, no importa el clima o la hora salgo. Aunque tenga que caminar millas y esperar horas y soportar miradas de gente que me mira como extraña... no me importa. I really don't care, because there is something that pulls me out, y es la necesidad de sentir ese cuerpo de nuevo. El mismo cuerpo pero que cada vez se transforma y cambia en su deseperada búsqueda de hallar placer. Parecemos serpientes retorciéndonos, pidiéndonos la muerte el uno al otro, y después del placer vuelo junto a el,luego me lanza a otra parte del mundo con sus historias, con sus recuerdos de infancia.

Me toma de la mano, camina a mi paso, a mi ritmo, me espera, descansa para que yo lo alcancé y de nuevo emprendemos el viaje juntos. Mientras cocinamos, desliza las manos por mi cuerpo. Yo tratando de picar la cebolla como él me enseñó y él, con sus dedos sutiles explorando, encendiendo mi piel. Todos mis poros se abren, siento como la fuerza y el calor de su cuerpo se adhieren al mío. Sus manos me hacen sentir mi cuerpo infinito, ellas siempre hallan nuevos caminos...

***

Últimamente me siento como ese arbol anciano que tenía por amigo. Ya sólo el musgo blanco lo pobla, y aunque el verde lo rodea y parece inundarlo, el permanece ladeado y firme, indiferente ante tanta belleza. Entonces puedo ver como los cascarones se desprenden de mi cuerpo. Podría significar un cambio de piel, una especie de mutación, pero siguen cayendo y aún mi piel no cambia. Nada cambia, el sabor exquisto de la aventura y la libertad ha tomado un sabor amargo en mi boca. Ya ni los colores me salvan. La brisa sigue soplando, a veces fría, en ocasiones tibia y perfumada. El murmullo de la vida me recorre, pero no se interna. Necesito un aguijón que se clave en mí y me inyecte de nuevo un poco de vida. Nueva savia para mis raices, nueva tierra, nueva tierra...

© Deicy Mariana Perez Rivera




verde limón verde


Al borde de la ventana. Primavera. Flores de dolores. Mariposas volando. Ríos de agua viva corriendo al desborde. Pasto que crece con fuerza. Pájaros que cantan melodías aguadas. Nacimientos que atiborran la visión. Crisalida- mariposa. a pesar de la primavera hay muerte. Leyes de la vida, de la naturaleza, o el mandato divino. Muerte-nacimento-muere... Claro-oscuro de la primavera. Todo esto lo ven sus ojos pero... ¿qué hay en la mente de primavera? Primavera despierta. Sin sueños.

Las primaveras son diferentes. Encontre una primavera en los ojos de... otro(a) -primavera. El-fuerza. El-color. El-detalle. El-sonido. El-alegria. El-claro-oscuro. Dolor- mata-palabras. Primavera. Llora gotas de pintura. Sobre un papel se forman manchas. Dolor con forma. Dolor con cuerpo. Dolor habitable en una hoja blanca. Dolor.se abre espacio.en lo impronunciable del lenguaje.

Primavera. Confieso que... primavera. Pulso momentaneo. ¿Qué es primavera? Claro-oscuro. Oscuridades. Misterios. Claridad que huye al acercarse. No-nacimiento de las primeras palabras en la boca. Lenguaje huidizo. Anudamiento. Sentidos cortados. Shock. A pesar de la primavera hay alerta y fuga. No-vida a pesar de la vida.

Ira de primavera. Mientras piensoen qué palabras debo escribir... Primavera- muerte. Desolación. Crepusculo de fracasos. Taller de imperfecciones. Cada movimiento. Primavera. La lengua sangra imparablemente. Acaso esta escena no es color. No esta llena de fuerza y vitalidad.

La primavera es un cuerpo mutilado- recuerda el dedo que se perdió, hilos de sangre, golpes... recuerda el diente ausente... recuerda las historias del abuelo... la primavera esquelética asomándose por la ventana de la esperanza. Aún quedan oportunidades. Seguir escribiendo sobre primaveras.

Primavera, afuera, jadeante, quejumbrosa, párpados entrecerrados, frío fuerte... la muerte. Sueña que camina entre bosques verdes. Ve ranas verdes diminutas saltando. Agua clara en un pequeñisimo lago. Luego sueña detrás de una casa vieja, de adobe, con arboles altos, de diferentes verdes, mundo frío. La casa de la abuela...

Primavera. Olvida. Se olvida. Su familia. Sus amigos. Sus enemigos. Es posible. Su mundo. Indudablemente.

Primavera. Debora. Petalos de rosa. Semillas secas. Espinas de cactus. Lluvia helada para la sed que no cesa. Revolotea una libélula en su garganta. Mariposas juegan en su flora intestinal. Vestidas con espinas de rosas y cactus.

© Rocío Gavilán





fronteras

Marzo 27
En las fronteras de lenguaje,
En el preciso lugar donde el silencio se forma, se moldea, tiene huecos,
Al borde de ese abismo donde la palabra no existe,
Sólo quedarán gemidos….


Marzo 30
Me paré en el borde, en la frontera. Dije pequeñas palabras, palabras jadeantes y sudorosas. Algo me decía que no me iba a entender; sin embargo, olvidé que en la frontera del lenguaje, el sonido sólo es el molde del silencio que está lleno de significado. Sin importar en qué idioma sea dicho, ni la edad de quien lo diga, el silencio será entendido por el sonido que lo rodea.

