viernes, 16 de octubre de 2009

Escritura de Eliana

luz eliana marquez barrera
artista docente
escuela de artes plásticas – u.p.t.c.
proyecto lenguaje y paz
miduze@yahoo.es

LUZ ELIANA MÁRQUEZ. Tengo cuarenta años de edad, dos hijos adultos. El ser mujer, y madre ha atravesado mi producción artística y textual. Me he desempeñado como docente de artes, pero también como diseñadora de espacios, de vestuario y escenario. Como artista he instalado escritura en museos y salones de artistas. He publicado sobre diseño prehispánico, historia del paisaje; sobre los oficios de tejer, bordar, coser, y sobre la casa-estudio, todos como espacios donde el sujeto artista se crea a si mismo. Estos mismos espacios han marcado concepto del arte y han hecho vital mi propuesta del escribir.



Desde el convento

Sin color, sin luz, eres tú, que levantas las gasas, detienes el andar, me cegas, corres los encajes, vuelas los camisones, soplas letras, difuminas el perfume, levantas sábanas, ondeas bandera y como cometa me vuelas.

No quiero que vuelva aquel que atraviesa mi espacio, derriba mis tabiques y me toma sin consentimiento alguno hasta detener mi menstruar. Si he decidido hacerme recluida, sea porque he decidido estar en privado, privada de algo, justificando hacer fiesta cuando vengas. Así comprenderás esta soledad y esta cuarentena como mi elección. Nunca más el Señor; siempre el amante que silva, golpea la puerta, zarandea la ventana, se esconde entre las ramas para decirme, que soy yo, la mujer, a quien pide permiso para entrar.

Una sorpresa tu llegada. Cosa que no hace ni el día ni la luz. Desde donde vienes me haces mujer, me haces animal. En total silencio y quietud te presiento. Sacudes la cama, tiembla la mesita. Cimbras mi habitación. Cómo agitas mi cuerpo cuando escucho en la tierra, la melodía que desde lejos tarareas. Vienes desde la laguna. Te deseo porque tu desesperación golpea el agua contra la orilla, hace que te escuche cuando revuelcas por mí los cultivos y levantas polvo en el andar. Te agitas y me agitas, vibras a la par. Rozándome, danzas para mí, y de un soplo, llevas mi vestido atrás. Dice el científico que es por la luz que te conozco; por la luz que sé de todos antes de mí. Pero he de contestarte que al filo de esta montaña, eres tú, el viento, el que decide.

Viviré, me entrego a vivirte. Me entrego a permanecer para ti. Aún cuando la mañana anuncie que habrá noches largas, incluso persistiré; y me tendrás en este lugar hasta aquella otra noche cuando, por brevedad, me halle en la mitad de dos amaneceres. En todo tiempo contigo andar. Caminar entre las montañas, recorrer nuestro refugio, sólo dejarte para soñar. En esa avanzada que llamamos vivir juntos, quiero asegurar no detener mi marcha; no hacer pesada la tuya, tampoco apresurar tu ritmo. Quiero saber ser por ti, tu movimiento. Escuchar tu sonido, figurar aquello que compone tus llegadas, para inventar mi propio existir.

Celebraré cuidar la entrada. Un privilegio poder decidir cuándo y a quién quiero abrir la puerta. Y que la puerta tiene el cerrojo de nuestro lado. Y cuando el tiempo vaya muy rápido, encontraré cómo darle lentitud a tu acariciar; te entregaré otra y todas las maneras de sentir mi cuerpo. Si es en la enfermedad, procuraré darte, con mis manos, en temblor, a través de mi saliva, en la mirada, con mis tenues palabras, la suficiente claridad; señalarte mi calor, para que no te retires, y en cambio sanemos juntos y solos. Si en la adversidad tu pensamiento, siendo ondulante, delira, prometo aliviar tus síntomas, aclarar esa niebla. Y si me toma algún trabajo recuperarte para mí y para esta casa, siempre te haré sentir en ese empeño lo mucho que amo tu ausencia, el dibujo de tus ideas, y lo pasajero que resulta el dolor y el daño cuando pasamos juntos este frío.

Quiero enseñarte mi vida para que no te engañes con un solo mundo. Será un compromiso darme a conocer en este abrir, sin agotar lo que soy, para que en el tiempo que creas saber todo, aún te mantengas extrañandome, así como deseándome. Nunca sabrás todo, pero tendrás lo justo de mí, lo suficiente. Te prometo guardarme para ti; algo cada día, para que al siguiente también algo haya crecido, se haya multiplicado, y exista eternamente algo que entregarte.

Me comprometo a mostrarte cómo es que amo. Para que sientas que te amo con mi diferencia, y con actitudes cuyos significados quizas no hayas nunca antes aprendido a leer, como yo a entregar. En esta promesa entrego lo que soy, un temperamento recio, pausado en el amor, fiel, intenso en la creación, pero eternamente rebelde.

Prometo no dejar de llorar, hacerte sentir si sufro. Prometo que si es preciso salvarme y sanar así nuestro compromiso, seré capaz de gritar, golpear, tirar; nunca dejar que transcurra mi dolor en silencio, jamás olvidarte ni guardar algún secreto que te dañe o nos distancie. Sobre todo nunca irme.

Por ti me empeñaré en conseguir el gusto de la vida, no en el mismo plato, pero sí en la misma mesa. No rectificar la sazón, no casarme con una cocina, sino con dos lenguas. Me esforzaré por no ser predecible, porque aún siendo como las montañas, tuya, siempre me desconozcas; por acomodarme no tanto a tu forma, sino a la manera que nos da el tiempo de los dos, que, de a pocos, nos señale diferentes. Me encargaré de que aún sin cuerpos encontremos nuestro espacio, y allí un tiempo en el cual sobrevengan muchos meses, sagradas pérdidas; tiempos que recordar, pero sobre todo, parajes para vivir.

Esperaré por ti, no importa si estás lejos, si estás cerca; aguardaré mientras te evades. Si la belleza del perfume que hoy te hace algún día se fuera, haré revelarse el lugar de tu ser de donde extraje lo brillante. Para que entonces eternamente acudas a eso que te hace soberbio e inmenso. Y si viene un tiempo sin viento –como vendrá, cuando ya no puedas hacerme tuya, o yo no pueda dejarte entrar en mí; cuando hacerlo sea cada vez menos frecuente– entre juntos ser el amor mismo, lo único que reste. Amarte siempre como en los últimos días de abril, aferrada a tu lengua, a tus movimiento; a tus manos, a tus ojos, a tu sonrisa, a tus cabellos y a tu olor. Si es que un día tuvieron cuerpo.

Abriendo esta ventana me doy como tu niña, tu amante, tu puta, la graciosa que juega, la perversa que doblega, ser todo y no ahorrarme nada amándote. Enséñame tus tretas, que olvide la vergüenza, las maneras si es que tu no las exiges, presintiendo en ese intento la continuidad de mi sentir. Soy para ti, tuya en la cama, en las escalas del palacio, en el balcón del teatro, y en esta celda. Para que tu viento, en soledad, donde quiera que me halle, me eleve y me llene.

Déjame continuar mirándote, tocándote, y principalmente seguir siendo sola. Prolongarme, como ahora, en el acto de recibirte.

Escritura de Dilsa

d i l s a j i m é n e z
pintora
proyecto lenguaje y paz
tunja - bogotá
dilsajimenez@yahoo.es



ROCA VERTICAL


La lluvia cae
apenas esto
chubascos de lluvia
a torrentes
y yo la miro
como el agua de lluvia y lluvia
en la bahía
damas bailando
sobre el puente de los vapores
flamencos
canción profunda
se detiene y mira
de nuevo sin rumbo fijo
geranios en la ventana
de repente
incógnito
tras unos pasos
de nuevo y mira
aquella mañana
no
una noche
¡peligro en el puerto!
tragedia
tragedia
nubes oscuras se acumulan
todo penumbra
la lámpara humea
niebla
más abajo
océano más negro
todo lo que era líquido
¡no!
¡no es posible!
el bramido de las olas
agua salada
donde la marea
toda la corriente
cada vez más aprisa
naves fletadas
viento
ráfaga
rayo
y ahora barco de papel
más oscuridad
jadeo para la respiración
noventa
noventa y uno
noventa y dos
noventa y tres
se voltea y el temblar frío
ante sus ojos
arriba y abajo
a tientas hacia la ventana
abismos en púrpura
aún abajo
mundo flotante
y concha sumergida
en ese mal
ni un instante tranquila
de aquí para allá
no sabia
donde
no en
con
tras el cristal
ella en camisón y calcetines
de rodillas
de nuevo junto a la ventana
mirar por última vez
detenida
inofensiva
sin un parpadeo
nada más
con la mirada fija
tronco ligeramente reclinado
y su cabeza aturdida
hasta que
cierta pulsión
y los dedos pegados
absorben
vibran
no se detienen
tacto
inspecciona con su dedo índice
los empalmes
más aprisa
presiona
la ubicación del hueso
cavidades del cuerpo
y la carne que los rodea
donde sujetar
de repente mojadas
lágrimas
enloquecida
¡súplica!
que todo se pare
y el viento se rompa
¡no puede parar!
sólo un poco
por todos lados
largas horas de profunda oscuridad
sin saber
al borde del círculo
lleno hasta desbordarse
uno por uno
los abismos
demasiado lejos
fuerza natural
hermoso
extenso
cada vez más aprisa
la marea
sin poder parar
nunca parar
todo esto
–todo esto–
Dios
el primer pensamiento
diciéndose a sí misma
hasta que otra pregunta
¿cuál de esta noche es mi error?
intentando comprender
en el pasado
¿qué?
¿quién?
después de todo aquello
hasta que otro pensamiento
por un pecado u otro
todos los pecados
por llamarlo así
en la lluvia
un cuerpo
camisón blanco
postura vertical
de nuevo hasta la ventana
sin comprender la mitad
ni la cuarta parte
permanece firme observando
oscuridad afuera
la habitación en sombras
única ventana
poco a poco
aún penumbra
ciertas noches
ahora esto
todo ojos
ojos exhaustos
por todos lados
¿todo desapareció?
¿uno a uno?
una vez más
¿como antes?
de nuevo y de nuevo
largas horas
cada vez más abajo
junto a la ventana
hasta que
al final de un largo día
frente a otra ventana
ahora brillante
pasos ligeros
y las rodillas más delgadas
adelante
atrás
más despacio
fracturas en el piso
atrás
lugar alguno
casi desierto
imposible continuar
trozos
todos juntos
cáscaras partidas
y fruta seca
impulsiones en el viento
sobre la arena
soplo
sed
verano
donde el río lento
semillas encogidas
calientes
el álamo se separa hacia fuera
sofocada en paja
fuego sobre el trigo
y el temblar caliente
su cabeza caída
la mente
pensamientos pesados
teme su fiebre
esa primera noche
pidiendo socorro
deseosa de gritar
silencio de muerte
hasta que
sin saber lo que
vanas conjeturas
de nuevo cada mañana
aceptar al fin
que intentar
pero temblando
agradecería no haber sido piedra
entonces
de rodillas
aún junto a la ventana
única ventana
observa
la lluvia cae
llueve mucho
apenas esto
al fin llegó
como al principio
desde arriba
llueve y estoy viendo al lluvia
aliento y aliento
vida solitaria
tal belleza aquí
en el instante siguiente
alivio profundo
cierra los ojos
… entre agua






R U I N A

p a r t e p r i m e r a


Humedad. Ansiedad. No. Cortadura. Primero ambas. No. Primero el alivio. No. Primero el dolor ¿Qué? Las dos otra vez.
De pronto sabor. Aliento. Denso. Alivio. Sanguíneo. No respiro. Embriagador. Sin moverse y de pronto todo, todo lo menos, sin límite.
Entre sales. No. Alcohol. Di sedante. Duda–frío–ceguera. De pronto basta. Angustia. Aquí de pan y agua ¿Cuál licor? Demasiado bochorno. Demasiada angustia. Demasiada sangre. Destilación. Aún beber. De una vez por todas
¿Desistir o vuelta? Mal que bien se va.

Levantarse otra vez. En pie –en el que se apoya al andar. Di en pie. Dos. Pie. Luego suelo. Avance. De algún modo se levanta y se pone de pie. Entonces, caminar. No. Nadar. Ya no se ve ¿Qué? Sí. Flotar. ¿Su parálisis, su debilidad? ¿Y si entrara? Respiración de la materia. Empieza el descenso.

Mejor ahogarse otra vez. De una vez por todas ¿Nos ahogamos? Fluir. Caer. Basta. Es inocente. Ansía sumergirse. Saltos. Apresúrate a salir. Nuevo poder. Exceso. Desborde. El pecado es femenino ¿Cara o sello?
Afortunadamente han salvado su cuerpo. Restos de mente. ¿Cómo funciona eso? ¿Hacerla funcionar? Órganos. Placer. Bienes. ¿Simulacro? Si hace falta. Cambio de.
Duermes una vez más. Despierta ¿Cuál placer? Calor. Energía. Enceguecedor. Molesta. De pronto sombra. ¿Cómo protegerse de los ojos calcinados? No. Vamos a la deriva ¿En que parte? Sí. Ya no esta aquí. No. Está en.
Ese no-cuerpo. Envuelto. Apartado de la Historia. Trasformación. Anulación. Escena de haber sufrido. Desnudo.
Inicio. No. Firmar –callar. La Historia. Esclavo ¿Cuál Amo? Impropio –propio. Otro –bien a.
De pronto toda sed. Caudal de energía. Culpable. Châtiment ¿Cuál deseo? De ser cuerpo. De ser demasiado fría. No. Ser las dos cosas a la vez. Pliegue. Cicatriz. Agujero negro. ¿Todavía el agujero?





p a r t e s e g u n d a


Primero ruina. No. Primero ella. No. Primero ambas. Luego una. Después la otra. Hasta hartarse de las dos. Quiero escribir sobre ambas. No. Cuando eran una. He aquí. Una adentro y yo afuera. Proximidad entre una especie y ambas ¿Quién viene? El autor ¿Cuál personaje? ¿Qué secreto próximo entre el adulto y el niño? ¿Qué? Tromp d´ oeil –voile. Huile –pli [Différence –différance]. ¿Qué querrá decir?

Hombre
_______

Mujer

Fragmentación. Sin moverse. Lejos todo. De pronto todo doble. Gemelos escondidos. Entre dedos la trenza doble. Braile. Morse. Aa ab ac. Siempre recurriendo a lo mismo. ¿Diestro o zurdo? Clonación ¿Cuál es usted? Igual a otra. Cuerpo otra vez. Óvulo. Insectos y peces. Tengo ganas de no hablar de ambas. No. De ninguna. De escucharla escribir. Acerca de una y la otra. Compás. No. Di dos de espadas. Cuando riñen son dos contra dos. De igual a igual. Sin par. Puerta –aunque se sabe que está abierta no se entra. Todo lo que parece ser. De una sola piedra ¿Qué? Sí. Di piedra. Al final hubo que decirlo. Hielo. Nada de hielo pero di hielo. Di agua. Para decir caída. Di sí para que duela la unión de los huesos y no quede otra cosa que caer. O mejor peor sustancia. Di sustancia en la mente para que quepa la unión de. Aquí de huesos. Nada de alivio. Cambio de.


La unión entre el cuerpo y el alma. Entre el hielo y el agua. Calor. No. Desvanecer. Sed de.
Tengo ganas de sentir ¿Sabe? Mal que bien dolor ¿De qué huesos? ¿Qué por qué de todo? No. Sentir. Lo que sienten ambas. De lo poco que quede. Carniza. No. Lejos las otras ¿De quien? ¿Qué si el dolor queda? Cuando ambas eran uno. Vértice. Vórtice ¿Quién grita ahí? Si. Se niega a nacer ¿Por qué se niega? ¿Dónde cae?

Ha llegado la hora del crimen masculino. Brutal. Quita ropas. Violento. Despojo despiadado ¿Bien o mal? No. Del nacimiento. Del cálculo mortal. Cambiemos de dolor. Miento. No. Hablo. Caída libre –estancia–afición–apetito–prestigio–superioridad –ceder. Es el origen. Entre sales. Ginebra. Lejos del exceso –por favor, una palabra. Simple palabra. De frente ¿Qué? Si. De frente. No hay otra forma que ponerse de pie frente a un hombre –el que no tiene tiempo. Ni sangre. Ni cabeza. Sí. El Hombre Zanja –espécimen curioso con su cabeza separada del tronco. Literalmente fantasma. No. Cuerpo. Carnoso–mucoso–líquido. Reconocido. Denunciado. Venerado. Se transforma en una cosa innombrable. Mudo. Horror de presencia. Y el crimen se reserva. De pronto todo. Sabe lo que sabrá. Hendida. Veo la lengua. No. Orejas. Lo veo venir.
Es por esto que tiene que nacer. Respirar. Di necesito. Todo de ¿Sal y agua? ¿Mejor o peor así? ¿Qué? Sí. Di sabe. Al final hubo que caer. Todo está. Líquido en la lengua. Di sal. Nada de sal pero di sal. Para decir fofa. Desleído en.
Dicho de algún modo ¿Y si tocara? Salpicado de líquido. No. Aspersión peligrosa. No lo sé. Seguramente ¿Se reconoce? ¿Vive? No. Muere. Muere más tarde. Está aquí presente. Prohibido. Abierto. Más allá como voz de enfermo. Aliento. Denso. Alivio. Ver–la–piel–desnuda. Toca ¿Qué? Sí. Siente ¿Sin milagro y donación? Nunca había sentido el tacto en su córnea. Piel. Nada de piel. Tacto. Imponderablemente a los aquí cercanos y lejanos.

Dicho de algún modo
Quince mil formas de sustancias.
Cortadura ¿ ? No hagas eso. Unión voluntaria. Fatal. Anulación. Dependencia. Persecución ¿De quien? De la tiranía de las aguas que suben. Del reino de la humedad. De la filtración de la cosa viscosa que palpita. Absceso. Vómito. Los cuerpos sudorosos se derriten contra las paredes. Interminable. Dos. Dedos que tratan de ahogarlos. Los asesinatos. La ceremonia. Hablo. Sí. Estoy hablando. De la mutación de. ¿Y ahora quién es?
Rostro gemelo. Máscara transpuesta de la tragedia griega –con una madre amenazadora y piadosa como Clytemnestra y un padre desaparecido. Liberado. El cuerpo otra vez ¿Qué? Sí. Di otra vez. Para cruzar los desiertos. No. Las guerras. Espadas. Di dos doces. El exilio y la delgadez de la muerte ¿Cómo evitar verlo?