Dejé de hablar. Dejé mis inseguridades a un lado y mi lengua entonces se dedicó a una tarea mucho más sublime. El silencio acrecentaba su ritmo y escuché palabras en otro idioma, algo que no era mío. Dos barcos con capitanes de distintos países encontrándose en la noche, y la marea subiendo, ondeante. Tal vez haya tormenta. Y sus manos clavándose en mi espalda. Un poco más, un poco más. Y yo que no resistía porque es difícil, porque desde hacía mucho tiempo… pero no importaba. Seguía yo, en medio del desespero escuchando al silencio murmurar. Fuck. En ese preciso instante en que no se sabe si es dolor o placer, con sus uñas en mi espalda. Fuck, you’re so good. Y yo sintiendo que no podía, vi al silencio cantar en la frontera, después de la tormenta…

“No harás que me venga” me dijo. Yo ya lo sabía, porque para comprender el lenguaje del cuerpo, el lenguaje que sólo el silencio maneja necesitábamos mucho más tiempo.
Yo lo sabía, pero escucharlo era una sentencia. You’re not gonna make me come y sus ojos cafés y su piel blanca y su pelo rojo. Entonces, aún sabiéndolo, me paré en la frontera del lenguaje usando su idioma y con su idioma en mi lengua exploré su cuerpo. Silent lovers, dije. Sudden lovers, dijo. Pero yo sentía que no éramos amantes repentinas sino silenciosas. Yo sentía que sabía que todo eso iba a pasar… con su idioma seguía recorriéndole el cuerpo. I’m gonna learn your body by heart, I’m not gonna memorize it, le dije jugando con los significados, conociéndola, sabiendo que me iba a corregir diciendo que era lo mismo. Craso error. Le dije que “recordar” significaba originalmente traer de las profundidades del corazón y que entonces memorizar nunca sería aprender con el corazón. Yo quería aprenderla con el corazón aún en su frío idioma. La recorrí con mi boca y luego, luego le di la vuelta. Mis ojos no podían dejar de mirarla. Ella creía que era por su pelo rojo, por ser tan alta y tan blanca, pero era porque en ese momento ambas nos parábamos al borde del abismo que era la frontera del lenguaje con mi boca en su espalda y mis manos… bueno, mis manos que se multiplicaban, mis manos moldeando el silencio y dándole ritmo o tal vez ella, llena de sonido y silencios, imponiéndole un ritmo a mis manos. Y el sudor. Fuck. Sí. Yes. Era tan difícil. Y el silencio cada vez más rápido. You’re so good. Sí. Y sus manos en la almohada. Y mis manos, mis dedos, mi lengua. Cada vez más rápido, cada vez más rápido, más rápido, más rápido… …

Estuve cerca. En ese lugar donde el silencio se forma, en la frontera del lenguaje, con su piel blanca, sus ojos cafés y su pelo rojo, agotadas ambas de intentar hallarle una forma al silencio, con una sonrisa en sus labios que me besaban constantemente, me fui alejando poco a poco y ella que me abrazaba. Pero en ambas había miedo y una extraña alegría de que sólo tuviéramos dos semanas.


© Laura Suarez Arenas


la bendita primavera

Sobre todo, es primavera siempre que cambiamos de casa, de piel, de
costumbres, de ventanas; en primavera es el baño del cabello con
flores de cayeno, y los dulces que hace la nona con flores; son los
solecitos que bajamos de los naranjos y el brillar titilante entre los
cafetales de las luciérnagas. En primavera casi me crece el estómago.
En primavera la importancia de las cosas pequeñas como los botones de
las flores, y las golondrinas que recién nacidas se caen del techo,
golondrinas sólo ojos, poca pluma que caen a tus pies y que devuelves
a los nidos una y otra vez. En primavera, ideas como fetos que mueren
de un pre-parto, partir en dos, irse, ideas que buscan tener ojos y
dedos y nombre. En primavera me encuentro sentada en una banqueta con
los ojos mirando hacia dentro.

Hablan: “…es rara, vive por dentro, allí vive ella. Y no dice nada. Es
calladita por que sus palabras son muy lentas para sus pensamientos.”
Recién terminó de agonizar de la espera de la primavera y aún dentro
mío, la espera dolorosa, esa que me hace desde hace mucho tiempo
asomarme a las ventanas, anhelante del exterior, curiosa del detrás de
los cuerpos que se deslizan por las calles. Pero me siento muy cómoda
adentro cuando llueve, me siento en los marcos de las ventanas,
desparramo las piernas y espero a que la primavera entre, espero a que
la lluvia llegue, a que caiga sobre mí como un río que nunca muere.

Abro las piernas para recibir, cierro las piernas para no dar.
Cuando abro las ventanas anhelo, cuando las cierro el paisaje se
cierra. Cuando me abro duele. Por eso en primavera también es la
muerte, son los años de mi nona, son sus lágrimas como gotas de
clepsidra, es el hijo que íbamos a intercambiar con ella, su anciana
infancia por una infancia principiante.La muerte me ronda en los
sueños cuando las sombras para los ojos se vuelven polvo, cuando
los polvos para el rostro se vuelven barro, cuando los polvos para el
cuerpo son tierra negra, lo que era compacto y seguro como un piso,
en un instante es quebrantable.