Diecinueve años después

Alto
Muerto
Sigue siendo alto –tiempo atrás. Jamás se entregó con seguridad. Todo era quizás. Mejor esperar. Tal vez. De pronto. Quietud ¿Y ahora? Materia pura. Único numero. Dos minutos ¿Quién es? Habitante del día –nadie se había atrevido a poner un pie en ese planeta. Antes de esa hora.

Una alfombra roja

En la cueva del infierno ¿Cuál? Sí. La sima del diablo. Los cabellos de los ángeles ¿Cuál fantasía? Casi conocida. Poco persona. Luego nadie. Todo lo menos. Sí. Llegó ¿Quién llama a la puerta? La venida de ver ¿Y quién viene?

Es él. No. El no-cuerpo apartado de la Historia. Dos razas. Amos y esclavos ¿Qué? Sí. De las transformaciones. Margen de la escena. Eterno masculino para hacerse admirar. El ídolo. El Monarca. No. El monstruo. Fascina y me angustia ¿Dónde duerme? En el granero. En pie. Es él, esta muy cerca. Calor. Estado. Densidad ¿Qué? Sin aire. Ahoga en. Asfixia de. Sofoca. No. Humedad. Sí. Del oxígeno. Para habitar en él. De nuevo respirar. Otros ejemplos si hace falta. Del exceso. Alivio del ¿Es fuego? Sí. Sólo exhala. Mirada fija ¿Qué? Sí. De nuevo mirada a un punto fijo. No tuve más remedio que detenerme en el punto y lanzarme. Di calor. Nada de fuego pero di fuego.
Di cuerpo. Nada de cuerpo pero di cuerpo. Para decir lengua. Di sí para que duela la lengua y no quede otra cosa que morar en él. De algún modo hubo que vivir de él. Di obsesión para que no pueda valerme sola. Aquí de ardor. Más casos porque hacen falta. Necesidad de. Alivio del. Nada a cambio de.

¿HAMLET?

¿Y ahora? Hay que ir muy lejos.
A veces la máxima distancia.
A veces se respira en la proximidad de los sueños
A veces sólo dependencia.
Permanencia del cuerpo. No. Sangre. Tortura. Ansiedad. No. Desnudez.


Despierta.
Simplemente yo. No. De la condición de. Incluso de. Dios sabe qué








p a r t e t e r c e r a


V de volar
de ver
de verbo
de vinagre. Vino. El reloj marca las once y cinco. Bisagra ¿Llegó la hora? Herida. La puerta se abre. ¿Quién viene?
Respira como niño.
Final del abrazo.
Insomnio.
Deseo de hacer estancia. Abismo. Como las manecillas ¿Cuándo se abren? Nocturno. La posesión ¿Qué si el cadáver se va? Mal o bien se va. De pronto todas. Afrodita, Nefertiti, Leto, Deméter, Eurídice, Neith, Ishtar, la Eva bíblica, Antíope, Fedra, Helena, Dido, Cleopatra ¿Distintas? Tosen. Cantan. Defecan. Escupen. Intimidan a su vecino. Parten su pan. Mienten. Ríen. Besan –entra.

Basta. De pronto basta. Lo que quede de nervios. De exhalar perfume. Aquí de fibras. Lo que irradia –impulso. No. Necesidad mejor peor. En él todavía cadáver. De huesos. Lejos todo. Todo de menos.
Hondo. De pronto profundo. Hasta los límites del vacío sin límite ¿De donde más allá? No ¿Qué si alguien habita allí? ¿Qué porque hay que esperar? ¿Mejor o peor esperar? ¿Qué? Sí. Di permanecer. Al final hubo que esperar hasta que algo suceda. Donde desistir. Hasta hartarse de allí. Irse de una vez. Ninguna ventana. De una vez por todas ¿Viene? Platos aún con sobras. Moscas ¿Algún cuerpo?
Luego una imposibilidad aún posible. En la lista de las invencibles a la derrota. Espera ¿Qué?
Sí. Dos altas cejas ¿De qué cráneo? Del árbol de patio ¿De qué entonces? Del banco de peces. De las vocales del libro. De las manos que transpiran. Y en la esquina una muchacha espera, piensa y no llega. Entonces ¿Qué si el cadáver y el cráneo no se van? En él y en ellas. De lo que quede. Su cuerpo. Esófago. Hígado. De donde no más allá. Un hombre cuelga su vestido negro. Prueba una manzana. En modo alguno aún. Descubre gusanos y moscas. De pronto sin moverse y cerca todo. En su patio. El árbol florece ¿Por qué de todo?

Mientras se escribe. Ventana. En cada cuarto.

Desnudez. La continuidad
Consumo de las seis carnes. Velas de sebo. Lascivia. Sala. Museo de seres animados. Movimiento. Instante. No. Ligero. Cientos de glándulas hacen su inocente trabajo. Millones de líquidos a un millón por segundo ¿Donde no más allá? En modo alguno. Nada. No. Di todo. Siente. Para decir sustancia. Harto de probar lo otro. Harto de aquél que cría peces en su bidet que apesta. Escupe. Miente. Apuñala. Y él se hace un bistec y aquél golpea a su mujer y cae ebrio. Y en la esquina la muchacha. Desiste de una vez. De una vez por todas. Vuelta y se va.

Los anuncios. Las manecillas. La ventana.
Una mosca.


Herida
Respira
¿Qué? Si. Di respira

El viejo planeta. Aún posible. Único de. De lo imposible. De la ausencia de. El signo ortográfico (,) Al fin. Di rostro. Para decir prototipo de cuerpo vestido que normalmente se re/presenta en mil escenas en buscan de esa identidad del Yo. Sí. Lejos todo. La cama. La cocina. La ventana. Perderse. Autor masculino. Aún no reconoce el cuerpo que ha dejado en el hogar. No. Del fracaso de los yugos. De las censuras. De la abundancia. Sí. Di significado ¿Sin mente y sin cuerpo? Di sí para que recorrer en todos los sentidos esa especie de mente que repercutirá en más de un cuerpo. Aquí de líquido. Hasta hartarse de la lengua. Todavía peor otras vez. Más hondo. El cadáver. El cráneo ¿Qué vértebra? En lo que quede de blandura. De lo poco que quede. Desmembrar.

Conjugación

El No –rostro. Antes de. De algún modo hubo que viajar a la profundidad. Cuarto subterráneo. Aún posible. Exceso ¿Para decir cadáver? Así aún. De algún modo. O mejor peor amotinados cráneos. El hombre cadáver. Tres huesos. Un dolor. En lo tenuísimo tenue. Hasta los límites sin dolor y sangre. El pequeño animal gime. Asma. De pronto cae.

Del tango. Y su vaga promesa. Pelucas. Platos. Dagas. Di ventana. Nada de sobras. Pero di sobras. Para hablar del tiempo en otro cuerpo. Aquí de especies.
Pulsa la sangre y además cuerpo. A la hora de la verdad ¿Cuál nombre? ¿De qué entonces? ¿Qué porqué de todo? Herida. Ojo. No. Nombre mejor peor. Sí. Lo que quede del nombre. Así que él no se va. Y pulsa dolor. De párpados. De años. Aquí de tiempo. Aquí de talla y peso. Incertidumbre.
En cada esquina. De pronto sol. La Muchacha. Y ahora ¿Qué? ¿Quién es ahora? Alguien. Si. El árbol de patio. Los platos. María y su vestido verde. Ana y su uñas pintadas ¿Quién? ¿Qué si está lista? Restos de comida. Baila. Camina.
De pronto. Canta. Tose. De una vez por todas. De pie ¿Qué? Viene de muy lejos. Ciudad natal, antaño –a cada instante, ingenuo, sabio. Momento. Es un cuerpo. Nadie. Lengua extranjera. No. Habla. Y quizá el púdico cuerpo se hubiera asustado de una dama frente a un Hombre ¿Quizá quién?


* * *
Suena el teléfono

Es imposible no verle. Qué lejos ¿Porque es aquello? ¿Por qué no queda más de todo? ¿El nombre, la música y el libro? El instrumento. Dime que baile. Baila ¿En qué esquina? Dime que piense. Que olvide. Olvido antes de verle ¿Vendrá? ¿Ocupara cuál lugar? ¿Posesión del cadáver? ¿De donde vienen esas osamentas? ¿Cuál cráneo? Certidumbre. Y sin embargo sé lo qué no podría saber. ¿Por qué es aquello? ¿Más allá de todo? Lo que quedó al alcance. Cuando ¿Cuál captación intangible? ¿Preguntas? Más lejos. Tan lejos todo. Los huesos. Desconoce su destino ¿Cómo nombrar lo que no existe? Garganta. Pájaro ¿Todos dicen pasó y no pasó? La ventana. Las piedras.
Te arrastra. No lo niegues ¿Cómo saberme a lo extraño? ¿Volvió? ¿Y los gritos? La puerta del no –rostro. Di sí. Para que luego no digan que la muchacha, eras tú. Los días te culpan. Basta ¿A dónde vas? ¿Nada más? ¿Y cuando vean los ojos? Anoche no dormiste. ¿Fue el pájaro? No. La jaula ¡No la suelten! La princesa en la torre ¿La habré dejado en el castillo? La alfombra roja. La danza de la red. El vestido. No. Fracasa otra vez. Todavía peor otra vez. El nombre. La realidad. Afuera hay sol ¿Cómo destruir la picazón de las pestañas? ¿De por qué huir de la inquietud de la lengua? ¿Correr? ¿No sé dónde? ¿Aquí o allá?
Basta. Correr.
Blanco y negro.

Ahora
La muchacha

No quiero escribir. Ni de la una. Ni de la otra. Harta de escribir frases que evitas oír ¿He de morir de cosas así? De pronto no –rostro. Harapiento. Las moscas. Y aún me atrevo a pintar. Tan cerca saber que no hay. Delante del cuerpo. De tierra. De cielo. De ortografía. Del libro que… ¿Cómo se reza? ¿Por qué no llega? Esperemos. Sí, ¿pero mientras esperamos? Nada que hacer. Vámonos. ¿Ya? Yo me voy. No podemos. El árbol y el agujero ¿Las cenizas? ¿Ves algo? ¿Se habrá equivocado? No puedo seguir así. Do Do Do Do Do Do Do. Di algo. Estoy pensando. No tan alto ¿Por qué seguimos acá? ¿Anoche no estabas sentada aquí? ¿Y si amaneciera? No perdamos el tiempo en vanos discursos. Vamos déjalo de una vez. Cero y van tres. Me voy. No. Juguemos. Así matamos el tiempo. Pata de paja. Pata de heno ¡Más fuerte! Eres salvaje… Eres salvaje… Todavía es poco. El velo se rasga... Basta.

Escribe
¡No puedo!
¡Pinta!
Nadie puede ¿Quiénes?
¿Se puede hablar de un mal de escribir?
Estoy condenada.
Hasta en borde del barranco. Espera.

La Pintura

Escritura de Adela

adela ávila gonzález
Licenciada en Idiomas Modernos
Integrante proyecto Lenguaje y paz
Profesora Colegio Salesiano
Duitama, Boyacá

historia que no debe ser contada

“Cuando me hice mujer quedé caminando patiabierta todo el día.”
J.Borrero

Ella jugaba con carritos de pasta, todavía no iba a la escuela porque era muy chica, acompañaba a la abuela, le llevaba comida y pasaba las noches arrullándole el insomnio con un viejo naipe incompleto. La abuela era tramposa, escondía las cartas y las usaba en otra partida. Reían hasta el cansancio, jugaban hasta el amanecer; así la vida de la anciana quería alargarse un poco más. Pasaban semanas y ella no iba a casa, y le tenía terror a todos los que allí existían, un terror que muchas veces no entendía.

El padre permanecía aferrado a las botellas del chirrinche que la esposa vendía en la casa, la madre y dueña de la cantina, pasaba las interminables mañanas y tardes atendiendo a los borrachos y a su esposo entre ellos. Los hermanos masticaban la rabia y el hambre al mismo tiempo, porque el desayuno se había pasmado por la ausencia de fuego, o no había sido preparado por la enorme falta de tiempo. Mientras ellos querían tragarse entre sí, los padres alimentaban con venenosas miradas sus deseos de despachar los borrachos para “arreglar los problemas de la familia”.

Varias horas después casi estaba la casa vacía, la gente se había marchado dando botes y tropezones, los pocos que allí quedaban estaban dormidos en cualquier esquina del patio con el vómito recorriéndoles la boca y haciéndose charco en la polvorienta tierra. En sus narices, casi siempre las gallinas encontraban el primer alimento del día, picoteaban, chupaban, escarbaban, y cacareaban, llamando a las demás. A veces les picaban los labios, el embadurnado bigote y los amarillentos dientes cuando alguno quedaba boquiabierto.

Luego de la nausea que le provocaba aquel cuadro, la mamá entraba a la cocina a acariciar las sobras de un frío matutino; el papá se quedaba casi dormido en la butaca; uno de los hermanos pelaba papas y se atragantaba de rabia, el otro, el mayor, dormía sin importar la hora, y ella se escondía donde la abuela.

La mamá llamaba al papá a tomar el acostumbrado tinto matutino; él no quería ir pero… El aroma del café recién hervido era su debilidad, entraba en su celda sin darse cuenta. La mamá cerraba la puerta, se paraba frente a él, lo miraba tomar en la mano el pocillo desportillado con el tinto humeante cuando lo tenía cerca a la boca… Un guantón estregaba toda la bebida en el rostro del padre, la mamá se abalanzaba sobre su cuello, lo aruñaba, lo mordía, lo golpeaba con la piedra de partir la panela sin descanso, hasta que él conseguía salirse de entre sus piernas golpeándola con el cabo acerado del martillo y los gritos de los hermanos atizaban el infierno. Uno adentro mirando como se despedazaban las hienas que esa mañana eran los padres; el otro afuera intentando desatrancar la puerta para poder entrar.

Ella a sus 7 años había visto tantas veces la misma escena que cuando los gritos llegaban hasta la casa de la abuela no la sorprendía. Sólo le recordaban que debía volver aunque no quisiera, porque el padre la iría a necesitar para que le limpiara las costras de sangre, le llevara la comida y un poco de guarapo que le calmara el dolor en la cara, en el orgullo, y tal vez, en lo estrujado de su alma.

Cuando ella estaba cerca de casa, las piernas se volvían de lana, le temblaban tanto que se negaban a llevarla a su destino. Subía la colina que separaba la casa de la quebrada y su cuerpo se estremecía, el sudor que caminaba en su espalda se tornaba en cubos de hielo restregados en su pequeña espina dorsal. Dos borrachos dormían en el patio, el sol de la mañana pegaba en sus caras, y ellas brillaban y se ennegrecían poco a poco, mientras las gallinas huían con trozos de papa en sus picos.

Ella caminaba deprisa y jadeada más fuerte a cada paso que la acercaba a las puertas de par en par, las que parecían decirle: –yo lo sé todo y quiero contarle. Su instinto la dirigía a la cocina; mientras caminaba se quitaba su ruanita roja con caballitos dibujados en el pecho y con una capucha gastada. Sus pies, húmedos por el agua que emanaba su cuerpo, se resbalaban entre los zapatitos Panam. Sus ojos estaban rebosantes de lágrimas, y casi no podía ver las ollas regadas por todas partes, los platos y pocillos rotos. De la mesa aún caían goticas de tinto.

Dio unos pasos y atravesó el umbral. Algo chapaleó en sus pies y a la vez le salpicó los tobillos, un pozo de sangre medio coagulada había sido pisada por ella. Al verla sintió rabia y dolor. Por alguna razón, sabía que era el padre; lo imaginó con la cara rota, los ojos hinchados y morados, maldiciendo su suerte y cayéndose de la borrachera. Imaginó a la madre despeinada, quizá golpeada pero prometiendo matar al borracho. Presintió a sus hermanos caminar despacio hacia ella con un cinturón doblado en las manos. Pensó en salir a correr, buscar al padre. Quitó despacio el zapato del charco rojo, se dio vuelta y salió.

En la columna de la casa estaban ellos, los hermanos, hombro a hombro, callados, mirándola: -al fin se digna a venir la niña– con voz quemante dijo el mayor. Ella, al igual que otras veces, quedó muda y caminó hacia atrás. Bajó la mirada, la estrelló contra el piso y sólo vio las puntas de las botas moverse hacia ella. Quiso dar vuelta, entrar a prisa, cerrar la puerta y dejarlos por fuera del cuarto. Sin embargo, una mano de acero agarró su larga moña, le dio una vuelta y la jaló hacia atrás. Ella cayó contra las botas de caucho, mientras arriba veía cuatro témpanos de ojos.

Se le detuvo el tiempo mirando esos rostros, y no se dio cuenta de que su vestido rosado se había levantado más arriba de su estómago dejando ver sus delgadas piernas y sus calzoncitos azules. Dos manos agarraron sus pies por los tobillos, untados con la sangre del padre y la mano que sostenía la trenza comenzó a halarla hacia algún cuarto. La levantaron, lanzaron su cuerpo en el cuarto de los padres, cerraron la puerta y sujetaron sus manos. Un hermano, el mayor, se echó sobre ella, le apretó la quijada con la mano y le prometió aleccionarla para que no se volviera a alejar de la casa; luego le tapó la boca con la misma mano. Ella quería moverse pero él incluso le impedía respirar.

Pronto, su ropa interior ya no estaba, una piel callosa le estaba tocando su vientre, sintió mucho dolor, estaban jadeando en su oído mientras le decían: -¡Respete, respete, quien se cree que es! Y otra voz reponía: -Apure que luego me toca, marica.