Cuando nos mudamos de casa encuentro rondando los esqueletos de
relojes viejos, maquinitas de la familia que se han ido quedando sin
tiempo, guardadas entre los otros esqueletos de las cajas musicales.
Siento la primavera y la muerte entre todos esos objetos que volvemos
a revisar una y otra vez, pertenencias que mueren y dejan un espacio
libre. Siempre que cambiamos de casa, todas estas presencias me
señalan los sueños inconclusos, los que dejé olvidados al abrir los
ojos. Porque sólo cuando cierro los ojos resucito. Ahí, en todos los
rincones, los planes sin termino y sin tiempo, ahí están todas las
re-vistas que no leeré y que nunca boto, ahí las innumerables cajas
de recortes con los innumerables recortes del Tangram que se
convertirían en una colcha, las figuritas que encajan sin acoplarse.
Ahí también, el paisaje inconcluso sobre un costal y los labiales para
los que siempre espere tener la edad, y nunca me apliqué, y las
monedas y los billetes viejos que colecciono y todas las colecciones
que amontoné, como si se tratara de segundos, como si me dieran
tiempo, coleccionista de antigüedades, incluidos los señores, los
recuerdos, los cabellos de infancia de mi hermana y míos. Allí están
los altares con las cositas que hablan de mí. Allí en el cajón del
escritorio el formol, los frasquitos transparentes de las vacunas,
reteniendo a los insectos, todos ellos de alas, que también se
quedaron sin quien les diera cuerda. Yo no les he quitado el tiempo,
pero tampoco sé decirles tali tha cúmi, no sé sin son monumentos a
la muerte y si eso me hace fabricante de cementerios. Ahí las fotos
tan amarillas, que son de personas que no reconozco; ahí están mis
esfuerzos por completar mi árbol genealógico, pero la muerte…
En mis sueños ella es el perro que furioso me ladra y me persigue y que
cuando al final me alcanza, en vez de morderme, me sonríe. Ahí también
la guitarra partida partiendo los sueños de mi mamá; ahí en el baño
está ella, cantando, la puedes oír a todas horas, mientras lava,
mientras cocina y descansa, aún cuando duerme, o cuando para sentirse
acompañada canta a dúo con el toche y las mirlas. Lo que no puedes
ver, ni encontraras en todas estas casas que hemos habitado y en las que
habitaremos, será a aquel hombre, estilo ama de llaves, al que ella, mi madre,
amaría para siempre; en su lugar encontrarás al otro, a mi papá.

Habitándome la muerte con un intestino tan largo que me hace dar a luz
cada 4 0 5 días a un dinosaurio. Toda esta acumulación de chécheres,
de mierda y recuerdos, de muertes, como me duelen por estos días en
que es primavera otra vez. Cómo tengo de fatigada la esperanza, que
recibo clases de desesperanza con las gallinas. Todos estos paraísos
perdidos y anunciados por las cosas pequeñas, tanta nostalgia
del porvenir, tantas cosas que no voy a hacer, tanta eternidad que me
hace falta.


© Mónica Ardila

informe del deshielo

“Lo más difícil de entender era la alegría” Clarice Lispector

1.

Como todas las primaveras, llegaste sin pedir permiso, llegaste sin avisar.

¡Oh, esperada inesperada!

Escribo con cautela, como sobre un río congelado --- sin saber en qué momento la superficie bajo mis pies se quiebra; sin saber en qué momento se vuelve a congelar.

Ella es investigadora del deseo: qué hacemos con él, cómo lo sentimos, cómo nos protegemos para que no nos destruya. Condenada por amar, por levitar, por ser inmensa, por sentir y replantear los límites. Diosa del amor herida: derrotada entre el amor que nace y el amor que se quiebra, entre juventud y madurez, razón y sinrazón, segura de sí misma y sin saber qué paso tomar.

Deseo: es innegable. Has estado aquí.

De a poquitos, dándote cucharadas de ázucar para amansarte, para mantenerte dulce, para mantenerte fuerte, para mantenerte ahí.

Tendida sobre la pedregosa piel del desierto ella es un par de labios rojos sangre de toro… húmedos, escandalosos, sedientos. A la espera de la gota de agua. En sus labios entreabiertos está el beso, en sus labios, la palabra.

Y digo agua – por sus formas multiples, su mobilidad, su hermosura. Digo agua porque ha retornado, ha sido condenada; ahora está sobre mis labios.

Ha llegado el día en que ella se levanta como sonámbula en medio de la noche y bañada de luz azul roba las alas de la choza del anciano chamán dormido. Ella es la mujer indígena a la que tanto le han advertido sobre las alas, el peligro, y las mujeres -- y las consecuencias nefastas de permitir la unión de estos elementos. Ella es necia: lo indican todos los mitos; después de todos estrellones, reincide. Sus aterrizajes en el caos, fascinada y a la vez herida por la realidad estallada; ella quiere saber.

Levanta la mirada hacia la luna y dice: Enséñame a volar. Enséñame el equilibrio entre el vuelo y la vida, entre el dolor y el vuelo, entre la vida y el amor. Cómo es que el mar se convierte en desierto y el desierto se convierte nuevamente en mar.

Mientras todos duermen ella roba las alas sagradas. Las toma prestadas, solo un rato. Por supuesto esto acarrea problemas. El orden se desordena. Se lo han advertido. Ellos la buscan. Ella se busca. ¿Atajarla?

Una mujer de sueños escala los muros con agilidad perfecta, con una preparación de siglos, una danza de traversos y diagonales, cruzando pierna sobre pierna, brazo sobre brazo. Una mujer danza sobre los muros que ha llamado encierro, allí donde ha pedido auxilio, aquellos que ha intentado perforar con la mirada.

Para ver desde otro ángulo, dice, cuando su danza llega al tope. Con la cabeza inclinada como una paloma estudia el mundo de los tejados. Su danza propone un nuevo uso del espacio; hace del movimiento una meditación. El encierro no era encierro. El techo estaba abierto. La cárcel era un jardin interior, y en el centro, la fuente era un ojo.

Desafiando la gravedad, escalando su propia percepción hasta que todo…

Y los sueños se llenan de agua. La búsqueda de un pozo en el desierto. De un pozo más limpio para nadar. Una clase de natación como danza en la que todos los nadadores van uniformados; blancos; desnudos. Peces rosa. Su nado es una sincronía de giros y retozos. Delfines trazando geometrías, flujos, velocidades.

Bajo el hielo un aleteo. La superficie se resquebraja. Una paloma. Luchando furiosamente por la vida. Se resquebraja. Un par de alas en el hielo. Un par de alas para ti.

La visita de la mujer alada. Inesperada. Sé que has estado aquí.

Has dejado tu estela de baba iridiscente en todo. No me canso de recorrerla -- una niña alucinada. Te reconozco. Te conozco tan poco. Tus apariciones milagrosas, tus desapariciones brutales. Oh, peligro, oh alegría. Me postro de rodillas ante ti.

A la vez biológica y fantástica; forajida del lenguaje. Me despiertas, me retas, me pones trabajo. Música de las ondinas. Me encaramelas. No me alcanzan los poros para sentir. Oh peligro.

--Pero por qué, por qué --preguntan afuera--. A dónde vas, qué haces. Recuerda lo que te hemos dicho sobre la mujer, las alas y el peligro…

--Shhh-- les digo--. Silencio. Están haciendo el amor los caracoles que habitan en mí.

Abre la boca, está lloviznando sobre el desierto. Mi cuerpo vuelve a ser cuerpo. El deseo deja su pátina en el aire. Atención: se abren ventanas. La casa se reconfigura, el amor se reconstruye. Hay ventanas en todas partes, pero ¿dónde se encuentra la puerta de salida?

Y unas ganas de reír represadas hace siglos. Una risa eruptiva. Ella es descubrir.

Qué más se puede hacer que dejarse salvar, contagiar. Prender velitas por toda la casa para que haya más y más descubrimiento. Cantando vallenatos, bailados a ritmo de vals en las escaleras.

--Obviamente, esto trae problemas.
--¿Obviamente? No negociable.

Este es mi charco de renacuajos, mi caldo de vida. Este texto fue escrito con las antenas. Así como todas mis primaveras. Sin saber más que lo que siento. Una ciega iluminada, tanteando en la oscuridad. Descubriendo la luz a partir de cómo se siente sobre el cuerpo. Descubriendo el alma. Ay.

Desdoblando el cuerpo, las piernas y brazos de cinta, ondulando al viento. Cada pie una cometa, cada mano una veleta. No sabía que podía hacer esto. No sabía que podía tomar todas estas formas. Fui hecha para volar.

Insensata
Caprichosa
Encantada
Palpable
El deseo me cachetea. Despierta. Estás bailando. Despierta. La música me recorre como electricidad. Tu voz se riega como luz. El mundo pasa por mis canales abiertos. Un agujero encima de la cabeza y otro entre las piernas. Respira. Abre más. Las fuerzas del universo me irrigan y me bendicen. La potencia viene desde abajo. El mundo hace su parto en mí.

Escribir: poner palabras a lo que no se ve. Ordenar. Buscar una figura. Alli donde todo desconcierta.

Generosidad ante lo que no entiende. Humilde entrega. Considerar que es posible que ella esté justo… donde necesita estar.

Narrar es estar viva.

He recibido tu visita, inesperada. Bañada por tu luz dorada. Tócame con tus alas.

El hielo se resquebraja.

Toma mi mano, agárrate duro. Ahora hazte liviana, paloma mía.


2.

Cada primavera trae su ángel.

Llegaste con el circo; quién lo habría adivinado.

Habla la mujer tatuada.

“Fui hecha para el circo; si vas a amarme tienes que entender eso. La vida es un cabaret.”

Soy un espectaculo único: este cuerpo verdadero, abigarrado de figuras, de colores, diminuto bikini y tacones verdes escarchados a medida que bailo para ti. Mis curvas voluptuosas, musculadas, estampadas de rosa, amarillo, verde.

Léeme. Quema con tus ojos cada uno de mis ilustraciones.
Mira como soy de elástica… mide el ángulo de mi pierna, que levanto hasta el cuello y enrollo como bufanda.

Su baile ante el hombre de los cuchillos. Expone cada curva voluptuosa en el centro del tablero rojo. Invoca una diosa distinta en cada contorsión. Aquí Kali. Aquí Selene. Aquí Lillith. Cada contorsión es una ofrenda. Afrodita. Tatuada anaconda multicolor.

A tres metros de distancia el hombre de los cuchillos se moja los labios. Pasa su lengua por cada cuchillo. Apunta y lanza. Lanza y clava. En silencio. Con puntería perfecta.

Y ella como una reina, se le entrega. Ella desea cada uno de sus 140 kilos forrados en satin blanco. Su peluquin rubio. Su pecho de oso. Sus ojos delineados de negro.

“Cómo bailo y canto para ti: canciones privadas, coreografías cursis”.

Desde una decadencia que es sentido de humor, valentía de verse en el espejo. Una belleza que viene del conocimiento de la propia decadencia, del caramelo del propio exceso, la extravagancia del propio espíritu, el talento del propio absurdo. Su amor es un camino limpio, un camino nuevo en medio de tanto pueblo mezquino, carpa raida y caca de elefante.

Risa mía: la vida es posible otra vez.

Y cómo él la mira, la sigue, con ojos como lenguas, como palabras, como navajas. Con ojos que no la sueltan, como manos gruesas y fuertes.

Hazme un poquito más.

Tú que conoces mis ires y venires por el mundo. Mi excentricidad. Incluso mi ternura. Incluso la voluptuosidad de mi trasero, de mis muslos. Mi necesidad del espectáculo.

Dame un escenario. Adórame; riega circulos de espejo en torno mío.

Déjame que te muestre mi baile con el miquito, mi bikini comestible, la bufanda de seda roja que enredo entre mis piernas para trepar y trepar.