Ella quedó dormida. Sólo despertó por una cachetada y una amenaza de: -¡Cuéntele, cuéntele, cuéntele a mamá a ver si le cree! Le dolía todo el cuerpo, y mucha sangre se resbalaba entre sus corvas. Sintió sus caderas desajustadas, su sexo estaba inflamado y sus piernas se habían separado. Lloró un poco, y se abrazó a sus rodillas mientras ellos acomodaban sus pantalones. Una patada en la espalda la obligó a levantarse, limpiarse con el vestido e ir a buscar otra ropa interior; a mirar a su madre y callar y morir un poco más cada vez que la pesadilla volvía. Tan sólo hoy se enteró que eso era hacerse mujer.



Maria

.....Bendita eres entre todas las mujeres. La Sagrada Biblia.

María, camina triste porque han robado su muñeca de caucho rosado, cabello rubio, ojos saltones, sabor a Mar. María extraña al juguete que se sentaba y orinaba al oprimirle un botón. Ya no sonríe y busca su pequeña hija por todos los rincones de la casa, sin importarle daños, su vestido de flores azules y estrellas violeta. María ensucia sus rodillas y manos arrastrándose bajo las camas, bajo las mesas, detrás de las puertas, en el cuarto de San Alejo y escarbando en el jardín, no la encuentra y llora.

Sus lágrimas manchan la piel el barrial de sus mejillas, mientras su lánguido cuerpo se encoge bajo el senil cerezo que la consuela regalándole una llovizna de hojas secas. Han pasado algunas horas y María sigue allí, una mirla se aposenta en una rama del consejero mudo. Ve cómo el ave se transforma y hiena, que destroza poco a poco y con placera los hijos de aquel árbol taciturno. Juega a ser Dios, al animal de rapiña lo convierte en serpiente y a las cerezas en manzanas, mientras su raído vestido se transforma en tirones de ceda tejida por gusanos con traje de gala.

María se mira en el agua encarcelada en un plato viejo y pide que su enlodado rostro se vuelva tan cristalino como el vapor que abandona la tierra con el fuego del ojo de algún otro Dios, y tan provocativo como un durazno maduro en las manos aquel ángel el que cubre su figura con alguna nube vieja. Pide que su cabello de fique viscoso se convierta en interminables trenzas de oro y miel.

María palpa su escarpada piel y le ordena volverse terciopelo y channel. Se humedece las diminutas llagas de sus encenizados labios y pide que la sangre eternice su silueta en ellos.

María convierte las hojas de cerezo en billetes, las piedras en lingotes dorados y los trozos de vidrios los transforma en esmeraldas. De su casita de adobe y barro, saca un castillo de cuentos de Hadas. A su madre la volvió sirvienta. Sus hermanos son postre de los leones que tiene como mascotas. Compra los labios, la saliva y la sangre de cualquier ejemplar que tenga gracia ante sus ojos.

María ríe de dicha en su lecho de plumas y pieles tersas. Retoza, como un cachorro en celo con los esclavos encadenados a su sexo, María obliga a su madre a mirarla, fornicar en las noches sin penumbra. María conserva los ojos de sus hermanos en una botella de Whisky del que se sirve una copa al día. Almuerza mientras azota a sus súbditos con lazos de acero fundido.

María se embriaga y se entrega al clímax del borrachero que le prepara su madre y danza, y se contrae, y se revuelve los cabellos, y se acaricia los senos, y se muerde los dedos, y se estruja los labios, y cae derrotada por los remolinos del Dios de sus espejismos, y el éxtasis de la música.

Así vivió María algunos siglos de 60 segundos, nadando en las mieles de la riqueza y alimentándose de néctares de la fantasía. Cuando volvió a verse en el charco de agua olvidada, se descubrió octogenaria con los cabellos raídos, con las encías desnudas y con su piel consumida en el salado panal de la vejez. Miró a su alrededor y descubrió que el árbol de cerezo donde se vio niña por última vez, había sido decapitado obedeciendo a su palabra, para avivar su fantasía de sangre blanquecina. Con tristeza se percata que la mirla, la hiena y la serpiente se peleaban por cazarla.

María quiere correr a esconderse en su casa de adobe, pero solo halla pedazos de barro y maderas podridas, de su madre ya no existe ni el recuerdo. Se arrastra espantada, araña las ruinas con sus romaticientas manos buscando alejarse de sus cazadoras rapaces, pero no encuentra donde ocultarse. De pronto, su mano derecha palpa algo duro y hueco a la vez, lo toma para defenderse con él. Era su muñeca de caucho rosado ya sin vestido ni cabello rubio, de sus ojos sólo quedaba el hueco y ya no volvería a orinar. La abraza y sonríe porque su búsqueda ha terminado.

Escritura de Gina

gina brijaldo
Licenciada en Idiomas Modernos
Integrante Proyecto Lenguaje y Paz
Profesora Colegio Salesiano - Duitama

GUERRERO AUSTRAL

Cuatro de la mañana, sostén a pecho, prendedor a blusa, jeans a piernas, abrigo a espalda y vida a manos; todo marchaba sobre ruedas y yo llegaría a mi anhelado destino.
El autobús me esperaba, ¿o sería a esa pareja que llevaba como diez maletas ah y un niño? No, me esperaba a mí, el único asiento libre A5 para mí y el A6 para ese hombre que no se movía, ni siquiera parpadeaba; desde mi ventana y con una exagerada morbosidad solté una carcajada al ver a esa parejita sentada sobre su arrume de maletas, los pobres parecían payasos de pueblo, pero al ver a ese niño sentí como una lluvia de truenos clavándose en mi espalda.
Durante un largo rato dormí tranquilamente y soñé con nada nuevo, los mismos trenes irrumpiendo en mi soledad y los navíos recorriendo la ingravidez de mi reloj. ¡Frene señor! ¡Esquívelo! ¡No puedo! ¡Cuidado con el camión! ¡Ojo! ¡Acelere! ¡No! ¡Pare! ¡Qué le pasa! ¿Está loca? ¿Qué pasó?, oiga señor, ¿qué pasó? ¡Idiota! ¿Oiga señora, qué pasó? No mijita, el señor conductor que casi se lleva un niño, chiquitico el pobre, válgame Dios y a estas horas solito y empelotico. ¿Estaba sólo? Sí, tan raro, pero tranquila mamita, siga durmiendo. Esos truenos como hierro retorcido de nuevo aquejaban mi espalda; váyanse de mí, déjenme dormir.
- Señores pasajeros: los imprevistos de carretera que nunca faltan, ¿recuerdan la vez pasada? Una flor violeta en el camino y casi nos volcamos, ésta vez un chicuelo ¿y mañana? Ya veremos.
¿Usted viaja muy seguido? Sí, todos los días, además siempre hay algo nuevo para ver, sólo intente fijar la vista en un punto lejano; cierre los ojos por cuatro segundos, ábralos y encontrará algo extraño, nosotros le llamamos ilusionismo del pasajero, también tenemos el mareo persa, ¿cómo? Sí, es sencillo, usted piensa en algo traumático u oscuro de su infancia, por ejemplo el primer día de colegio y nosotros le ayudamos a trasbocar, ¿ustedes? Sí, cada una de éstas personas le hace tantas cosquillas a su pie que usted termina por expulsar toda esa maraña de recuerdos, eso sí es un verdadero alivio. Pero si su pasado fue estúpidamente perfecto con piñata y toda la pendejadita, le ofrecemos el retén del sufrimiento, pero, no se asuste, es sólo el nombre, porque lo vivido ¡¡¡ay!!! Usted se baja del autobús, tiene cinco horas para besar a su amor platónico, dormir con él, disfrutar de unos deliciosos espaguetis a la orilla del camino, elevar cometa, armar un rompecabezas de mil fichas, volver a besar a ese hombre que le roba el aliento, el dinero y todo lo demás y luego regresar a su asiento; a propósito, ¿cuál es? El A5, juegue esa combinación en el chance, se lo recomiendo, la última persona que se sentó ahí jugó con ése número y ganó el premio mayor. ¿Y qué rifaban? Un estupendo… ¡cuidado! ¡Oiga! ¿Se quedó dormido otra vez? Ay Dios, cuando el conductor está tan agotado por el viaje uno de nosotros tiene que tomar el volante, esta vez le corresponde al señor del A6, su compañero. Pero ni siquiera habla, ni respira. No pregunte. Ey señor, hoy le entregamos las llaves a usted. ¿A mí? ¡Oh qué felicidad!
Aquel hombre saltó de su silla y corrió al lugar del conductor con tanto frenesí que por un instante temí estar viajando en un bus de locos. ¡Cuidado con lo que dice, señorita, en este mundo hay muchos locos; los poetas, los profesores de historia, los futbolistas, todos menos nosotros; gente tan lúcida y cuerda como los que habitan este autobús no hallará en ningún otro rincón del cosmos!

Señores pasajeros: si miran a su izquierda encontrarán un lago púrpura, es el antiguo solar del emperador Han, y además las ruinas de la jamás realizada guerra mundial, y podrán tomarse fotos con personajes históricos si así lo desean. Les recomendamos no mirar atrás porque lo que hallarán no es muy alentador; y al frente observarán un laberinto de espejos que por cierto es bastante divertido.
No gracias, prefiero dormir, vaya usted. ¿Quiere un recordatorio o algo de comer? No, creo que el mareo persa se está pronunciando sin necesidad de cosquillas.
Cuando abrí mis ojos, el paisaje era blanco, las figuras de los árboles las dibujaba en mis recuerdos, intentaba traer a mí la primitiva idea de una casa y no lo conseguía; era como si el mareo me hubiera arrancado la mente, cada concepción de lo real. ¡Es normal, se irá acostumbrando! Lo único claro era el rostro de ese niño abandonado en el terminal de autobuses. Si pudiéramos regresar le cedería mi puesto.
Y ahí estaba, sentado junto a mí, desnudo, revelándome sus lívidos labios. Miré alrededor y todos esos patéticos pasajeros se hallaban danzando con una enorme cicatriz al lado izquierdo del pecho. No había nada que hacer; aquel niño puso sus manitas sobre mi pecho y con furia lanzó mi corazón por la salida de emergencia.
- Si miran hacia su derecha, encontrarán a una hermosa pareja como con diez maletas, ah y a su niño y a una loca corriendo hacia este autobús.




REFLEJO DE NARCISA

Ha hecho de su cuerpo un patíbulo, sueña que viejos camellos sedientos, hastiados del desierto y de los hombres llegan a beber de sus párpados. Es un cuerpo duro, podría soportar pesadas dunas, el aire que sale de su boca, la luz que traspasa el vaso de agua, los intersticios de sus dedos, su ojo. Voz, una corta voz que espante tanto silencio altanero, incómodo, un golpe seco en el vientre, en la puerta, en la pared, un pájaro que ahuyente el invierno, una mujer como ella no soportaría el invierno. Otra mujer picotea en la puerta. Ella busca el almizcle en su mesa, bajo la cama, entre los libros, la mujer detrás de la puerta muere de frío, con las manos abiertas esperando el almizcle, se marcha.
Se pasea por la habitación con su mejor vestido, plumas en la cabeza y púas entre los labios, se pregunta a dónde han ido las moscas del verano. Enciende la luz, busca la silla, tararea una canción… arañas tibias se suspenden en la tela de su vestido violeta. Cuando era niña se sentaba a la orilla de un río a presenciar el hundimiento del sol, podía echar raíces en el agua, en cualquier pozo ciego o quedarse con las moscas y el verano.
Ahora, no reconoce los rostros de la infancia, pareciera que todo el tiempo anduviera enfadada, pero las sonrisas flotan en el aire como un vaho oloroso. Se desviste queriendo tapar la sombra venenosa de la araña instalada en la ventana.
Lee horóscopos viejos para acordarse del pasado. Recuerda haber expiado a su padre en la enfermedad, desnudo y huérfano llorando sobre el cuerpo trémulo de su esposa, recuerda haberle dicho a su hermano que lo amaba cuando votaba al caño su cuchilla de afeitar, tener de su hermana sólo el pellejo de su espalda. Amanece, ningún cuerpo que abrazar, quisiera sacudir un árbol de naranjas, ser horizontal, recibir la generosa gravedad de una naranja en sus piernas. A fuerza de estar viva, pavorosa y atmosférica piensa en el frío, le duele el cuerpo, se descubre sola, se acuclilla, orina y llora como cuando tenía nueve años.
Es un día luminoso, sonríe sin prisa, se contempla burbujeante y borrosa en el reflejo turbio del agua del lavamanos y no sabe si abrir la puerta a la mujer que picotea insistentemente en la puerta o sumergir su cabeza y perderse para siempre.




ELLA

ELLA X
To be. Ella está mudando de piel, quiere algo más que un desprenderse, quiere una piscina, un chapuzón, clavarse hasta el fondo, mujer mocasina, boca que se estire para tragar burbujas, asolearse, echar la cabeza hacia atrás y nadar, paladar blanco.
El estanque se abre para ella, nadadora de aguas abiertas del conocimiento. Introducir la punta de los pies lentamente en las aguas turbulentas de los cuerpos masculinos. Temor, cuando se acercó a la piscina, los hombres se fijaron en ella y su incertidumbre y su vestido de baño color rosa y su cabello atado y sus muslos blancos. Brazos como remos la acercan inevitablemente a la piel de ellos, demasiados. Una brazada, torpe, dos. Ellos, con sus cuerpos han sellado el cauce de las aguas, juego del poder, del tobogán de los caprichos fálicos. Miradas asfixiantes. Burbujas densas. Brazos queriendo ahogarla. Ella, intenta ignorar; estira sus piernas, dibuja formas saladas.
Tantas Horas compartiendo su espacio, mirar más allá del ojo de un hombre, traspasarlo y encontrar la montaña. Morar. Quisiera descoser sus piernas para deslizarse con más rapidez, movimientos tímidamente sincronizados, formando pequeñas curvas al avanzar. Cada curva siguiendo la huella de la que precede. Por momentos, le gustaría ahogarse. Ella, encuentra el espacio verde de las dos mitades, panda y profunda; se acerca, quiere saber más, sus pies ya no tocan el suelo, la observan. Retrocede. Desemboca, sale; de nuevo las miradas masculinas como puñales atraviesan su cuerpo. Deviene el agotamiento.
Las aguas se agitaron, la provocación cesa, busca otras formas de expansión. Le han dicho que hay estrechos que no se cruzan. Ella siente que habla bajo el agua. Lengua que se estremece y vibra. Estrecho que poco a poco se viene abajo. Mujeres adultas y jóvenes toman jugo de tomate y reflexionan y meditan y crean el lenguaje. Otra humedad. Estanque rebosado, sin miradas. Ella rastrea la búsqueda de… Irene y Luisa. Fotografía y pintura. Labor de entrega expuesta en un café. Desconocidas persiguiendo el arte, el lente y el pincel de dos mujeres para desenmarañar la historia universal. Mujeres. Manojos de fresas. Pintoras. Artistas. Lienzos íntimos. El principio y el fin del mundo reposan en la fotografía de un mar sospechosamente en calma, la historia de la humanidad descrita por el pincel de la mujer que pinta bosques tupidos de palabras verdes recién cortadas. Ella se siente plácida, paños y pinceles, el obturador de la cámara de Irene se dilata cada vez más, cada vez más se adentra en la conciencia del paisaje y la mirada femenina. Ella toma una cerveza, se introduce salvaje en el grito invisible que le da el lenguaje y el arte. Transformación, búsqueda íntima. No hay nada, sólo un puente transparente que la conecta con su sangre. Ella degusta la libertad como a su deliciosa y espumosa cerveza.

ELLA Y
Or not to be. Música arruinada entre pasto y estiércol. Estirar las cuerdas con dientes. La carne. Desgarrar el muro. Con gritos. Muro antiguo… Dos miedos piden tregua. Puñal invertido. Respirar en un estanque de sangre y caballos, de sangre y colibríes, de caballos y de hojas.
Ella en la oscuridad, sonríe porque algo tiembla en un rincón. Dedos. Ojos al revés. Una lengua dibuja serpientes en su espalda. Se esconde. No cuartos oscuros. Prados verdes con vacas muertas. Ropa sucia extendida al sol. Ella levita en sus pensamientos, deshoja quehaceres, las obligaciones. Mirada de perro. Hueso entre pecho y la nada. Cama derrumbada. Después de años luz, dijo su primera palabra. La casa azul se comporta igual. Música afilada.
Preferiría retroceder. Apolillar la madera, sus piernas. Cae a pedazos, a la velocidad de una lágrima. Jadea. Arrastra las palabras, mueren en su garganta. Basta. Su lenguaje se desvanece, anuncia otro quebrantamiento multicolor. Ella rueda. Descifra sus sueños. Un juego para ceder el poder. Desaloja su cuerpo de la mirada masculina. La pérdida de piel. Ella- la serpiente que alguna vez temió. Mudar del pensamiento. Transformación. Introduce su cabeza y su cascabel en un nuevo placer. Habla de la respiración y del vértigo. Descubre otras músicas. Mujeres que atraviesan la oscuridad, el erotismo, la fragmentación con los ojos abiertos. Mujeres escarbando la libertad de su pensamiento; cuerpos voluptuosos, delgados, bohemios, tímidos, rotos, bellos.
Ella diseminada, ella, la polisemia y la pregunta. Ella y su escritura, su dosis de aire, torrente sanguíneo. Ella, ha dicho sí, quiero, desfigurarme, arrancar el miedo, a amar, a construir en solitario, con músicas estruendosas, agitar el lenguaje como un mágico rompecabezas. El arte, la escritura la electrizan, la alborotan, la subvierten, la excitan, río de aguas turbulentas y contradictorias. La razón se derrite. Sueña consigo misma, lamiendo a pedacitos su carne surreal y fragmentada. Ella la vértebra, el anillo dorado, la escama que arde entre la cabeza y la cola del conocimiento multicolor que serpentea en la escritura, remembrando, posibilitando la vida, su manera de estar y restaurar su cuerpo que escribe y se escribe… Fragmentación y cuerpo imperfectos, predilectos. Lunares, cicatrices, hendiduras.
Compongo las memorias de mi boca. Introduzco mis dedos y mi lengua en la sustancia jugosa que es la vida. To be or to be, yes, I lick my broken art. My nails. My untitled mouth. I cut into parts my golden fish, My koi, I eat it, undone bodies, experimental art, writing feeding on losses. Sin mirar atrás. Red mouth saying now.



CORHAL

Jadeamos de amor y ganas del otro. Cascabeles de una cola hipnotizante en los oídos. Koi, pez japonés que asciende el río amarillo para transformarse en dragón. Ella, el sismógrafo hecho de sacudidas.
Aproximar la cabeza a la cola, armonizar opuestos sin juntarlos. Koi y los durmientes de la casa azul. Mordida, inevitable mordida entre el conocimiento y la intuición, la realidad y las realidades, la creatividad y el silencio. Deber con la familia y el deseo de no hacerlo. Abandonar la semilla y el puerto seguro de las palabras.
Amor corhal. Atroz/interrumpido/andrajoso/a medias/paranoico/de colores/ con la posibilidad de dejarse descubrir para remover el lodo con la punta de los pies. Pozo de cristales rotos. Lo más parecido a la verdad. Lanzarse a la escritura del lenguaje y del amor con un tercer ojo y tentáculos. Memorias de un cuerpo. Temblando. Mordiéndose la lengua. 2000 bocas heridas. Perdieron los estribos. El olor de la intriga. Ganas de gusano junto a la manzana. Búfalos. Blancos. Negros. Chichón en la cabeza. Máscara anudada. Lenguaje voraz. Recomponer el aliento. Perseguir el lenguaje es como buscar el amor inconscientemente. Provocar la tentación. Dilatarla ¿Qué hacer? Definitivamente perdidos en las indecisiones.

DO
Granizo por dentro, tormenta de arena, en los ojos, nudo corredizo. Koi duerme con los ojos abiertos, de frente a alguien, hoy se siente sin amparo, perdió su sombrero, habla con sillas vacías en cualquier lugar. Alone, one? Y quién más. Lavamanos descompuesto, roedor, araña, ella, criaturas de una exacta imperfección. La mota en el ojo nos persigue a todos lados, raspadura en la frente, no vi por donde andaba, era inevitable quedarse con la palabra en la boca, el beso flotando, a pocos pasos de Koi.
Koi. Siete días en el desierto, no existen los recuerdos ni el agua, sonido terrible de la ausencia, acuclillarse y la serpiente se derrama entre las piernas, muda de piel dentro de ella ¿Daremos a luz? Ella se duele y lo piensa, lavamanos surreal, colgando de una cuerda, de su brazo y su trenza, sumergir la cabeza, la memoria y el olvido entre espuma y jabón, entre sifón y eternidad y me enrollo en tu cuello y te derrites como vela y te sueñas a solas en un nido de gorriones sin cabeza. Los dejamos solos, con sus uñas rojas, con su sueño inundado, humanos casi móviles, pequeños respiros. Koi en medio de paraguas. Ella abre su chaqueta y cascaritas de algo o de ti resbalan en la calle. Estás temblando. Fuma. Tinto. Hablar de lo que pudo ser. Koi se acostumbra a la ciudad. Carretera caracólica, bosque tupido, montañas de paja y de seda, luces invisibles. Alguien ama algo. El banano se desprende de su piel, ella enciende la estufa. Divisa el baño. Ventana. Cerrojo. Pocillo vacío. Está sola. Cascabeleas. ¿Dónde estabas? Buscando refugio, mensaje del agua, ¿Qué dice? Negativas, a respirar a otra parte. Despiadadamente feliz. Tú y tus intuiciones. Tú y mis ganas de no quererte más. Me lanzo hacia ti con una espada y un beso. Pide tu deseo. Farewell. Libélula. Hoyo carmesí. Amor recién hecho. Copa. Anís. Calmante. Vuestro dolor. Koi mira siempre a ningún lado.

FA
Garganta espesa demolida por su lengua. Mil lenguas que hablaban del encanto de abejas. Beberte o balbucearte. Regresando al útero con palabras almibaradas. Su historia surcada por los pájaros y el viento. Pausa corta entre dos deseos. Esta tarde es verano. Azul colándose por la ventana.
MESES DESPUÉS
En el vórtice de la montaña. Saltaste Koi. Pez-amor. Interminable. Agresión al borde del vuelo. Con ardor a flor de piel. La música se le escapa. No tu rostro. No tu aliento. Desdoblar tu piel como papiro egipcio y ponerte a contra – luz. No hay libertad más visceral. Tu amor atravesó mi burka. Todavía tus manos haciendo música en mi espalda. Por ti que existe el momento. Ruptura. Palabra derretida. Vertida. Sagrado dolor. Naturaleza negra. Abrazar a contradicción. Lugar donde no estás. Ausencia que arrastra ausencia. Te estoy amando. ¿Puedes oírlo? Cuerpo goteando. ¿Cómo atraparte? ¿Escribir – te? Pedazo de carne alucinante.
MENSAJE DEL AGUA…
Tú floreciendo dentro de mí. Multiplicando tu nombre y tu sangre. Padeciendo distancia y tiempo-absurdos. Pienso, (sin decírtelo) que el silencio era el lugar para el amor. Y nuestra música. Hurgando. A oscuras. Desatando un nudo ciego. A ciegas. Fascinante. Buscando piedras preciosas que delataran nuestro origen. Estallido de una boca, quizá de dos.
CUANDO EL CORAZÓN SALIÓ DE SU CASCARÓN
Latiendo. Pujando. Sístole. Entro en ti con los ojos abiertos. Diástole. Rebanar/esparcir/regar. Mirada melancólica derritiéndose en tu boca. Me derramaba sobre ti. Miedo desportillado (antigua estatua griega). Palabras sin cauce. Vaso de agua sin agua. Te yergues y te ahogas en nuestra pecera de palabras, siento tu respiración entre mis piernas. Tus ojos están hechos de fuego. ¿Quién nos salva? El lenguaje se desmorona y su sombra nos rasguña. Aún vivimos, aún un cuerpo sobre el otro, una boca untada de sal marina y piedras volcánicas, saliva rebosando, oscuridad parpadeante. Tu ombligo se despierta y arrastra tu azucena. Amarte es como montar en bicicleta. Las mil y una bocas derramándose por mi espina dorsal. La noche trepa hasta la comisura de la tierra. Asisto al descuartizamiento del miedo. Éste es tu cuerpo que será derramado en las paredes y en la tina. Pataleas. Te preguntas en dónde naces y en dónde termino. Quietud viva. Fucsia. Armada como rompecabezas. Final del movimiento. Mi boca se llena de púrpura.

MI
Mágico. Colores babosos. Entre amarillo y gris. Entre su pierna y la sábana. Presenciar su sexo irascible. Violento. Sus miradas me dejaron muda. Olores fuertes. De hierbas y licor. De abejas y anís. Me suelto. Las enredaderas de la cama crecen para sostener mi espalda. Quitarme un poquito de infierno. Un sedante contra el ardor verde de nuestros ojos. Miembros imperfectos para el pincel. Demasiado. Demasiada carne. Por encima y por debajo. Por las laderas de su sangre. Dejamos de existir. Otra realidad para entender los sueños. Aire más agudo. Ficción sin argumentos. Es el cuerpo hablando. Muerte convertida en nuevo nacimiento. Cuerpos mellizos. Moscas de Manzur perforando la piel del deseo.
Koi. Deletrea la palabra ho-yo. Hurga. Se hunde. Víscera e intestino. Amarte. Vomitar libélulas. Koi flota alrededor de la hoguera. Araño su rostro y su espalda. Puja tus instintos. Introduce tu dedo en la palabra “más.” Hala. El pelo. La falda. ¿Te gustaría desempolvar mi ingenuidad? Caza la liebre. El pájaro. La quietud. El espejo. Mi mano sosteniendo la escopeta de mi padre. Apunta a la pupila. Al vaso de agua. A la boca. A la primera palabra que aprendí. –Silencio- me derrito. Estamos de cabeza. Traga un poco de tierra y dispara. Hablo de meditar, deshacer el lenguaje. Fundirse con el carbón. Descomposición de la materia. Movimiento en dos dimensiones. Amor salmón. Bucear entre colmillos y música marina. Deliciosa mordida. Flor enrarecida. Koi y ella haciendo amor bajo el agua. El instinto de gritar aflora. Cuerpos ondulándose. Mi boca pierde su memoria. Aprende el lenguaje de la piel. Mi boca torpe, no sabe más que besar y lamer. Siento a pedazos. Como un baile cojo. Ecuación sin resolver. Oscilación entre el silencio y el deseo. Me desbaratan sus provocaciones minimalistas.


RE
Nuestro parto. Dolor compartido. Profundamente delicioso. Inacabable. Inabarcable. Caminar descalza sobre tu pecho a punto de estallar. Escrituras que no conocemos ya han sido escritas. Profetas, magas, adivinadores del tiempo. Jeroglíficos. Palabras prehistóricas. Pinturas de mujeres cabalgando bisontes en cavernas milenarias. Escrituras que hablan del secreto de amar. Toma tu lugar. Koi. Lo demás se fracciona. La historia se desteje, el lenguaje tiene vidas paralelas. Reconstruimos el cuerpo cuando amamos. ¿Por qué el mío roto? Venas y fibras separadas mostrando el esqueleto, materia roja y vibrátil. Un cuerpo roto ama en abstracto. Koi. Te reproduces. Hay pedazos de ti por todos lados. Gurú ¿Cuándo lloverá? Luego de ti amaré los perros. Ardes. Y puedo ahogarte. Si quiero. Cuando te quiero. Qué te importa. Aquí no hay aire. Y tu nombre se hace verbo.
Amor entre dos razas conectadas a la pulsión del mundo. Infinidad de preguntas y evasiones para perpetuar nuestra existencia. Koi termina de crear la noche. Bebe agua turbia de sus pesadillas. Desciende al habla de la mente. Resistir. Enredarse en su lengua. Hacer ruinas. Trazas. Su boca está llena de agua. Amenaza con despedazar. Ella. Torpe. Levitando en su sombra húmeda. ¿Hasta cuándo? Qué necedad. Esperar. Un seno. Morder. Un lápiz. Dibujarlo en la piel. Alimento. Escozor. Como una luz intermitente. Tendida en el lago. Observaba. Pequeñas olas. Casas. Ojos de Koi queriendo lanzarse. Se perdía en otras lecturas. Me alejé. Secarse al sol era placentero. Arena. Las palabras halan al fondo. Borde deslineado. Pero Koi se niega a las buenas costumbres, ella sigue sus pasos. Se desfigura el límite. Tenemos agallas de pez. Toma tu lugar para no ver. Lo real se vuelve incomprensible. Nuevo parto. Koi devuelve el tiempo. Te veo por primera vez en un camino recorrido mil veces.


SOL
Borrasca. Trastes. Zapatos rotos. Camándulas o látigos. Paisaje matutino. Meticulosamente descompuesto. El afán. La partida. De memoria. Playas falsas. Mujeres postizas. Madres desdentadas. Escupidoras. Castigos. Predicaciones. A pesar de la ciudad, la piel sangra, rencor. Abren sus ojos, piedras clavándose en ellos. Marionetas prohibiendo el deseo, alejando a sus hijos del conocimiento, escondiendo algarabías en naguas sucias, mujeres y hombres que olvidaron amar y ser amados… delirio bíblico. Mantos untados de deseo. Confesionarios mohosos. Equivocada cruci-ficción. Santas ganas de asesinar. Escapulario o liguero. Túnica o velo. Cáliz o whisky. Alabado cuchitril. Pozo al que nadie desciende. Amistades peligrosas amenazan el agua estancada. Laúd estruendoso. Despellejar a una mujer era cuestión de hábitos. Románticos incendios en absurdas iglesias. Qué hay en tu cabeza. Historia de una mentira. Retoque de campanas en un bosque lejano. Cuerpos tambaleándose, perseguidos, reducidos, acorralados. Bocas rotas lamiendo mármoles y piedras santas – podridas-Acuclíllense. Nos succionan. Muérdanse la lengua. No nombrar, balbucear, delirar. No. Te descuelgas. Te persignas. Te mientes. Te acosas. Tiemblas. Tapas tus oídos. Sacas la cabeza del pozo, te estrangulan, te hunden, te lanzan una y otra vez al fondo con la piedra atada a tu cuello.
Reímos, a pesar de todo. Dientes rojos, sílabas sangrantes. Dolor intramuscular. ¿Buscas la salida? El pasillo sin fin. Atraviesa tu oscuridad. Ojo dorado. Colmillos persiguen mi cuello. Aquí estoy. Aquí estuviste. Doble labio. Qué hay debajo de la sábana. Carcajada. Cardumen de erotismos. Muslos blancos, de yegua. Canela con orégano. Abajo. Más abajo. Nace la hija de las mil leches. Potra adolescente. Aprendiz de hechicera. Amante. Debajo de mi sábana. Gritos de primeriza. Medusa acorralada.
¿Qué hay de malo? podar el jardín no es cortar la maleza. Gritos y gemidos para inspirar un coro celestial. Siempre puede ser más intenso.

NO LUGAR
Cavar un hoyo en la tierra. Atravesar el continente, salir a respirar a la India, Sierra Leona. ¿Se podrá amar en el Triángulo de las Bermudas? Koi, ¿cuánto tienes en el bolsillo? Descubrir un nuevo país para reconstruirnos. Arte o el instante de buscar aquello que no se tiene, que está por decirse. Rehacer la casa antigua que habitamos. Un lugar posible. Vislumbrar, inventarse para no repetirse. Extraer uno a uno los interrogantes vitales incrustados en la piel.
Ella enfrentada a su obra; ambas, desnudas, explorando la oscuridad delirante de la creación; vertiente del yo desenfocado, plural, en contraste. Ella ¿Despiadada? Estrechando el arte y la vida, corazón de la piña. Sujeto y artista, construcción y desplazamiento, búsqueda de un lugar donde reposar y combatir. Una gota de agua para llenar el vaso vacío de Koi. No hay nada y en esa nada es donde nadie habla a nadie, y nadie habla de ella y nadie exige explicaciones. Inaugurar la creación desde la nada, intentando… asomar al mundo la creación artística; entreabierta, fea, por tanto bella, inaceptada. Hacer presente algo que se creía ausente en ella, restauración del cuerpo mortuorio y mutilado, incómodamente embalsamado; cuerpo - fuera – de - la- historia. Su origen, recobrar el ritmo antiguo de las cosas que alguna vez tuvieron vida: mano izquierda, vientre, dedo meñique, creatividad, pensamiento, fluidos, secreciones, partituras. Graffiti callejero en las inmaculadas paredes de la academia. Encontrar cabida, esparcir el amor en el espacio invisible del arte.

Escritura de Carito

MUJERES DE NIEVE

por Carolina Peña

Irreales, escurridizas, inconclusas…

Llamadas así por eso innombrable que permanece entre las piernas. ¿Qué significa, qué estarán pagando, ellas por qué se quejan?

Tan diferentes, desconocidas; ese punto entre lo visible y lo invisible. El espacio que se teme pisar, la linea que no se quiere comprender, el velo que pocas se atreven a levantar, la puerta medio abierta, el círculo rojo, el ciclo.

La pregunta sobre la mujer. Como puedes atreverte a responderla, si te acercas al espejo y no recuerdas haberte visto alguna vez.

Cómo teorizar sobre la identidad si prefieres no acercarte. Cómo conocerlas si no has tocado la nieve de los huesos, no identificas los espacios de mantequilla, no conoces la forma de tu vientre ¿Como reconoces el reflejo de los otros?

Enloquecida buscas explicaciones en lugares equivocados, en personas erradas, en amores inventados. Como si las respuestas las tuvieran los otros, como si los brazos ajenos abrieran el camino. Salidas de emergencia que inventas, libertades asfixiantes. Alucinaciones.

Mentira insoportable. No puedes respirar, tu garganta es un tubo de ensayo lleno de humo. Cobarde, monstruo invisible.

El tubo de ensayo se quiebra y lo que sale de tu boca es un grito de humo que parece asfixiarte. Grito masoquista; quejido de dolor, de indiferencia, de negación, vergüenza, historia, quietud, mentira, cárcel. Abertura, aire, liebre.

El grito es definitivo. La salida está en el circulo de arena; la batalla es con tus monstruos. La guerra es contra ti misma.

Y lo que sigue es caer. Alas de lechuza. Deseo, placer en esa forma de desplomarse. Viaje sin regreso. Caída definitiva. Adentro no hay forma de medir distancia. La llegada del animal nocturno.

Heridas, relojes de arena que te reclaman de mil maneras, pero no puedes responder porque no sabes quien eres.






LA GRAN BATALLA

No hay opciones. El juego es tú y tú: tú con, tú en contra, tú en frente de…LA GRAN BATALLA

OPONENTES:
La mujer sin cuerpo vs la mujer invisible

ARMA:
Letras puntudas, afiladas.

RIESGOS:
Confundirse con el oponente

OBJETIVO:
Caer en uno de los abismos

RESULTADOS:
Cualquiera

REGLAS:
Apretar los ojos y correr por todo el espacio
Cerrar los puños y golpear lo que interrumpa el destino


¿Desconocido?
Eso lo hace excitante...


Las caídas inesperadas son inevitables, así que las opciones son las siguientes:

Hundirse
Patalear y levantarse
Caer en el siguiente hueco, orificio o trampa natural.

Si todo está claro, que empiece la batalla; y si no, será aún más emocionante.


En el espacio circular no sabes contra quien. Buscas la puerta, no sabes cuál, si la roja o... sacudes la arena de tu cabello, tomas el arma. Te acercas, dispuesta a atravesarlo todo con la fuerza de la pantera. Entregarte a la pelea. Derrotar la esfinge.

Justo en el filo del enfrentamiento, desaparecen.
Desierto. Esperaste el enfrentamiento casi veinte años. La degollaste a ella, a él, a ellos. Era la última muerte ¿y ahora? Con el armamento listo y no hay rastro. Vacío, un espacio indefenso que te pertenece. Oportunidad para acercarte al punto ¿Cuál es la puerta de cristal que debes rasgar con tus uñas rojas?

Te burlas de la acción no empezada, del miedo; temías rasparte o quedar inválida en el intento. Todas las impresiones deshechas.