Todo es transparente entre nosotros. Dulce como el chicle. El arte el deseo la desesperación. Descubriendo nuevas posiciones, nuevos actos, nuevas formas de amar. Si este amor no es verdadero, ¿entonces qué lo es?

A medida que me pinto las uñas de verde para que combinen con los tacones.
A medida que me rozas con tus cuchillos voladores.
A medida que invento un nuevo bolero para ti---

Cada primavera trae su ángel.

Niño luz, hombre sol, adolescente resplandeciente.

Habla la niña enamorada
Tumbada de panza sobre la cama. Rodillas dobladas, piernas bamboleando. Grabando 19 veces el mismo cassette.

Estas son las canciones que quisiera cantar contigo.
Estas son las canciones que quisiera oirte cantar.
Estas son las canciones que me recuerdan a ti.

--Estoy feliz –dices.
--¿De qué?
--De estar aquí.

Cómo acercas tu zapato al mío. Un caimán olfateando a otro. Tu mocasín a mi zapato de niña chiquita. Me doy cuenta y sonrío.

No se me escapa ningún detalle. Todas tus coqueterías.

Si yo fuera 10 años más joven… ¿Dime una cosa, por qué siempre hueles tan bien?
.
Tocando la guitarra en la media mañana. Las mangas recortadas de tu camisa. El sol que entra por la ventana. Sentado en el piso, piernas recogidas. Niño de luz.

Toca para mí en una playa. Canta para mí en portugués. Toma… este bocado de alfajor. Esta fresa. Dame a conocer los 9 rostros de tu placer.

O recorramos la noche hablando de antes. Suavecito en tu oído. Cuando yo tenía los años que tú tienes ahora. Tus diez años menos. Cuando lo más delicioso era fumarme un cacho y salir a caminar por la ciudad. Cuando el rock era la ruta. Cuando coleccionaba noches e historias de noches como pulseras. Cuando pensaba que era rebelde. Cuando pensaba que era valiente. Cuando juré nunca ser mamá. Cuando hacía del miedo un culto. Cuando no había nada más que los amigos. Cuando no conocía el amor. Cuando lo que más me gustaba era quedarme a dormir en las casas de los amigos, en las camas de los amigos, pelarme hasta los calsones y acercar el cuerpo a ellos en busca de calor. Cuando pensaba que era inocente. Cuando mi único amor era la ciudad.

Sincronizados nuestros pasos. Nuestro ritmo cardiaco. La ciudad se esfuma a nuestro alrededor.

10 años más

Resulta que algo de ti me recuerda a mí. Somos equivalentemente sexuales. Alquímicamente compatibles. Afinados según el mismo diapasón.

10 años menos,

Tumbada sobre la cama, grabando cassettes…

¿Cómo dices que se llama tu perfume?

Ella se permite imaginar…

--Me gusta verte bailar blues.

Cómo cae de bien un piropo. Tus palabras hacen pinball por mi cuerpo.

La rodilla doblada, el pie apoyado en la pared, dejando la huella del zapato en la pared.

Cuando las colegialas crecen… Dime di-di-di que vas a ser…

En el bar oscuro. Siento tu cercanía como un animal.

--Bailamos?

(Tu seducción sinvergüenza.) Algún día. Algún día.

Cuando seas grande. (Estrella de rocanrroll… Presidente de la nación…)

Con tu inteligencia, tus talentos, esa boquita perfecta. Tus meditaciones de músico… inalcanzable. Con esa energía que nos cargamos… Dime que vas a hacer.

Dientes blancos en la oscuridad. No te pierdo de vista. Y la voz que más me gusta. Dulce, ácida y sexual. Une tu voz a la mía. Funde tu miel en mi melaza. Vibremos al unísono. Un año más, un año menos. Refundamos nuestros límites en este reguero de luz.

Por supuesto esto trae problemas.

Las alas robadas, la mujer alada. Alerta: nubosidad espesa, turbulencia aérea, viento de 70 nudos. Alerta: estrellada, aterrizajes en el caos, recule y descule… ¿Acaso ella no aprende? La están buscando. Se lo han advertido. Ella no sabe…

Enséñame el equilibrio entre el amor y la vida. Enseñame a amar, y a enseñar a amar. Mujer alada… Ella prevé la caida. No me derrumbes, enséñame. Atrévete a sacar de debajo del hielo este corazón inmenso.

Ángel. Te escapas. Ven.

Pero si aún no hemos terminado nuestra historia…

Quédate un poco más. Inalcanzable… Niño… de luz…

---Canta.

Soy la de las rayas negras bajo los ojos y el sombrero bonito. La bella suicida que nos dejó esperando. Adolescente en segunda oportunidad. Te dijeron no vayas al bosque pero ella no fue hecha para aguantar.

Mira mi boca repleta de dientes. Mira la tinta negra de mis ojos. Vengo del bosque y al bosque debo regresar.

Ese canto metálico, un alambre de gritos, que salta de abismo en abismo.

---Es demasiado dificil.
---Pero tú puedes. Eres igual de bonita.

Le es dada la oportunidad de habitar el grito que hay en ella. Y por medio de ese grito, a la que se fue al bosque y no volvió. ¿Dónde estabas? ¿A dónde te habías ido?

Su voz era lo único que tenía para comunicar. No el lenguaje. No el mensaje. Sólo la voz. El timbre y el tono. Su grito. La hondura, la secuencia y la combinación de gritos. Sus subeybajas, su prozac. No es posible la vida y lo único posible es la vida. Niña-ácido. Niña-e. Caes como sobre un colchón.

Te lanzaste al charco de tinta negra. Nunca dirás que no lo viste. Nunca dirás que no sabías.

Nadie dirá que no querías vivir. Nadie dirá que querías. Sólo querías cantar.