Años más cerca de la arena. Quieres reconocer ese ritmo africano, indígena, sobrenatural, verde, salvaje, místico. Te acercas embriagada, hipnotizada, orgullosa. Crees haber hallado el desembocamiento del sonido, la entrada de vidrio que se encarga de chuparte.

Y te arrastras. Una cueva de barro. Pataleas con fuerza, siguiendo las instrucciones. Tierra, negro, desespero. El fango agitado entrando en la nariz, un cordón atascado en alguna parte. Halando descontroladamente. Angustia, terror, y después... todo termina.

Abres los ojos en un lugar limpio. Un viento salvaje arrastra el cabello a tus mejillas. Vestido negro, a ti que tanto te gustan. Intentas caminar, dar el primer movimiento. Tu primer paso es una ola de espuma, lenta, indefinida, despreocupada. Cuando la espuma toca el suelo tu pierna se quiebra; una burbuja blanca que no puede componerse. La otra pierna es una bolita de algodón que desaparece en la mitad del campo amarillo.

No es dolor, es un ¿dónde? ¿Qué? Y tu hermoso vestido es chupado por la tierra. Vergüenza. Odiarías que alguien aparezca y te acuse. Como una avestruz, metes la cabeza entre la tierra y aguantas la respiración. Buena forma de esconderse, en un útero que nunca se seca. Te mantiene pero no te empuja.

Están tú y tú…

Tú, quita sus manos del pecho y te muestra los sucios nudos de plástico que la componen. O los desatas o las dos permanecen enredadas en la tumba

No es una opción. No quieres decidir. Deseas despertar en una hoja de papel naranja que te de risa. Demasiado tarde. Esta es la palabra definitiva, el último párrafo. La avestruz, los pies de espuma, el barro en la nariz, la vergüenza, el bebé moribundo en el rincón... No hay duda, eres tú.

“La Gran Batalla” difícil decisión. Apenas un feto morado hecho de pitillos de plástico. Suspiras, dudas. Podrías posponerlo, oponerte, inventar cualquier truco. Sin embargo, te acercas, atormentada. No soportas ese sonido estúpido que viene de ti. Piensas en la posibilidad de acabar contigo, tomar los pitillos y. No podrías, eres demasiado... Hallas el umbral. Metes la cabeza en uno de los nudos. Recuerdas el avestruz; esta vez como coraje, atrevimiento, riesgo.

Rostros. Palabras. Imágenes. Mentiras. Abandonos. Acusación. Negación. Perdida. Absoluto remolino. Ni siquiera tienes cabello rojo. El espiral en el estomago. El ruido insoportable. Paredes de mantequilla. Gritos de diferentes gargantas. Rincones. Te retuerces sobre una hoja que tiene tus huellas. No hay otra, eres tú. Dentro de ti. En busca. La unión se produce. Una separación imposible.

Sacarte las tripas
El cabello colgando de la mano

Hay una combinación entre el placer de la creación y el terror del descubrimiento de las mujeres que guardas. Absorbes lo que se atraviese, atravesándote a ti misma.

Medusa alza sus serpientes, desafiante, pero como huir si eres la de las serpientes. Sótanos de arena. Debe ser porque buscas una salida, debe ser por la tierra. Debe ser porque te importa poco la forma en que te nombran, te preocupa la forma en que te castran, la manera como te fragmentas. Buscas el hilo definitivo que te lleve al centro.

Al enfrentamiento de un mundo no visto, a la visualización de lo negado. Al centro de un campo blanco, en el intento de sostener una conversación con una voz sin imagen corporal exacta, definida o comprobable biológicamente.

-No más fronteras que dividan nuestros cuerpos malogrados por una existencia rechazada. No más oscuridad entre tus ojos y los míos.

-Casi tengo que inventarte; casi tengo que morir para revivirte.

- La única salida es inventarnos, ya que no es posible hacerse visible para el otro.

-Mutuo desconocimiento. Cómo descifrarte si no me conozco. Cómo encontrar las silabas que hablan por mi cuerpo. Cómo comprenderme a través del otro, tú.

-Como alimentarnos el uno del otro sin llegar a destruirnos. Como alejarnos sin contaminar la ausencia. Como regresar sin infectar el presente, ni los recuerdos ni el futuro inventado.

-Dos, el puente construido. La pregunta sobre el otro a punto de resolverse.

-El otro: tú, ellos, ellas... sumergidos en la locura, hablando con sus muertes.

-Rompe con tus uñas las mascaras de vidrio. Tú y él; tú y ella; tú y ellos. Todos de cristal.

- Las puertas de nuestros cuerpos se abren. Flotan sobre la sangre espesa de los jardines.

-Temo atravesar el espejo y confundirte conmigo

-Demasiado tarde ¿no crees?

V i s i t a a l a c a s a d e l o s s u e ñ o s

“Me debo a mí misma no borrar el recuerdo del camino”
--Nicole Brossard


Un día ella descubrió que su vida comenzaba a desprendérsele como una piel.

Me interesa el arte como propuesta de conocimiento que cuestiona y expande los límites del cuerpo; epistemología que no desliga lo subjetivo y lo objetivo. Mi definicion de trabajo del performance es: “tender el cuerpo” sobre la falla, sobre la materia estudiada para ver qué se puede descubrir; una manera de replantear el conocimiento, a partir del cuerpo. Esto es siempre un riesgo y un reto, un viaje a lo desconocido, después del cual el viajero nunca regresa igual. Una experiencia de confusión profunda y una experiencia de verdad, que al fin y al cabo nos hace más perceptivos, más lúcidos, más generosos, más capaces de entrar en contacto con lo real.

Ella se saca de la boca una espada.

La “Visita a la casa de los sueños” es el intento de narrar por medio de fragmentos de escritura una experiencia de creación desde el cuerpo, su confusión y aprendizaje. El texto está conformado a partir de las siguientes hebras:

La casa de los sueños era ese lugar…

(1) Una pregunta por la creacion desde el cuerpo; y su confusión –

…Bitácora del cruce entre el allá y el acá. Cruce de mundos. Vuelo estático que de la única manera que logro explicarme es como aventura espiritual, padecimento místico. Mi propia necesidad de asimilarlo, de dejar entrar la grandeza. Expansión de la percepcion, de la libertad y del deseo a un mismo tiempo – ¿conciencia alterada, conciencia expandida o felicidad? Viaje metafísico biológico en el lenguaje, como el del gusano que se convierte, o la lagartija o el renacuajo. Séptimo anillo de la serpiente. Y el dolor del séptimo anillo….

(2) Una historia de amor –

…Es posible hablar del viaje, de lo que produce en mi sin hablar de ti, sin decir que te quiero?...
(3) Otras experiencias de creación—
…otros habían nadado en ese lago antes. En lo más hondo de la noche. Saltando al agua sin un solo chapuzón. Los cuerpos perfectamente desnudos como retornando a la madre. Hermana Ruth. Hermana Anna. Hermana Dianne. HD es el nombre de la oraculo. Hermano Tarkovski. Y Virginia, la madre…
Me interesa discutir en el grupo preguntas como estas:

Nos interesan los procesos.

---La creacion como búsqueda de conocimiento
[Cómo la experiencia y reflexión sobre la creación iluminan qué es el conocimiento y/o la epistemologia científica y sus vacíos; hay algo que pueda llamarse ‘verdad’ en la creación; ¿qué está proponiendo el arte que no esconde su proceso?]

---Qué significa componer desde el cuerpo
[El texto como un espacio abierto, sin terminar, donde la búsqueda de la forma es parte de la resolución del trabajo. ¿Cómo el texto encuentra su forma? Quisiera crear el texto en la forma en que el artista crea una obra abstracta. ¿Qué rutas, qué figuras son posibles? Quiero observar parametros de composición, posibilidades de libertad. Donde componer el texto es también componer el cuerpo.]

---Fronteras entre lo autobiográfico y lo fantástico

---El no-saber como método
[Quiero explorar la confusión. Por que es tan confuso, tan difícil el proceso de reconocer el cuerpo, de expandirse, de liberar el escribir, sentir, pensar. ¿Por qué el miedo y la angustia y la incomunicación? ¿Cómo hacer honor a esa confusión, arrullarla, como no-saber, como una nueva forma de conocimiento? Qué me está enseñando? ¿Qué se puede decir sobre el miedo y la fascinación de trabajar con el no-saber como método?]
“No busco el centro ni la salida”
–Nicole Brossard



NOTAS PARA UN PERFORMANCE


Un día ella descubrió que su vida comenzaba a desprendérsele como una piel…

Escojo la escritura como método de investigacion. La escritura como performance que cuestiona y expande los limites del propio cuerpo.

“to lay the body down over the fault --- el cuerpo como sismografo, registrando la crisis” (Rob Halpern)

Otro mundo es posible.

Ella se saca de la boca una espada larga.

Lo que expongo ante ustedes en este espacio es la pregunta abierta: mi proceso en-proceso, en estado nasciente, la composicion confusa y destellante de este metodo de conocimiento, en el que me encuentro en constante autocreacion…

Escribo para aprender; que significa estar viva.

Lo que tengo en comun con mi hijo de 7 años: exploracion es nuestra palabra favorita

…Bitácora del cruce entre ésta y la otra orilla. Vuelo estático. El secreto para atravesar paredes. Expansión de la percepcion, de la libertad y del deseo a un mismo tiempo. Mi necesidad de asimilar su conocimiento cifrado – Viaje metafísico biológico en el lenguaje, como el del gusano, o la lagartija o el renacuajo. Séptimo anillo de la serpiente.

…otras habían nadado en ese lago antes. En lo más hondo de la noche. Saltando al agua sin un solo chapuzón. Los cuerpos perfectamente desnudos como retornando a la madre. Hermana Ruth. Hermana Anna. Hermana Dianne. Hermano Tarkovski. Y Virginia, la madre… HD es el nombre de la oraculo. Ella repite sus nombres como una invocacion. Habla la oráculo:

this is the age of a new dimension,
dare, seek, seek further, dare more,
here is the alchemist’s key,
it unlocks secret doors,
the present goes a step further
toward fine distillation of emotion,
the elixir of life, the philosopher’s stone
is yours if you surrender

[…] found secret doors unlocked,
floundered, was lost in sea depth,
subconscious ocean where Fish
move two-ways, devour;
when identity in the depth,
would merge with the best,
octopus or shark rise/from the sea-floor [..]
– H.D.

Tan dificil llegar al punto de entrada. El viaje es hacia adentro. Sólo por vías subterráneas. Surrealidades. Pasajes subacuáticos. Al interior del cuerpo.

She is too big to put her head through that little door.

Un proceso de ruptura sobre ruptura.

“Unconscious ocean where fish swim in 2 ways, devour” (HD)

Ella ha tenido que romper el lenguaje para llegar aqui.

Ya conocía la casa de los sueños. Ya conocía el bosque húmedo casi devorando la casa. Las ramas y enredaderas penetrando las ventanas del baño. Conocía las sillas rociadas del polvo de los sueños. El aire narcótico—que a la vez adormece y despierta— ojos bien abiertos repentinamente arrojada al pozo frío del momento—en confusión.

---¿Qué has venido a buscar?

Estoy aquí porque quería escribir. Mentiras. Estoy aquí porque estoy buscando mi casa. Mentiras. Quería ver cómo los muros de la realidad se desmoronan. Mentiras. Estoy aquí porque quería verte. Quería volver a sentirme profunda y enraizada, electrica, emparamada y temblando. Estoy perdida.

…Cuando esté lista para desprenderme del te quiero no te quiero, de la margarita. Cuando ya la haya deshojado toda.

--Qué quieres?

No puedo decirlo de frente porque no sé que diria.

Exploracion de la extrañeza, de la belleza de la confusion. Una visita a la casa de los sueños. Donde estoy en el trabajo. Donde estoy cerca de los secretos. De los flujos. Las humedades. Los musgos. Dónde arboles pulpos. Aguas o pantanos. Donde nado en círculo hasta deshacer el muro.

Siguiendo el rastro de las nadadoras, los caminos que han dejado en su paso hacia la orilla invisible. Siguiendo la estela de mis hermanas. La cortina de estrellas aun titilante. Sus rastros iridiscentes sobre el agua del lago. La extraña lengua de las ondinas:
He venido a hablar con la oráculo:

---Explícame la confusión.

Para llegar al cuerpo tuviste que romper tu lenguaje. Romper con todo menos la imagen de las manos de la madre.

En los limites de la incomunicacion… no te asustes.

En una habitación sin ventanas ni puertas. Trabajando.

Te dijeron: Anna, no lo hagas. Pero tu necesitabas ver.

Raspando y raspando un paisaje con la punta de una aguja. Hermana Ruth. Hasta que el verde se hace blanco, el verde oscuro negro. Espejo invertido. El cielo se hace mar. El afuera se hace adentro. Destapando. Canales subterraneos. Ojos de agua. Autobiografía arborea. Con los pies entre un plato de agua fria.

Con arboles como pulpos

Sin saber si ella está encima o debajo del agua; si dormida o despierta

el lago oscuro

a ver si algún día echamos raices.

donde no sabe si eres maestra o amante, oráculo, mascarón de madera, Virginia Woolf, nasturtium, siesta al borde del abismo, despierta despierta…

abierta a la extrañeza…
Pensaste que ella era el mundo. Pensaste que ella lo era todo. El proyecto. El conocimiento.

Ella toma fotos, con una cámara sin rollo.

Quiero—

Prohibido tocar

¿Cómo deslindar el viaje del amor? Como deslindar el amor del conocimiento, de la libertad, del estado de atención?

Salgo a perrear y soy mordida.

Despierta

Un viaje epistemológico.

Todo tan confuso.

Tenía un mapa detallado pero lo perdí

“I no longer seek the center or the exit” (N. Brossard)

Esta escritura termina en nudo.

N O M E D E J E S C A E R : escrituras para componer el cuerpo

N O M E D E J E S C A E R : escrituras para componer el cuerpo

por:

Juliana Borrero, Deicy Mariana Pérez, Mónica Ardila, Libardo Cortés, Lizzbeth Emilse Sánchez, Gloria González, Carolina Peña, Adela Ávila, Gina Brijaldo, Rocío Gavilán, Andrea Vargas y Melissa Mateus.
Proyecto de investigación Lenguaje y Paz. Grupo Senderos del Lenguaje. UPTC

INTRODUCCIÓN
Una mujer se saca las tripas por la boca y las deja caer en una pila a sus pies. “Luego tomo una de las puntas y comienzo a tejer, utilizando mis brazos como agujas de tejer hasta que lo he tejido todo. Sostengo este tejido enfrente de mi cuerpo desnudo de manera que me cubra. Por medio de esto saco afuera todo lo que no es mío y abro espacio para algo nuevo. Hago orden exterior de un enredo interior.” (Jayne Parker hablando de su performance, K, en De Preester) .

Desdoblar el cuerpo y poner lo íntimo afuera. Fundas de satín. Paredes de carne. Roja oscuridad. Sensación de cueva. La parte asesina. La parte libre. La parte balbuceante. La parte menos conocida… Venas, tripas, sangre, corazón. Una operación abierta de corazón abierto. Auto-operación en la que saco afuera la extrañeza de lo íntimo para conocerlo, explorarlo, reclamarlo, tejer un lugar para ello dentro del mundo social. Se busca el ser desde la crudeza de su base biológica: poner el dedo en el punto preciso del cuerpo donde es producida la subjetividad.

Sensación de déjà vu. Aún al más desprevenido espectador algo le grita por dentro que dice yo soy, o fui, o he sido. Esta forma de arte íntimo produce interés y a la vez incomodidad. Un interés que viene de la tripa –curiosidad, identificación, recuerdo corporal. Una incomodidad que viene de la piel, de la piel social, cuya función ha sido tapar –proteger, enmascarar la extrañeza profunda. Repudio. El cuerpo espectador grita: guarden ese pedazo de carne que han lanzado enfrente mío. Al menos cocínenlo, o háganle algo para que no me recuerde al pedazo de carne que soy. Algo así. La incomodidad no es casual sino necesaria. En la medida en que “la piel despierta”, el cuerpo hace reconocimiento de algo que estaba olvidado, escindido, desintegrado; y en ese momento, la obra gira. Hacia el otro.

No es de mí que trata este texto, es de ti. “Estoy escribiendo tus memorias te haré sentir, Hombre Muerto.” (Lou Robinson)

Entendernos como cuerpos es entrar en un acto de re-membrar. Llegar al recuerdo de que somos cuerpos físicos conviviendo con otros cuerpos físicos en un mundo circundante en constante autocreación. (Ellie Epp, 2006) Y todo lo que esto implica. Ya no la escisión cuerpo/mente/alma. No la distribución de: sentir, percibir, imaginar, pensar, como tareas aisladas. No la capacidad de razón separada de la capacidad de contacto. No la capacidad de vida supeditada a la academia.

Como cuerpos somos estructura (Ellie Epp, 2005); siempre cambiante, siempre en proceso. Somos estructura con características particulares; más -o menos- capaz de asumir la osadía de integrar. Ver más profundo. Pensar más lejos y más cerca. Inventar lo necesario. Captar al otro. Ser - más.

Retomar el sentido del cuerpo es posicionarse en una honestidad donde se parte de la propia estructura como incompleta. Se trabaja tanto con lo que se sabe como con lo que no se sabe, con lo que se es como con lo que no se es. Y todo trabajo, por objetivo que parezca, es trabajo que se hace sobre el cuerpo.

“El trabajo con el lenguaje es aquel donde el ser mismo está en juego” (Roland Barthes)

“Trabajo hecho por nosotros mismos sobre nosotros mismos como seres libres” (Michel Foucault)

¿Qué busca el trabajo desde el cuerpo? Renovar nuestras formas contacto con lo real. Poner en crisis lo que hemos sido, para entrar a crear lo que podemos, queremos y necesitamos ser.

Investigación: “trabajo hecho desde los límites de nosotros mismos” (Michel Foucault)

Asumir con todo el rigor, la inteligencia, la sensibilidad, la valentía, la generosidad – con toda la urgencia - la tarea de inventar el ser.