Explícame lo que es la vida. Sencillo. El lago de tinta se la fue chupando, fue pesando sobre su ropa, sobre su cuerpo, hasta que… ella… ojos de tinta… ya no pudo sostenerse a flote, hasta que … aire… a… aa…..aaaaaaaaaaaaaaa

Ahora yo…Tú eres igual de bonita.

Ahora yo soy su grito.

Así de sencillo – excepto que ella y la oscuridad tenían un pacto antiguo. Excepto que ella cantaba y cantando…

Un pacto por cobrar.

Marcó el camino de su…

Para no perderse—

Perdida para siempre.

Resplandeciente adolescente.

Sólo querías cantar.

Ahora yo…

Soy la negra. Soy la negra de la voz sorprendente y los pies anclados en la tierra. Una fuerza que viene desde abajo. Todo el conocimiento en las caderas.

Cantar es vibrar. Cantar es abrir un agujero encima de la cabeza para que el mundo entre y vibre contra las paredes de la garganta, los pulmones, la sangre, el estómago, los riñones, luego salga por el sexo, descienda por los muslos y hasta quebrar las rodillas.

Cantar es invadirse de mundo. Derramar mundo. Tocar por un instante el ritmo de la verdad---montarlo, como a un caballo.

“Estoy perdiendo la cabeza, tengo problemas por montón
Voy a tender este cuerpo mío en la solitaria ferrovía
A ver si el tren de las 2 y 10 me alivia esta depresión.”

Invadida. Pedí socorro y fui escuchada.

---Me gusta como bailas blues.

Todo el conocimiento en las caderas.

No era ambulancia lo que pedía, era voz, era luz. Verdadero sentido del blues.
Cable a tierra. Vibración profunda. Sabiduría antigua. Musica mía.

Cada primavera trae su ángel.

Quédate un poco más. En mí.

Adolescente resplandeciente, niño luz. Y ahora tu.

Otra vez aquí, hombre de sol. Paradito ante mi puerta. Inundado de luz.

Has recordado el camino a mí. Has descifrado mis jeroglíficos.

Encuentro nuevos pliegues en tu cuerpo. Haré mi casa entre tu piel de oso.

Un poquito más ---quédate.

Por aquí y por allá también. Con tu cuerpo y con mi mano y con tu mano y ahh. Otro y otro y otro poquito más.

--Te acuerdas cómo me pulías el mango?

Las diecinueve montañas de mi placer.

---¿Te atreves? Hazme lo que guardo sólo para ti.

Intimidad: cómo llegas a mi séptima compuerta, aquella cuya habitación estaba llena de agua.

---Dime la verdad, ¿sabías que guardaba tanta agua por dentro?

Déjame expandirme, déjame convertirme. Déjame contar la historia una y otra vez. Reacomodando los bloques. Diseñando nuevos disfraces. Nuevas escenografias y coreografias y bandas sonoras. Apariciones, visitaciones. Actos de magia.

Inesperada. Visita de la mujer alada.

Quédate un poco más.

Adentro mío. Caliéntame. Haz tu nido en mí

Inspiración.

Primavera – remolino – despertar: ¿qué eres? Una vestisca de petalos cayendo. Rojos.

El viento y su romance con la niña. Yo la niña eterna y esto que me persigue el viento. Recuerdos de García Lorca. Almacenado en el corazón desde chica. Una proteccion.

--Mejórame. Piensa en tu color favorito cuando pienses en mí.

--Verde que te quiero verde ---recita un niño con sombrero encintado.

Donde nada se termina de explicar. Nada se termina de dar. Todo es comienzo.

El corazón regresa de su hibernación.

---Quédate un poco más. Aquí conmigo. Déjame hacer conocimiento con tu caramelo.

Encontrando el punto preciso de mi dulzura. Un poco excesivo. Pasado de punto. Con un toque de escándalo. Imagen sobre imagen sobre imagen sobre…

Escoge un color: rojo.
Escoge un diseño: piel de leopardo.
Escoge una combinación: rojo sobre fucsia sobre morado.
Escoge una intensidad: demasiado.

Sólo un vagabundo puede comprender mi amor. Escribo para comprender.

Allí donde el lodo más negro comienza a formar ojos. Túneles de lama para la fecundacion de la vida. Con una trenza en la muerte y la otra...

Jala, niña, jala. Jálame hacia la vida.

Tu mano sobre mi nalga a medida que dices: hola linda.

Cuál es la forma que tiene el narrar de esta manera el sentir del vivir, el ábrete sesamo, el cese súbito del miedo, en donde como un tren pasan frente a sus ojos cadenas de cosas de un mundo que encuentra sentido solo en la lógica de la carne. Sin por qué ni para qué, con escaleras fantásticas y ventanas increibles, con un fondo de agua y …

---Hola.

Prometo no explotarte, no esclavizarte. Prometo no joderme, no partirme. Prometo esperarte siempre: Inspiración. Umbral. Dulzura.

Cada primavera trae su ángel. Inesperado. Deseo. Aprendizaje. Abrazar al ángel. Se escapa. Déjalo escapar.

Escribo para comprender.

Habla la niña enamorada. Habla la madre ilimitada. La vagabunda, la contorsionista, la mujer que espera. Habla la mujer artista:

Suenan las primeras notas de la orquesta, se abren las cortinas rojas. Ella da los primeros pasos de su coreografia contoneante, su striptease de ternura, su ofrenda de peluche purpura.

Tómalo.

Donde todo es comienzo. Corazón inmenso.

Debajo del hielo un palpitar.