En el trabajo con el lenguaje, dar cabida al cuerpo es comprender que este lenguaje surge de y altera la estructura física de nuestros cuerpos; asimismo el funcionamiento de las personas. El diagnóstico del lenguaje siempre es el diagnóstico de un cuerpo. (Ellie Epp, 2005)

Todos escribimos con el cuerpo, pero escribir desde la conciencia del cuerpo es atreverse a dar el salto interior que permite que el lenguaje nos sorprenda, des(a)nudando nuestras partes segregadas, revelando conexiones inconscientes.

“Con esto hago orden exterior de un enredo interior”. (Jayne Parker, en De Preester).

Escribir desde el cuerpo es marcar el camino –célula a célula- de una trayectoria de lo que se ha sido y no se es, a lo que se necesita y se puede llegar a ser. El lenguaje se tiende como puente no metafórico sobre el abismo –la segregación- interior, haciendo posible en el texto la búsqueda de la estructura que clama cada cuerpo, la estructura que sería coherente con la forma de ese cuerpo, la estructura en la que el cuerpo se reconoce.

En complicidad con el cuerpo, el lenguaje es radical; puerta abierta hacia nuevas posibilidades de ser, mirada renovada sobre nosotros mismos. Y los otros. Una propuesta donde la máxima función del lenguaje no es su capacidad representativa sino de presentación, exposición, acto de hacerse presente y por medio de esto performar, componer el ser. Entre la piel y la tripa.

Rodé desnuda sobre una hoja de vidrio, luego sobre astillas de vidrio, y finalmente sobre la pantalla de papel. Las cortadas en mi piel resultantes de las leves heridas hechas con el vidrio roto son aperturas a lo íntimo, al interior de las venas, al interior del cuerpo… al observarse desde afuera el cuerpo es una superficie de proyección… la incisiones son aperturas hacia lo que está adentro, abren la imagen, son un corte sobre la superficie de proyección de la representación, es decir que el cuerpo corta la imagen de cuerpo, y se entrega a la mirada. La función simbólica del cuerpo es cortada y abierta [expuesta]. (Valie Export sobre su performance Eros/ion, en De Preester)

“El cuerpo, dominado por los signos sociales, es cortado y abierto a su dimensión biológica”. (Helena De Preester)

La escritura que performa el cuerpo, entonces, es el abordaje de esta como exploración de la rareza, la belleza, la diversidad, lo que aún no sabemos, de la experiencia humana. Es buscar un sentido renovado a la vida desde las bases biológicas que nos hacen palpitar; desde la humildad de lo poco que sabemos y entendemos acerca de lo que somos. Se trata de una escritura que, como lo dice Helena De Preester refiriéndose al performance, esté a la medida de la tarea de “producir y reproducir el cuerpo una y otra vez. El cuerpo en movimiento y experiencia como un proceso de final abierto, abierto a la otredad, pero también vulnerable en su apertura [exposición].”

¿A dónde nos han llevado cuatro años de exploración de la escritura desde el cuerpo en el proyecto de investigación Lenguaje y Paz? Qué convergencias y divergencias encontramos en nuestra búsqueda de escrituras que performen los cuerpos que somos? NO ME DEJES CAER es el mapa que reúne los 5 trayectos recorridos en el lenguaje para explorar, reconfigurar, poner a prueba, componer el ser: levedad, literatura como medicina, oscuridad, fragmentación y erotismo.

TRAYECTO UNO: L E V E D A D
[12 personas en traje de coctel, de negro, impecablemente peinadas y arregladas, entran en fila, con determinación al escenario, cada uno con un libro blanco de diferente grosor y tamaño, bajo el brazo, asumen sus puestos.

A la izquierda, adelante, hay cuatro sillas negras en fila, que ocupan cuatro personas, adoptando una posición levemente inclinada hacia la derecha, como si se las estuviera llevando el viento. Inmovilidad y silencio general durante 10 segundos. Luego uno por uno empiezan a leer.]

1.
El cabello del río cubriendo mi cabeza, enredando los dedos en mi cabello. Mi cabello fibroso, vidrioso, oleado vaivén, cuando todo se mece. Mi infancia, la de olores de colores. Voy al campo a bañarme en los ríos mientras mi mamá lava la ropa en las piedras grandes. Voy a jugar con mi hermana en los pozos; voy a espantarme con los sapos y sus babitas, a hundirme en sus arenas, a buscar piedras transparentes, piedras para pintar en las tardes en que era necesario que lloviera. Veo claramente los renacuajos, tan diminutos, tan negritos. Eran comas y los charcos estaban llenos de ortografía; había huevos como puntos, piedras como puntos suspensivos... Me daba miedo dejarme llevar por el agua hacia las partes hondas.

Acostumbrábamos con ella flotar en el agua, imaginarnos el mar. Recuerdo que yo no podía, entonces abría los ojos. De frente, sobre mí, el cielo, en ese azul que todavía no he podido decir. Ese era el mar para mí. No lo imaginaba, sólo me situaba en uno de los recovecos de las nubes, que yo creía que eran las orillas, con sus rocas enormes. Allí en el mar del cielo solo estaba yo, nadie más. Gritaba, y mi voz se perdía. Oscurecía el agua. Yo en medio de, en la profundidad.

Ella se enrolla sobre su cuerpo como nueve, queriéndose mirar hacia adentro. Su espalda hace un arco media luna como recordando el vientre. Sus brazos cierran el cuerpo en un abrazo eterno, sin rostro.

Si me preguntas qué es la noche, te diré que es la hondura de mi cuerpo. Si me preguntas por el tiempo noche, te diré que la hora en las noches de mi cuerpo es génesis, noche creadora, metamorfosis de sueños en materia viva dentro de mí. Entonces diré que la noche, más que tiempo, es espacio. Que en el principio fue la noche, y que la noche era agua. O esto, que en el fondo del mar la noche es permanente. Vivo en una noche adormidera de sombras hechas jardín.

En el principio, fue lo amorfo, abstracto y sin líneas. En el principio fue la hondura, y solo un punto blanco en el fondo negro. Después un haz de luz atravesando el microcosmos. Punto y haz conjugándose, creando desinencias. Luego yo con deseos de volver a mí, en mí, y estar contigo, tú.

Tú nunca me hablas, tu silencio me rodea. Sabes que así no puedo respirar. ¿Qué sientes? ¿Qué es eso en lo que tanto piensas? ¿Por qué me hiciste con boca si ibas a ser sordo? ¿Por qué me hiciste con oídos y te escondes en el silencio? Yo te sentía por la misma trampa del pie amputado. Tú eras esa parte de mi cuerpo que seguía viva en mi cerebro, por eso te seguía sintiendo.

Fue necesario entonces mirar hacia atrás. Tenía que aprender a conjugar en pretérito. Empecé por los recuerdos. Tuve que irme más allá, recordar el cuerpo, rescatar los sentidos de la noche del pensamiento. Un día perdí el control de mis manos, me involucré con la locura como delirio, y delirio como deslizarse por un tobogán de recuerdos. Entonces irse, sea como sea, y sea para donde sea, irse en espirales de palabras y sentir cómo esos espirales de palabras descienden en espirales de sensaciones, más abajo hasta llegar a un espacio más real...
Por Mónica Ardila
2.
“El hada de los aguas, guardiana del espejismo, tiene en su mano todos los pájaros del cielo. Un charco contiene un universo, un instante de sueño contiene un alma entera”
–Gaston Bachelard

Detengo mi camino, giro la mirada y encuentro a la niña, detenida una tarde de tibio sol ante un pequeño estanque, tratando de adivinar dónde se hallaban las ranas que oía cantar, de dónde provenían sus tímidas voces.

Fueron sus ojos testigos de días fugaces que pasaron sobre su cabeza y dejaron en ella el recuerdo imborrable de tardes sofocantes entregadas a la curiosidad por lo que su cuerpo sentía.

¿Hacia dónde había de conducirla ese camino? ¿A ir en busca de qué, de hallar qué cuando a su alrededor todo parecía claro? Hacia ella misma. Hallarse como presa de sí misma. Condena que se impuso al permitir que el deseo aflorara en ella, y entonces, llegar a sorprenderse como quien abre las ramas de un bosque y descubre allí un estanque, “un ojo de la tierra”, y sin importar la hora o el frío penetra en él y se sumerge con la piel desnuda, dando lugar a que todas su partes desaparezcan bajo el frío y el color del agua.

Camina con la cabeza baja, tratando de hallar en el piso, entre el polvo, bajo las piedras algún fragmento que le recuerde su antigua imagen, tratando de encontrar las huellas de otros tiempos; la hierba hundida por el peso de la espalda de aquel hombre.

Tiene el deseo incontenible de desaparecer de repente, de inventarse bajo la piel en el agua subterránea, esa conchita azulada donde quepa su mundo. Andar al ritmo del caracol y besar la tierra con la yema de los dedos. Recorrer cada relieve de las piedras: sus orificios, el musgo gris que crece en ellos y quizá darle un suave espaldarazo al escarabajo que allí se esconde.

Camina por los campos, abraza los árboles, aferrando su oído a las cortezas para tratar de comprender las historias que se murmuran entre sus ramas. Bachellard escribe: “Siempre siento la misma melancolía ante las aguas dormidas, una melancolía especial que tiene el color de una charca en un bosque húmedo, una melancolía sin opresión, lenta, calma”. Y no es sólo la nostalgia que guarda consigo el sauce en sus perezosas hojas que cuelgan y se mecen por el suave soplo del viento. Es también la sensualidad que guardan esos lugares oscuros bajo sus ramas, que le recuerdan a ella algún tinte oscuro en su infancia verde.

Quizás bajo la tierra las raíces también se rocen, se ericen como gatos y se despierte en sus hojas un poco de rubor. La firmeza de sus ramas, el grosor de sus raíces, la frescura y el vigor de sus frutos: todos presentes. La naturaleza también guarda su sensualidad. Y a lo lejos, bajo los tintes grises y azules de las nubes las montañas descansan unidas, tendidas descuidadamente sobre el valle, con sus cuerpos abiertos al sol.
Por Deicy Mariana Perez
3.
Papá. Él está arrodillado en la mitad del conuco rezando en voz baja; a veces se inclina hasta tocar el suelo con la frente. Yo, a su derecha, también de rodillas, repito padre nuestros, ave marías y credos mientras contemplo el dorso de las hojas de yuca desperezarse con los primeros soplos del viento. Los pájaros buche amarillo y los cirigüelos disputan los frutos maduros del platanal; en un aceite, los pericos estallan en un vocerío ensordecedor como retando al espantapájaros del maíz. Papá llora, lo sé, tiene la mala costumbre de ocultar sus lágrimas pero la voz se le quiebra involuntariamente. Mijo, dice, usted tiene que ser superior a todos sus hermanos, salir adelante, usted tiene que ser alguien en la vida. Una bandada de loros pasa formando una diadema verde; la vida despierta con olor a selva húmeda y sonidos diversos que se tejen en un solo canto. Veinte años después, sigo preguntándome quién soy, si me he convertido en alguien o sigo siendo un fantasma entre mis 15 hermanos.

Freud dice que la vida adulta se gesta en la infancia, allí se nos enseña como ser él, ella, yo. Yo soy ella, la sombra de una mujer cuyo rostro no recuerdo, yo soy el rostro de su ausencia. Ella, mamá, la mujer que encontré a los 21 y no termino de conocer. Él, él es papá, con sus cotizas negras de nailo, sombrero de ala ancha y pantalón bota de campana color vino tinto. El viejo suelo llamarle, sonríe por un momento y vuelve a perderse tras el velo de su mirada. Me subí por un naranjo, me bajé por un limón, no le pude dar un beso porque había mucho mirón, dice al fin. Admiro de papá que tenga siempre una sonrisa disponible, una canción en su guitarra, un cuento del tío conejo, la bolefuego, o el silbón, para matizar las noches en las que los cocuyos parecen reinos ambulantes delimitando territorios en la oscuridad.

Ella es Atamaica, la finca de papá, olor a jazmines blancos y cayenas rojas, sabor a mango, marañón y guanábana. Techo de moriche amarrado con majagua y pared de bahareque. Ella es también la laguna de aguas turbias de Atamaica, donde tengo dispuesto el sedal, como el viejo, el otro, el de Hemingway. A pocos metros las garzas y corocoras peinan sus plumas y se ven a sí mismas en el espejo del agua. También yo me contemplo en la superficie quieta, me pregunto si ése es mi rostro o acaso será una treta de la madremonte, el sedal se agita, la imagen se descompone en miles, me desvanezco, muero por un momento. Lentamente, los retazos vuelven a unirse.

Bachelard escribe: “es necesaria un alma muy perturbada para que de veras se engañe con los espejismos del río”. Mi alma, si la tengo, no se engaña con el fluir del agua, emerge de ella, de las sabanas inundadas donde pastoreo los cerdos, de los caminos tupidos de lama verde donde aprendí a patinar y donde aparecen de la nada sanguijuelas y lombrices rojas chupasangre cuando llueve. Llevo el alma perturbada, en efecto, por ella, mi tía, la esposa de papá,sentada en la tabla de lavar en el mismo caño donde papá mató un güío de 10 metros y le sacó 5 galones de aceite de la enjundia, -provisión para 5 meses. Perturbado por él, el vecino Braulio que cuenta historias de tigres y leones que persiguen a las mujeres embarazadas para sacarles el bebé del vientre.

Ella es Nancy, mi hermana, tendida en la grama contando historias de cuando fue al pueblo y yo, a su lado, imaginando cómo serán esas cajas negras que hacen retumbar la voz. Imaginando los árboles que despiden luz de diferentes colores, busco entre los millones de árboles de la finca, el árbol de las luces. Un trino de alcaravanes se oye en la cruz del camino, la tarde muere en silencio con el sol de los venados y yo sigo buscando en la infancia las hebras perdidas del tejido que forma mi cuerpo.
Por Libardo Cortes
TRAYECTO DOS: L A L I T E R A T U R A C O M O M E D I C I N A
[Una de las cuatro personas que está sentada en las sillas, a la izquierda adelante, ha traído en vez de un libro una maletica llena de frascos, y al quedarse petrificada, levemente inclinada, sostiene un frasco, como leyéndolo. Al leer, lee su monólogo de cada uno de los frascos.]

15 de febrero de 2007 - Hoy recordé aquella sensación de miedo, de indecisión, ¡de angustia! Recuerdo cuando mi profesora de primaria, pidió que dibujáramos lo que queríamos ser cuando grandes “…¿profesora ?... , ¡n… no!”. Mis hermanas lo eran y no me gustaba la idea de mandar o regañar a cada rato… Dibujé una doctora.

Recuerdo también una de las clases de biología donde, con desprevenido interés escribía con lápiz rojo y en mayúscula:

La respiración: dos puntos y aparte. Es un proceso propio de los seres vivos donde…

Noviembre de 1998 - Mi mamá tenía la esperanza de que iba a ser medico. ¡Claro!, por dos razones; la medicina se ha caracterizado por ser una carrera ¡costosa, pero eso sí, de prestigio!. De paso para dejar callados a mis tíos criticones, además un médico gana mucho y a usted, creo, le servirá para la vida, con lo asquienta que es…

Yo era una “niña nutrida de artificios pero con abundancia de debilidad” (Julia Kristeva)

Cuando miré el examen del ICFES, deserté por completo de la idea. Hay que tener una memoria muy amplia para conocer con detalle el nombre y la función de cada uno de los huesos, músculos y sistemas del ser humano… Eso no es para mí. ¡Doctorcitas bonitas y elegantes!, traté de justificar de mil maneras mi respuesta.

1. Tomamos del aire el oxigeno que necesitamos.
Mayo de 2001 - ¡Me encanta hacer lo imposible!

Tome la postura de atención normal, con los ojos enfocados al frente y los puños con las palmas hacia adentro frente al abdomen. Con ira, violencia golpes espontáneos…. Ejecute, patadas al frente, fortalezca su cuerpo. Concéntrese en los ojos del oponente, ¡combata! Más fuerte, más alto, ¡coordine! ¡A la derecha! Mente, cuerpo peso mosca, peso avispa. Perseverancia. Autocontrol. Espíritu Indomable. Hana, Dool, Set, Net, Da-sot, Yo-sot, Il–Kop… A, Le Mak-ki Jji-Lu-Ki, Choon BI. 1.2.3.4.5.6.7. Parte baja, bloqueo, golpe, listo… Koo-Man ¡stop!

¡Alto! ¡No sé respirar!

2. Ahora es necesario expulsar el dióxido de carbono…., lo que me ha contaminado, el nudo en la garganta.

Junio de 2006 - Un mosquito infectó una de mis piernas, pero también infectó mi cuerpo, la relación con mi familia y mis deseos de ser amada…

“Hablo como al borde de las palabras y tengo la sensación de estar al borde de la piel”. (Julia Kristeva)

Con lo obsesiva que siempre fui por mantener limpio el cuarto y lo meticuloso que era mi aseo personal; ahora ni aromatizantes, ni desinfectantes, ni detergentes eran suficientes para mantener mi tranquilidad. Recuerdo que en una época hasta evitaba besar para no contaminar mis labios. Ahora era yo quien debía encapsularme. Me sentía extraña, fenómeno, distinta. Extinta.

El suspiro no es otra cosa que una inspiración lenta y profunda, seguida de una inspiración prolongada o larga producida por estados de fatiga.

Julio de 2006 – El doctor: “Usted no tiene cualquier cosa, pero procure guardar la calma”.

Agujas atravesando mi cabeza, mi frente, mis caderas, como recordándome que no importa qué tan fuerte será el próximo pinchazo, había perdido la sensibilidad y hasta la fe.

Septiembre de 2006 (Encuentro de Egresados, UPTC) - Yo, monitora del módulo de literatura y sueños del taller de literatura desde el cuerpo de Lenguaje y Paz. Ellos, los profesores asistentes al taller. Ellos, como yo, espantados por sus propios fantasmas. Ellos, como yo, dándole razón a lo onírico. Ellos, como yo, buscando relaciones que nos parecían obvias. Ellos, como yo, reacios a soñarse.

¿Neuroterapia con la literatura? Agujerearnos los nervios del cuerpo e inyectarnos sustancias que al comienzo nos marean, duelen, pero luego de unos cuantos días -no nos relajan- pero nuestro cuerpo percibe un cambio en donde nos sentimos vivos y complacidos de nosotros mismos, aunque sea tan sólo por unos minutos, qué importa, ¡somos!