© Juliana Borrero



April



There is snow on the verandah;
a large peak of it sloping like
a dune to its own melting puddle.
The lawn chairs are in storage still
covered in that storage plastic
stretched like a caul over everything.
Someone will rummage,
drag them into spring.
I sit instead on the stone
bench, as if in a graveyard
or a neglected public garden,
reading poetry and waiting,
like a woman from another
century might for a note to slip
from a servant’s hand into her lap
calling her to a lover’s afternoon.

























© Lesley Pasquin 2008

Biological Imperatives

Fifty thousand snails make love
in rain drizzle northeast of Paris,
where damp spring nights last an eternity
for hermaphroditic creatures accustomed
to traveling months for a mate.
In Soissons, even though they only have to look
several inches, the snails still mosey,
spending hours touching the smell
of one another—pairs of slender hands caressing
with an acuity most of us can only imagine.
They beckon their bodies from helix shells,
bathing each other in concentric wet trails
as if the most divine intent
was simply to linger in the entrancing suck
and swell, oblivious to birds or hunger
or next season’s insufferable heat.
Exchanging sperm is a relatively fast parting gift.
Each will lay eggs later. Exhausting, solitary labor.
But for now, they eat, rest, and begin again—
supple acts of devotion,
the other biological imperative:
gliding in the long slow dance
of tongue-tied rapture.
© Liz Waller
Spring text – a response to ‘From Tunja – Stumblings’ from J Borrero

I recited a poem in a song recently to save a 200 year old tree – poet thinks that tree grieves when it shoots new leaves – a pretence of a renewal but not really – aging. Our tree has rotten roots apparently – it is sprouting new leaves so it is not dead, but perhaps it is dying. Every year closer to death – the spring is like a witch, you may think you are breathing in an opportunity for new life renewal, but each spring takes us one season closer to our end… growing (turning over) new leaves of optimism, but one extra grey hair, wrinkle or ring in a trunk remind you that you cannot stop time, you cannot stop growing old.

There is an orchard where I sleep. A tree called yesterday, a tree called today, a tree called tomorrow. A tree called underworld, a tree called overworld. Many other trees beside, whose names elude me in the light of awake. When I am asleep I gather their fruit, one from the abundance of this tree, one from the abundance of that. I sit in their cool shade and feast on the experience of the fruit dream concoction. My dreams prepare me for morning. And once more around - a daily springtime – every morning the chance for rejuvination, renovation. And one day closer… I take this with me.

Perhaps I was walking in the garden of eden. Perhaps if I had no need to pick the fruits of today, yesterday, and tomorrow, I could stay there forever, seasonless and eternal. Perhaps this makes me sad. But this body needs the sustenance of experience, learning, touch, talk, smiles so away I go, fed and prepared, dipping my hands back in the now as the sun shines in my window.

I experience the daily re-awakening, the gift of the present, a new day to learn something, to apply yesterday’s experience and to prepare for tomorrow. How does it get any better than this? I repeat this mantra until something comes up. Love better. I lie on my bed and I make a promise to love better. As I slowly come round, the world outside is waking up, its season changing from the winter of the oil age to the springtime of green futures. New ideas of conservation, nurture, preservation and protection are springing up like daffodils and tulips.

Each individual must begin to experience the joy in responsibility. Save our tree. Love better. Love better and Love better.

A friend of mine told me that it was only recently where he actually made the decision to love. So I use every pulsing part of me to go to work on loving better. My spring thaws the winterlands and Narnias inside of me that are frozen - frozen in time, frozen in fear – daily wastelands that have been devoid of nurture and seasonal reawakenings or anything and nothing that has allowed (forgiven) their dormancy. And as I write this I realise that my spring must be constant – I cannot live on promises from myself or anyone else. My spring has to be –just has to be - the other kind of spring – a well, a source – inside of me that is relentless, incessant, permanent, continuous
giving, spilling, pouring - my well(ness), my heart, my everyday.

© Natalie Paull
Spring… it’s about change isn’t it? Renewal… Rebirth… Life and Death just at its climax…
I don’t know what to write – So many thoughts are running through my mind, but the only word that is coming to mind is first and changes.
I feel these changes and it scares me… My mother said I seem to have a late reaction to everything and the combination of this and forcing my emotions to the undersurface of my heart have made me numb. Only in solitude do they haunt me, especially now. You are my little soldier… My mother would always say that to me. In the moment of change I am ok – I don’t think, I don’t feel… I live the moment and I am in bliss. But when all is still and I have to face myself, I am frightened. I remember a quote, “when you go back home after a long time you realized nothing at home has changed, it is you that has changed.” The stage where I felt like a child is quickly fading away, I try to relinquish those frivolous years of adolescence without success and I am faced to grow into a woman alone; not just a woman but my own individual.
It is now close to six months since I have been here and So much has occurred. I think every action right now for me is an act of defiance and proof – proof to me, defiance against my fear and self consciousness, and the words such as “…can’t do it… [and]… not good enough…” Defiance against other who only saw or wanted me to fit the stereotype of the exotic IRIE Jamaican with dreadlocks and a spliff saying “NO PROBLEM MON!” Defiance to show that there is more to me than their touristic image. Defiance to show that I can use my body in any way possible to show that I am alive without criticism… sing… dance… fight… never be a spectator to be written in history; write and choose your own history. These are the words of my mother. It seems I can never break away from her or from my father no matter the distance; I will forever have my mother’s face and be my father’s daughter. Only here have I finally made and started writing my own history without persons referencing my parents as the authors.
I feel awake; maybe this is how a bear feels when it is just awakened from hibernation… hungry for life and refreshed for the future. I in a sense placed all of my potentials, likes, dreams and wants in hibernation since they were too dangerous or too outrageous for my parents or were never relevant for the context. I felt resentful for a long time about the homeschooling I received but I was finally about to let go of that rage when I came to Colombia and found that I could finally use these skills and knowledge. Everything happens for a reason – there is no coincidence… only occurrences which will have some relevance to your life one way or the other. Strange, a week (or was it two) after I witnessed a demonstration of life and death at its best, I met a magician through a friend who decided to read the Tarot Cards about my life. I thought it was just child’s play and maybe it was just a trick of the mind, until the first card was turned: the number three of spades which described the experience of death and the confusion in my mind. I was so shocked but I knew I was exactly where I should be at that specific moment. Just like Colombia – I am here at the right moment, in the right time doing exactly what I should be doing… “Colombia is your destiny…” Who knows why I got the card reading? Only time and the guidance of the ancestors will tell me why and show me what I need to do in this life.
Overall I am more at peace now then in comparison to seven years ago… wow I don’t even want to remember that time – It was an awful living roller coaster ride of nightmares and constant pressure from all aspects of my life. For a long time and from a very young age I had problems of depression and anger but now I am so calm, it is scary and strange. Don’t think I want this time again – never. But I think the question now is I have lived with this rage and sadness inside for so long, if I let them go what else will I have? I guess this is the cross road I am at now, and I think this is where spring comes in since that is growth and change. It scares me since then I will truly be alone – totally numb except to the happiness spurned from living in the moment. Years of forcing myself not to cry and wishing not to show emotion has created the person that I am now who has difficulties expressing emotions. In the back of my mind I remember a statement from a teacher I did not like, “Stop crying, you will waste all your tears and you will have none to mourn you parents.” Maybe I have wasted all my tears for moments that now that I reflect seem so irrelevant.
I turn to the child inside of me and slowly lessen her grip on this morbid playmates and apologize for all the sad times we went through, for all the moments I was not strong enough to protect the both of us from my own actions and the actions of those closet to us. Que pena para todas tiempos que tu tuviste un corazon roto… para todos tempos que tu sentiste solo. But for the sake of both of us we need to reconcile and live sin remorsimiento. Now is the time to live.

© Danielle Jadusingh


In early spring, my first in a new city by the ocean, pink, bobbing, silken petals arranged like small bowls emerged from the tips of each branch of the rows of trees downtown. They caught, became full of, and spilled sunlight onto the streets below. They rose and fell and swayed in warm, dry air. The city’s collective relief at this sign of the definite end of winter was palpable. The petals were there for a few days, quivering against the blue sky, and then they twisted and shrank and dropped lightly to the ground. Then, it rained for forty days.

The city is swollen with rain. The ocean rises slowly, and with each high tide, a little more, until the edges of land I am used to disappear, drown, become a home for tiny fish and the tentative feet of ducks. All the colors are muted, absorbed by the grey of constant rain. In the white silence of winter, I longed for the sun, for the pulse of heat against bare skin, for an inhalation of blue, but now I move among a constant billow of clouds that drifts and swirls around my legs, arms, stomach, like spider webs, still waiting.

Spring for Nora is defined by puddles, by her new ability to walk and run that was unimaginable to us all one year ago, when she was just five months old. She has discovered puddles and developed a preferred method of exploring them. She runs away from each one she finds – the distance she runs is very precise but mysteriously decided upon – and then she charges back and stomps in the water, quietly concentrating on the sound of the splash, the slap of the water against her green rubber shoes. She holds her arms out, parallel to the ground, for balance, her hands hanging softly, her foot landing again and again in the water. She pauses occasionally, steps in and out of the puddle, watches the water rise and fall with each entry and exit. And again, she runs, and returns.

She runs from the edges of islands over grey stones, insists on tasting everything, trails her fingers across rockweed that I know from memory is green and black and tinged with yellow in the light but in these days of rain is grey like the surface of the ocean, the sky, and everything. She plunges her fingers, the fingers that were so soft and so small when she was born that I was afraid I would break them, into pools of water at the base of large stones and then touches them to her tongue, absorbed, focused wholly on the cold and the salt. She finds a tiny snail, and puts the whole thing in her mouth. She has to know what it feels like with more than her hands, wants to understand it with more than her eyes. Everything she desires she wants to consume, as if that is the only way.

Evergreens tower above us, their roots stretched out to the salty sea, drinking it in, clusters of needles cloaked in grey fog. Everything damp. Mushrooms emerge. Flowers struggle to stand up and grow in the brief intervals between rain, but they become saturated with water and droop toward the ground. People are restless.

One Saturday morning, there is a break in the clouds for a few hours, and we drive outside of the city to a farm to pick strawberries. Nora plunges her hands into the thick tangles of leaves and pulls off red berries one at a time, taking one bite of each before tossing it from her. I buy a whole box of berries all missing just one bite. As I crouch low against the earth, searching for glimpses of color and ripeness, she stands beside me. I look up at her face framed by splashes of light. Sun-warmed, red juice streams down her face, splashing her tiny shirt with red, and I love her so much, love giving her this fruit right from the dirt, covered with sun, spittle bugs, spiders, beetles, rain, air. We take her to see chickens, babies in a cage, piles of fluff singing softly together. We step through fields, barn swallows swooping fast and close above our heads.

I want to give her this spring, I bring her to a mountain, the ocean, a farm, an island, every puddle we can find. I could spend the entirety of every day introducing her to spring, to puddles and red berries, to cool fog. It is all I want. And so every parting is a tiny devastation for us both, and every return fills me to the brim. When she sees me after a day’s absence, it is sometimes so overwhelming for her that she cries out, runs away from me before running back. She wants so much of me in that moment she doesn’t know where to begin. I pick her up. We kiss, nurse. Then, when I move my body – and she knows the meaning of every movement – to put her down, she shifts against me, grips, moves my hand to stop me, won’t let me go.

© Heather Davis

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