Diciembre de 2006 - Me encuentro terminando la carrera de Idiomas y con lágrimas en los ojos veo la necesidad de estudiar mi cuerpo, de examinarlo y de observar con detalle, mis músculos, mi busto, mi vagina, mi rostro, mis reflejos - yo.

Abril de 2007 - A pesar de que cada vez me siento más débil, quiero hacer más cosas y escribir quizá mucho más.

Duele aguantar el llanto y evadir la mirada de mi mamá cuando me hace las curaciones de los pies, duele cuando disimula su tristeza y desespero… Me duele cuando prefiere alejarse que dormir conmigo. Me duele cuando se pone esas bolsas para hacerme los masajes. Pero después de todo, me cuida, y últimamente se preocupa por mí, no sé si le da vergüenza, miedo, lástima, o simple asombro.

Observo su piedad cada noche. Ella siempre quiso ver una hija vivaracha, saludable y bonita. Me duele cómo me desgasto físicamente cada día, y a veces ni me importa. Me duele su presencia tardía… Me duele que ella crea que sólo me duelen las piernas y la espalda. Me duele todo lo que no sabe. Me duele no decirle que parezco vagabunda, que muchas veces no siento mi cuerpo, y que otras lo he robado, maquillado, lo he detestado, lo he enfrentado, lo he derrotado, condenado, lo he encerrado, lo he auxiliado… Que mi único trabajo es ahora reconstruirme.

3. Inspiración: es la entrada del aire a los pulmones…

Mayo de 2007 - Proceso quirúrgico sin anestesia, débiles imágenes, dolor-dulzura. Traicionar, defender, olvidar, aceite de albaricoque, miel, fresa, arequipe, lavanda, primavera, Osadía, L’image, Temptation…

(Risa: serie de inspiraciones cortas y ruidosas que suceden rápidamente.)

Suscribir o sonreír. Despiadado diagnóstico de perversidad interna, tentativa, pulsión, revolución, aromaterapia, cromoterapia, neuroterapia, cápsulas, ampolletas, inyecciones intramusculares: ¿envenenarse o desintoxicarse?, ¿diagnosticarse o examinarse?, ¿abandonarse o regenerarse?, ¿internarse, o re-cu-pe-rar-sé?

4. Expire…
Por Lizzbeth Emilse Sánchez
TRAYECTO TRES: O S C U R I D A D
[Tres mujeres ocupan la zona de la derecha hacia delante, de pie, de frente al público, con actitud desafiante. La que está más hacia la derecha, unos pasos más separada de las otras dos. Permanecen inmóviles. Leen una por una, en tono fuerte y rápido.]

1.
“En este momento estoy tratando de capturar el misterio que habita en el corredor. Este es un intento de ver lo que va mucho más rápido que mi conciencia y mi mano. Debes actuar rápidamente. No hay tiempo para aprender”. –Helen Cixous


1.
Bajo la ropa que usas habita un cuerpo lleno de recuerdos con materia. Un cuerpo que se retuerce mientras desciende en la espesa amargura de mirarse desde adentro las costras que quedan después de la infancia. Todo empieza cuando en una noche cualquiera, tu padre apaga la luz al tiempo que tus ojos se cierran y al despertar lo primero que ves es que no la ves a ella. Entonces el miedo, la angustia, ganas de correr... La buscamos pero es como si la oscuridad de la noche anterior se la hubiese engullido.

Lo segundo es una bolsa blanca con algo rojo tirada en el piso. Es algo como un pedazo de carne. No te atreves a tocarlo y presientes lo peor.

De allí en adelante millones de imágenes empezaron a crecer como células en tu cuerpo: el hospital, un nuevo bebé, sus ojos, los de ella totalmente idos, tú sin ella, las explicaciones de tu padre, la chocolatina que trajo para calmarte el hambre. Las palabras locura y sanatorio vinieron después. Todos las susurraban delante de ti y sin embargo las viniste a entender el día en que sus ojos no reconocieron los tuyos. Nuevas noches siguieron cayendo, pero tú siempre viste bajo tus párpados la sombra de una mujer que no iba a regresar. Sentías miedo y lo único que podías hacer era ahogar el llanto contra la cobija que ella tejió para ti.

Qué más se puede hacer a los 7 años, qué más se puede hacer cuando no te puedes atrever a dar un grito de angustia porque de inmediato despertarías a tu padre que está ebrio en la otra cama, y preguntarle por la suerte que corrió la mujer que te dio la vida sería arriesgarte a tener la mejilla o quizás las piernas marcadas.

Ahora tú, sola, temblando, con la mirada clavada en el piso, deseando que los zapatos se amarren solos, deseando que las piernas y las manos se deshagan en charcos de agua. Ahora tú, sola, temblando. Entre el paladar y la lengua un trapo empapado con silencio. Entre tu ojo y tu oído sus palabras soeces, su saliva suplicándote y abriendo nuevas llagas, sus descargas de ira y sus borracheras hasta la madrugada. Tú acostada en tu pequeña cama. Él al otro lado de la pared, vomitando la amargura que corría por sus sienes y le estaba intoxicando el alma.

Tú, huyendo; él tirado en el olvido. ¿Y ella? Para buscarla, huyo. "Me deslizo lejos del mundo divino, de la sociedad divina con un truco simple: cierro mis ojos, mis oídos, las cuerdas están rotas, ahora estoy lejos de este mundo, detrás de mis párpados yo estoy en otra parte" (Helen Cixous)

Yo estoy echando a andar a toda marcha por entre el musgo y los hongos que crecen en medio del bosque para alcanzar a una mujer que lleva prisa y rocío en las piernas, chipaco pegado en la falda, y barro untado en la punta del pañolón. Esa mujer, tan dueña y segura de sus deseos de andar en compañía del viento, me confiesa que en uno de sus tantos pasos largos y sin cansancio, desea ver su cuerpo en otra parte. A través de sus labios hundidos y respiración agitada, me ha hecho saber que sueña con estar en el fondo de las aguas espesas de una laguna para olvidar las injurias y desprecios de ese hombre que la culpa de su desgracia, para olvidar a toda esa gente que la ve pasar por la carretera y le grita cosas o le lanza los perros, o simplemente para olvidar que ante los ojos de muchos dejó de ser mujer el día en que perdió a su marido.

Esa mujer, quiere que no la sigan, quiere que paren de insultarla. Ella sueña con que algún día, alguien entienda la libertad que siempre ha reclamado. Sueña con que alguien, reconozca a través de sus ojos, que su cuerpo aún lo mantiene vivo, la sangre de una mujer aún no derrotada. Mientras tanto, Ella, vestida de campo, seguirá esperando ese día, seguirá quebrando su postura recta para recoger uno a uno los gladiolos rojos que emergen de la tierra.
Por Gloria González
2.
Las partes de tu cuerpo se desprenden. Caes, atravesando un abismo. La caída, regresar a tu niñez. Tu cuerpo despreciable para tu mirada. Tu padre, tu madre y tus muertos despiertan para enterrarse justo en tus ojos. El dolor despierta. Te deformas lenta, lentamente. Despedazas a cualquiera que se atreva a acercarse. Te arrinconas, buscas con qué cortar. Identificas el filo del cristal y escudriñas entre la piel. Identificas los espacios más frágiles y cortas. Los entierras con fuerza... ZAS...

Primera hebra de sangre, la negación de tu madre. La ausencia de tu padre, sombra en la pared. La siguiente... ZAS... Ataques perversos en tus pesadillas. Otra herida... ZAS... ZAS... Tu madre muere todas las mañanas. Luego cortas con más furia... ZAS – ZAS – ZAS... Los miembros hinchados de los hombres buscan afanosamente tu vientre. Abandonada en el centro del mundo, clavas y abres una herida profunda entre tus piernas. ZAS – ZAS clavas el filo en tu vientre. Madre asesina, mezclas la sangre con el vino. Ebria, los días tropiezan contra tus hombros. Noche. Sexo. Whisky. Hundes la cabeza en la noche. Absorbes. Absorbes. Absorbes aire. Caminas en el día hasta ya no poder respirar.

Esperas que las heridas deformen un poco tu rostro. Gritas. Contorsiones. Otra... ZAS... tu cuerpo contaminado. ZAS – ZAS – ZAS. Clavas, clavas, clavas más y más profundo. Cortas, rompes, destruyes. No puedes detenerte. No puedes gritar. Te consumes. Te arrinconas. Cuerpo débil. Vómito en tus pies. Abres cada herida y extraes la enfermedad, la contaminación. Tomas el esfero, gritas en el cuaderno. Te suicidas. Estás justo en el borde y cruzas las fronteras. Rompes los velos. Tu cuerpo, lleno de sangre. No puedes abrir los ojos... Estás muerta, tu vientre está seco. Te sorprende tanta suciedad bajo la piel. Ya no hay espacios para clavar el cristal. Te desangras sobre el papel. Eres un pedazo de carne seca que inventa la máscara. Cada herida un grito, un silencio deshecho.

Yaces ahogada en el fondo oscuro. Sin vida. El abismo se llena de agua. Agua. Agua. Más agua apoderándose de tu cuerpo. Tenías que quebrar tus huesos para saber cómo armarlos. Abres un espacio con tus manos, abres el agua con tus dedos y hallas la humedad de un líquido que entra por tu vientre y susurra “aún existes”.

Escuchas…Escuchas…

Percibes la lentitud, el ritmo y te detienes. El su-su-rro… abres tus ojos con las ondas que produce con su “eeexisteees”. Sólo entonces te atreves a respirar bajo el agua.

Cansada de suicidarte cada vez que te acercabas a una hoja en blanco, de robarte los mundos en los que los otros se refugiaban, de sentirte extranjera en los abismos que construías, compones un espacio donde tus piernas se mueven libremente.

El camino continúa hacia la luz. El lenguaje evoluciona de forma silenciosa; y tú con él, te sumerges en profundas metamorfosis. Una a una, las máscaras se descomponen. Tinieblas. Viaje necesario para reconocer al otro. Transformación del mundo desde el propio cuerpo, desde los infiernos propios. Saltas desde el fondo de tu abismo para caer en el fondo del que está justo en frente. De la negación del mundo, a la apertura de una caída fresca. Con la certeza de la muerte de muchas de las mujeres que inventabas y vivían dentro de ti. Consciente de la desaparición de las voces.

Conflicto interno. Fracaso del planeta. Lado absurdo de la existencia. Rostro manchado de la naturaleza. Fantasma oscuro de aquellos que gritan ¡amor! Todo esto para alcanzar “la Revuelta” …un Re-gresar. Re-existir. Re-sistir. Re-nacer.
Por Carolina Peña
3.
Dicen que tu escritura es así porque hablas de suicidio, sangre, violencia, dolor, pasado. Te hablan sobre Pizarnik y su romance con la muerte, te apasionas; lees a Baudelaire y el constante desgarramiento de su cuerpo y de la sociedad del momento; se te erizan los vellos y sonríes de agradecimiento por encontrar a alguien que diga aquello que noche tras noche musitan tus pesadillas. Descubres a María Mercedes y te enamoras de la crueldad y la agudeza de su palabra y de sus actos. Surge entonces la pregunta, ¿qué es oscuridad en la escritura desde el cuerpo? ¿Acaso poner en palabras lo que hay por debajo de la piel, más allá de lo que cualquier ojo quiere y puede ver, lo que la vida ha obligado a callar, lo que un cuerpo sin nombre ha tenido que soportar, es oscuridad? No, a eso tú le llamas honestidad, sinceridad, que no todos están dispuestos a soportar.

Durante mucho tiempo te has cuestionado sobre el significado, los orígenes, las fronteras y los confines de este término en tu escritura, y hoy, luego de reconocer tu gusto por lo escatológico, tu regocijo en la narración de la crueldad de la existencia humana, te das cuenta de que esa palabra no es otra cosa que voltear los ojos y los sentidos hacia adentro de ti y ponerlos a escudriñar y a palpar todos y cada uno de los demonios; los invisibles y los de carne y hueso, que se esconden en tus entrañas, para luego sacarlos y enhebrarlos en un papel. En ese momento tu ser se convierte en un hoyo inmenso, atravesado por caminos y escaleras en descenso. Cada escalón que bajas apunta a otro rostro tuyo. Cada ruta que tomas te lleva a un desconocimiento tuyo; te sorprendes, te saludas, te presentas, te conoces, te peleas, te reconcilias, te repiensas y te preparas para seguir andándote.

Ayer te quisiste suicidar porque conociste la primera cara del dolor y de la muerte; ignorando todas las demás. Después comprenderías que la cercanía de ésta es sólo un vino que era necesario saborear para sentir y palpar la silueta de la vida; ayer arrancaste tus vísceras y las arrojaste a los ojos y los oídos de quienes escucharon y sintieron tu palabra, por no querer cargar con su hediondez sin querer aceptar que eso también eras y que hasta tu mal olor te hacía única. Hoy sigues bajando escalones y te das cuenta de que el fondo, al igual que tú, tiene muchos cuerpos, que la oscuridad no es más que el mito y el rótulo que se le impone a un escrito que otro le impone a un escrito para caracterizarlo de violento, oscuro, diferente; aún sabiendo que no es oscuridad lo que refleja el texto sino su propia cobardía y miedo para mirarse a la cara y descubrirse des-graciado.

Aprendiste a agudizar tu pupila en la mitad de la penumbra, has logrado germinar belleza de entre las piedras, y las llagas del pasado te han enseñado que en las tinieblas las caricias enmudecen las heridas, el cabello se hace lluvia en tus pestañas. Has podido respirar el aire de una boca húmeda como ahora están tus ojos, has aprendido a hablar con la ternura untada de saliva, todavía contemplas la penumbra y te estremece su belleza, sientes el llamado de la agonía y le prestas tus oídos, sangran tus palabras al caerse de la boca y te dueles, pero, estás un paso adelante de las gotas que hoy enrojecen el pavimento de tu ruta, estás al otro lado del llamado y no caminas hacia él, estás al otro lado del cristal oscuro y le has dado la espalda. El viento enfría tu nariz, sale humo blanco de tus fosas, te detienes cuarenta segundos que se te convierten en horas pronunciando las letras del nombre que desde hace año y medio balbucean tus entrañas, hablas el idioma de ese nombre, escribes ese idioma y quieres morir en esa lengua.
Por Adela Ávila
TRAYECTO CUATRO: F R A G M E N T A C I Ó N
[Atrás, al lado izquierdo de la mesa central se ubican dos personas, espalda con espalda, una más alta que la otra, una unos pasos más adelante que la otra. Una mirando hacia la izquierda, la otra hacia la derecha. En vez de un libro, llevan cada una una pila de papelitos que leen de manera rápida e intercalada.]

Y: Fucsia
X Azul.
Y: Fucsia
X: Azul
Y: Fucsia
X: Azul.
Y: Fucsia
X: Sssssssss.

Y: Algo se abre y se cierra.
X: Arrodillada, sentada.
Y: Zigzag de miembros.
X: Acostada. Siempre será lo mismo.
Y: Uno virgen, ¿y el otro?. Muerto.
X: Reloj retrocediendo.
Y: Veneno, mordida profunda.
X: Fotografía en el archivo de...
Y: Inocencia. ¿Qué?
X: Morderse la lengua.
Y: ¿Dónde?
X: Guardar silencio.
Y: En un ático.
X: Fantasma. Duele decir, duele no decir.
Y: Métase la mano a la boca.
X: ¿Saliva? No. ¿Agua? No.
Y: Crash de cabeza y muro.
X: Entonces, no mires.
Y: Golpéate contra el muro y olvida.
X: No digas cadáver.
Y: No sabías que tenías que olvidar.
X: Dolor en las palabras: Mamá. Papá.
Y: Silencio, ausencia y pérdida de color, la flor que crece hacia adentro.
X: Refugiarte en... esconderte.
Y: Sumergida en el pasto.
X: No existir. Saber. No saber.
Y: Pareciera que naciera hierba de tu pecho.
X: Abrir la boca, cerrar la boca.
Y: Cerrar los ojos, humedecer los labios. Tragar aire y correr. Nadie te advirtió que debías...
X: Mirar por entre la rendija.
X y Y: Estar sola.

Y: La escritura fragmentada es como contar un secreto a medias.
X: El goce no puede ser dicho sino entre líneas. (Lacan )
Y: ¿Goce? o dolor.
X: El origen de esto que hacemos o deshacemos.
Y: Quiero no correr.
X: ¿A dónde?
Y: ¿Hablar roto es una evasión?
X: ¿De quién te escondes?
Y: No te asomes a ti misma, no hurgues, no preguntes, intérnate en el bosque. La mujer rota propiciando el deseo. Yéndose a pique en silencio como los barcos. Ariadna y Cassandra. Mudas. Cállate. Alguien remueve la esquirla en la garganta. Chirreas, entonces, tartamudea. Pienso en ti, en él, en nosotros, en Beckett y el tiempo de aspirar este vacío. ¿Nunca te has sentido desmembrada, en tajadas como una naranja? La escritura fragmentada, estallido de ojo, subversión de la voz. ¿A dónde estoy llegando? Alguien que le responda las dudas. ¿Por qué el miedo y la sensación de fragilidad, esta imposibilidad de vomitar. El rótulo de la loca de la casa abandonada apenas del corazón. Caminar hacia atrás. No para evadir, para escarbar el hueco. La sin lugar, no es que no tenga lugar. Es que no lo ha encontrado. Se recoge la falda para ir más de prisa y abandonar el clímax, el mejor momento para...

X: Silencio.
Y: Bla, bla, bla.
X: ¿Evasión? ¿Negarse a habitar un lugar deshabitado? Evadir es una locura pero es lo más fácil de hacer. Llegar a la sinceridad. No tengo nada que ganar, ni que perder, ni que defender. ¿Burlarme? ¿Jugar? ¿Ser más seria? ¿Ser una invención posible a través del lenguaje? ¿De qué hablan? No entiendo, volver a la incertidumbre, tener la soga en el cuello, ¿acaso no estoy colgada de los pies? No, en la cama, en el piso, debe estar por ahí…
Y: ¡Qué estupidez!
X: Fatal. La escritura fragmentada es evasión, he dicho mucho y he dicho nada. ¿Miedo? ¿Conflicto? ¿Destrucción? Hay y no hay vacío. Soy y no soy.
Y: To be or not to be, that is the question.
X: Est-ce que je di, non, je ne di pas. ¿Qué? Non ma le parta suari if for so ma lai lacundri car se ma la ja ranta ersa la nanteri corderi nselemerti rinsa malajata.
Y: ¿Que est-ce que vous di?
X: Je ne di pas, do you understand? Rerbanali ig fer so rocalatei, recanalayi, fir fi fe fa sa ratutandre ercolomansia rentamalinsi wer wer
Y: A qué le temes?
X: ¿A qué le temes?
Y: A hablar.
X: Al pasado.
Y: A ser objeto de miradas.
X: Al amor.
Y: A abrazar.
X: Tiempo de abrazar.
Y: A marcharme.
X: A decirte que sí.
Y: A mirarte a los ojos.
X: A arrancarte de mí.
Y: A estar sola.
X: A parecerme a ella.
Y: Cállate.

Y: Escritura fragmentada, engendrada en el orden caótico de las palabras. Lenguaje y cuerpo alterables, arrancables, escritura móvil y deseable. Tengo una lengua oscura que no teme a convertirse en ríos. Pensamientos como corrientes subterráneas.

Se recoge la falda, dice ro-jo, no, parpadea, sauces retorcidos aquí afuera. Dos. ¿Dos qué? La otra, tiene su vestido roto, las palabras chorreándole en la boca. Dice, soy.
Piernas levemente chuecas. La otra una algarabía de deseo. Ella, fea y peluda. ¿quién habla?

Una despreocupación por la forma. Ella y lo demás dentro de ella. Rara manera de convulsionar. “El deseo de la niña de ser caballo, el deseo del poema de ser ensayo.” (Carole Maso) Polifonía, amalgama de opuestos. Una sensibilidad plural.

Miedo vertiginoso y delicioso. Oscuridad sobre la carne sacudida. Tu pecho, receptáculo de vibraciones. Esperas el último temblor. Cómo llegué a esto, a engullirme toda la luz del bombillo. No se mueva. Un aire mortuorio congela la luz como res de carnicería. Duele. Respirar. Duelo. Sonríe niña, que parezcas viva.

X: ¿A dónde quieres llegar?
Y: Es que no quiero llegar.
X: ¿Quiere saber cómo es la fragmentación?
Y: Lance una piedra al espejo. Presencie su desintegración. Persiga las esquirlas. Detenga su mirada en el tamaño, en la forma, en el color que proyectan, en el pedazo de usted que refleja, y si quiere ir más allá apriete por unos segundos la esquirla entre su mano, deje derramar lo que tenga que derramarse, y ahora repita el movimiento con lo que queda del espejo. Suelto la esquirla, la que refleja lo que más deseo.

Y: Herida palpitante que derrama deseo, dejar que… estallido en… piel abriéndose, gotas de limón en la punta de la lengua. Veneno que baja deliciosamente, un constante bajar y subir, manos sudorosas, piernas temblorosas. Ruptura. Uno y tal vez dos.
Por Gina Brijaldo y Rocío Gavilán

TRAYECTO CINCO: EROTISMO
[En el centro del escenario hay una mesa que ocupan tres mujeres con expresión de damas distinguidas tomando el té, con guantes, peinados, carteras y demás; una se sienta a cada lado y una en la mitad, de espaldas al público. Permanecen inmóviles. Una por una comienza a leer.]

1.
Caen imágenes al interior de su cráneo de manos que esculcan, aprietan y ultrajan huesos hasta desflecar su pequeño cuerpo... La niña trata de escapar pero no es lo suficientemente grande ni fuerte para defenderse. Los únicos testigos de estos hechos son las ventanas y el techo de esa fría casa que siempre olía a gatos en la cual se mecía la pornografía.

Cuando le preguntan acerca de su relación con el erotismo, sólo se reviven en ella imágenes de ese suceso doloroso en medio de su infancia. Malestar, lágrimas, más mentiras que ha tenido que tejer para corresponder con un sistema social, religioso, cultural que defiende la complicidad y la mentira. “Mentir no sólo con palabras sino también con el silencio.” (Adrienne Rich) El siguiente paso fue cubrir de velos el cuerpo. ¿Cómo? Guardando silencio y negando su ser.

Ella se sienta en el borde de la cama, se ve desnuda y siente asco. Un sentimiento de suciedad la habita, se siente usada, asquerosa y con miles de cucarachas sobre la piel.

Le dicen que erotismo tiene que ver con libertad y ella sólo se siente cómplice de un sistema que no es el suyo; le piden fidelidad a cambio de que se olvide de ella misma y de lo que siente. ¿Dónde está la libertad? Si ella al abrir los ojos no ve más que vacíos, miedos, máscaras que ha tenido que inventar para corresponder con un sistema que le ha hecho desencontrarse; y empieza a quitarse las pestañas.

Ella desarrolla todas las actividades humanas como comer, estudiar, caminar, correr, pero deja de lado algunas de las más importantes: hablar y denunciar. ¿Dónde quedó su voz? Un día lleva la máscara de tortuga, aquella que le permite guardarse en un caparazón y mover de vez en cuando los pies y manos. Otro día inventa a la mujer árbol, con largas y húmedas raíces de silencio que le permiten estar y no estar al mismo tiempo. Ella observa, oye sin escuchar. ¿Dónde quedo su rostro?

Le dicen que escriba desde el cuerpo y sólo compone cuentos de terror, porque hablar desde su cuerpo es hablar de sensaciones espeluznantes. Este no conoce más. Enseñada a dudar, a desconfiar, y a temerle a sus sentimientos más profundos, a sus bordes, ella vive de la mentira, se aleja de su inconciente. Sin embargo, “el inconsciente exige verdad, así como el cuerpo”. (Adrienne Rich)

Sueño # 1: Tu amiga del colegio casarse, tener hijos, está feliz, no te regala nada. Tú barres su casa por todos los rincones, hay papeles de golosinas. Tu amiga no permite que entres en su cuarto. Tú quieres conocerlo.

Sueño # 2: El caballo blanco y el perro están amarrados. Se pelean, se destrozan la piel. Tú no puedes hacer nada. Cuando volteas a mirar, el caballo ha escapado.

Sueño # 3: Hay una anciana en un ataúd sellado y enterrado. La anciana eres tú. Deseas salir de allí. No puedes. Gritas. Se ahoga tu vida.

En el inframundo de su inconciente, el deseo es un recurso que pide ser nombrado. Ella quiere que su cuerpo no sea más destrozado, ni amarrado, sino, por el contrario, que pueda correr libremente. Esto le da el impulso para ver a través de la niebla de sus profundidades. Acerca su oído, se toma el pulso, rompe telarañas, y en esta movilidad va reconociendo su vagina no sólo como un sitio oscuro y húmedo sino también como uno de los bordes que respira dentro de la mujer. Su voz esta latente, palpitante, quiere abrir más gavetas, closets, baúles; busca movilidad. La escritura desde el cuerpo le permite nombrar a sus fantasmas. La exploración de su deseo es la búsqueda de una comunicación con ella misma.

En uno de los ejercicios de escritura ella se ve en un pozo, en el fondo no hay agua pero este quiere llenarse. Lo compara con el instante antes de iniciar a escribir. De un momento a otro empieza a llover, después de tanto tiempo empieza a levantarse el polvo, producto de tantos años de sequía -gota a gota, recuerdo tras recuerdo. El agua quiere conectarlo todo, el deseo es seguir subiendo -señal de que ella escribe. A partir de la escritura ella continúa descubriendo y describiendo lo que aún esta innombrado en ella.

Depende de ella ser pájaro o piedra.

Por Andrea Vargas
2.
“No se trata de un striptease” – Roland Barthes

Danza, danza/ mueve tus caderas de un lado a otro explorando las mil caras de tu ombligo// Danza para mí/ Concubina/ Geisha/ Amante, ¿amarte?

Me acerco a tu cuerpo/ El sudor de resbala por la piel/ Respiramos agitadamente/ Caminas a la habitación/ No te sigo/ Tomo mis cosas/ Cargo mi mochila Y dejo una nota sobre tus ojos/ Pronto lloverá

XXX
Pero me siento a pensarlo y no sé dónde empezar. Veo la cama y no quiero acostarme en ella. Quiero olvidarme de todo y desnudarme completa, no quiero ropas ni pechos al aire, quiero ver mi desnudez, mi alma palpitando, mi vientre lleno de palabras, acariciado por mis manos para tomar el lenguaje.

¿Qué es el erotismo?
¿Qué es?

Las babas de dios empiezan a caer sobre mi cuerpo, mi rostro se desliza sobre mí hasta caer al suelo, bañan las calles, mojan mis labios, me dan ganas de reventar en llanto

XXX

El erotismo no sólo está en la cama, mucho menos en el sexo. Veo la lluvia resbalarse en mi ventana y humedecerla / las hojas cayendo sobre la tierra / mis pies triturándolas / mis ganas de olvidar / de dar la espalda…

No quiero ser sólo una cama desnuda que provoca a otros a calmar sus deseos. No quiero calmarlos / quiero provocarlos / mirando la desnudez de los cuerpos / anda, no te quites la ropa / arráncate pedazos de piel que te cuenten quién eres.

Entramos a casa/ Mojados de rabia, melancolía, derrotas/ Nos arrancamos la ropa/ Observamos nuestros cuerpos/ Nos vemos bellos cuando queremos hacernos amor.

XXX

Exploración de sensaciones…
¿Qué es erótico? / Encontrar el rostro perdido entre rostros / mirar la desnudez / llorar en las noches cuando llueve / una silla inmóvil que seduce, inquieta, dolorosa, triste.

¿Qué es erótico? / Arrancarme pedazos de piel / conocer sus bordes / estar en el abismo entre la cama y las sábanas / viendo las prohibiciones / el rostro de mi madre que sostengo por tanto tiempo / ¿romperlo?

XXX

La noche se convierte en el tinto espeso que bebo mientras recuerdo a mi madre. La mujer que no sabe cómo luchar para siempre ser ella / la que lucha incansablemente frente a la nada / la que nos cose a su cuerpo cobrándonos,
- recordándonos - que somos parte de ella / la que nos da fórmulas mágicas para una vida normal – la que se inventa mi vida, la que ella quiere porque teme la que tengo, la que vivo. La que nos alimenta las ganas de morir cada vez que nos dice que nos ama / no quiero escucharla más.

Mi madre, el rostro que sostengo desde su vientre, en el que me cuesta reflejarme / la que es mujer aunque yo a veces no quiera creerlo / la que me hace tragarme las lágrimas / la que llora cuando lo necesito / mientras yo me muerdo para no hacerlo, para no ser ella. No me quiero detener, quiero dar la espalda y volverla olvido, sólo por esta vez, sólo porque aquí me reconozco, porque quiero desnudarme sin temor.

Observar clandestinamente su placer/ Desgarrar sus miedos/ Arrancar los pedazos de piel que la cubren/ La desnudo completa/ Los labios pegados a los labios/ Puedo probar su cuerpo/ Me sabe a sangre/ siento las gotas de sudor
bajar entre mis pechos.

Mis manos te tocan el rostro para reconocerte/ Le hago el amor a mil rostros/
Shhh – silencio/ Cierra los ojos/ Abre tus piernas lentamente/ Siente las palabras que te habitan/ Respira fuertemente/ Deja latir libre a tu corazón/
Tus palabras se dibujan sobre el vientre/ Se ahogan en el ombligo/

¿Qué deseas?
Por Melissa Mateus

3
“Ella está al origen de una práctica que tiene que inventar todos los días, sin modelos, sin referentes” -Michelle Causse

Todos somos inconformes, pero no sabemos qué hacer con esa inconformidad.

No olvido la voz que me ha dicho: “A veces siento más deseo por una silla que por un hombre o una mujer”.

Atreverse a enfrentar lo desconocido de ella misma. Sanduche de madera con masmelo. Y no es no que no tenga forma, es el deseo como lo in-forme. Si tan sólo nos atreviéramos a posar nuestra atención sobre lo que está por formarse, en lugar de los arrinconamientos conocidos. Perseguirlo puede ser tan preciso como un ciclo de luna.

Desenrollar una historia que no se deja contar. Una historia rara. Necesidad de preservar su rareza. La de ella. Su yo depende de esto. Su permiso para ser. El que este texto pueda dar a otros.

Lianas que conducen al olvido y la memoria. Isla perdida en medio de las grandes aguas. Para llegar allí hay que olvidar todo lo debido. Hay que quitarse las explicaciones como piojos.

Amor imposible #1 - Como amé a la ciudad. Como quien se vuelve a encontrar con un amante antiguo. El cuerpo familiar, conocido, ahí, en la oscuridad; pero imposible, ya es demasiado tarde. Así te amé. Entre el miedo y el deseo. El tigre detrás de cualquier esquina. Erotismo a flor de piel. El vacío que nunca desaparece. Cuando yo ya no soy eso. Llegas a mi puerta de campo. Con tu novio a tu lado.

Vienes a mí como mis calles urbanas, húmedas y oscuras, guardando mis secretos. Una especie de accidente, con esa velocidad y esa vida y 36 horas sin parar de hablar; olor a cuero mojado y almizcle; la vida no válida sino en la boca del lobo. Los viajes y la selva y los amantes. Me pego a ti como a mi pasado que no termina de abandonarme. Tantos ecos. “Seremos perras pero no gallinas.” Eres cada una de mis amigas. Espejo y complemento y semilla de mi locura. Te conozco y me desconozco.

Ojos negros, dientes escandalosamente blancos, trenza hasta el culo. “Los hombres son bonitos pero hay tanto que no comprenden”. Quiero meterte en un closet, sembrarte en mi jardín, ¿cuándo vamos a arreglar el mundo otra vez? Cuéntame otro cuento de echar dedo, tus 13 hermanos, el último abandono de tu papá. ¿Dónde es que te duele? ¿La espalda? ¿Arriba o abajo? Nunca he sido capaz de pedirte lo que quiero.

Quiero saber si tu piel oscura sabe a tierra o a canela en el bosque en plena tarde. Quiero bailar contigo ritmos caribeños que no conozco una noche lluviosa de viernes entre veinte años multiplicados por cien, ya medio descamisados en contorsión entre la música caliente. Voluptuosidad. Lo único que quiero...

Pero me quedo… con el lenguaje erotizado. Erotismo liberado incluso de que algo tenga que pasar.

Pero es la maternidad la que nos vuelve profundamente perversos, capaces, amplios. Seguro, antes han habido momentos de apertura, pero la maternidad es el gran salto, el más drástico, el más inmenso. Agujero roído en el centro del miedo. Se abren innegable, violentamente las puertas del amor.

Los secretos íntimos de la madre y el hijo. Desconocidos de sí mismos. Recién nacidos. El diálogo de las miradas es un lenguaje del cuerpo que sugiere que algo en nuestro lenguaje debe cambiar.

Maternidad no es el fin, es el principio de todos los erotismos. El vaso contenedor se ha roto y lo erótico se riega en toda la vida.

Apertura, riesgo, entrega. Cada ser en busca de su nacedero. El agua no es solo el río sino el páramo entero. Las antiguas lagunas sobre las que ahora caminamos. Los océanos interiores. Y ahora que ella se ha regado, esparcido de esta manera, ¿cómo volver a recogerse? ¿Cómo volver a conformarse con la tacita de té?

Amor imposible # 2 - Te vi por mi ventana. Bajabas por mi loma en esquís; pelos al viento, sweater ridículo, gafas de sol para el resplandor. En plena tarde. Yo que pensaba que para esquiar había que tomar una excursión al Polo Norte con todo incluido, que había que seguir los senderos demarcados con banderitas rojas. Tú cruzas por mi ventana y arrastras con toda la pátina. Te reconocí de inmediato. Tanto tiempo te había esperado.

Tú me dices-: ¿Qué es lo que no sabes? Empecemos desde ahí. Es apenas lógico que te hayas aburrido con Simone de Beauvoir-. Tú me hablaste como quien cuenta un secreto… como quien forma parte de un complot… como quien ama lo que hace y ama profundamente desequilibrar, deshacer estructuras… -Tienes razón en estar inconforme –me dices-. Lo que hay es escaso, pero si facturas lo imposible… ¿Sabes como una araña teje una tela? Se lanza al vacío. No es necesario que te lamentes de lo que no te lamentas-. Tiemblo en el umbral.

(Eso que buscabas en el bosque, tus negociaciones secretas, déjalas entrar. La extraña forma de tu deseo, déjala entrar. Pregúntale hasta donde te llevará. Pregúntale qué tiene para ofrecerte, qué es lo que ya te ha dado. Sé fiel únicamente a eso.)

…”Cuando las mujeres se meten profundo adentro de ellas mismas hasta que sus raíces se tocan” – cómo llamarlo? Porque una mujer puede mojarse conversando sobre una taza de té… Y yo…

Repaso todas las razones por las cuales esto es inapropiado. Imposible y sin embargo…-Esto es todo lo que hay, este es el espacio sagrado- me dices-. No es de mí, es de ti que te has enamorado.

Yo pequeña yo ensañada, miro el mundo por el agujero que con tanto trabajo he aruñado; tú inmensa tú serena tumbas el muro con un dedo, y te vas, dejándome con todo entre las manos (…y el lenguaje que surge de ahí…). Te debo tanto. No necesito más.

Me interesa el erotismo desencadenado: la historia del tren que se salió de los carriles y además dejó de ser tren.

Digo sí a los extraños matrimonios, nieve con banano, el arte y el arte de amarrar cordones, pantera con esquís, hombre con mujer, mujer con mujer, ella consigo misma, crear y crearse, el deseo con el arroz. Sí a los tratos insólitos, con o sin manos, mujeres que llegan a tocar en mi puerta, mi ventana rota, un amor para toda la vida, maternidad sin reglamento, mi versión personal del amor con pantera. El amor sin bordes, posible e imposible, expansión de cada una de mis raíces. La forma cede, la estructura se ha deshecho. Soy la búsqueda de una forma.

De nuevo soy el amor. En exceso.
Por Juliana Borrero







FUENTES TEÓRICAS
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