viernes, 16 de octubre de 2009

Escritura de Carito

MUJERES DE NIEVE

por Carolina Peña

Irreales, escurridizas, inconclusas…

Llamadas así por eso innombrable que permanece entre las piernas. ¿Qué significa, qué estarán pagando, ellas por qué se quejan?

Tan diferentes, desconocidas; ese punto entre lo visible y lo invisible. El espacio que se teme pisar, la linea que no se quiere comprender, el velo que pocas se atreven a levantar, la puerta medio abierta, el círculo rojo, el ciclo.

La pregunta sobre la mujer. Como puedes atreverte a responderla, si te acercas al espejo y no recuerdas haberte visto alguna vez.

Cómo teorizar sobre la identidad si prefieres no acercarte. Cómo conocerlas si no has tocado la nieve de los huesos, no identificas los espacios de mantequilla, no conoces la forma de tu vientre ¿Como reconoces el reflejo de los otros?

Enloquecida buscas explicaciones en lugares equivocados, en personas erradas, en amores inventados. Como si las respuestas las tuvieran los otros, como si los brazos ajenos abrieran el camino. Salidas de emergencia que inventas, libertades asfixiantes. Alucinaciones.

Mentira insoportable. No puedes respirar, tu garganta es un tubo de ensayo lleno de humo. Cobarde, monstruo invisible.

El tubo de ensayo se quiebra y lo que sale de tu boca es un grito de humo que parece asfixiarte. Grito masoquista; quejido de dolor, de indiferencia, de negación, vergüenza, historia, quietud, mentira, cárcel. Abertura, aire, liebre.

El grito es definitivo. La salida está en el circulo de arena; la batalla es con tus monstruos. La guerra es contra ti misma.

Y lo que sigue es caer. Alas de lechuza. Deseo, placer en esa forma de desplomarse. Viaje sin regreso. Caída definitiva. Adentro no hay forma de medir distancia. La llegada del animal nocturno.

Heridas, relojes de arena que te reclaman de mil maneras, pero no puedes responder porque no sabes quien eres.






LA GRAN BATALLA

No hay opciones. El juego es tú y tú: tú con, tú en contra, tú en frente de…LA GRAN BATALLA

OPONENTES:
La mujer sin cuerpo vs la mujer invisible

ARMA:
Letras puntudas, afiladas.

RIESGOS:
Confundirse con el oponente

OBJETIVO:
Caer en uno de los abismos

RESULTADOS:
Cualquiera

REGLAS:
Apretar los ojos y correr por todo el espacio
Cerrar los puños y golpear lo que interrumpa el destino


¿Desconocido?
Eso lo hace excitante...


Las caídas inesperadas son inevitables, así que las opciones son las siguientes:

Hundirse
Patalear y levantarse
Caer en el siguiente hueco, orificio o trampa natural.

Si todo está claro, que empiece la batalla; y si no, será aún más emocionante.


En el espacio circular no sabes contra quien. Buscas la puerta, no sabes cuál, si la roja o... sacudes la arena de tu cabello, tomas el arma. Te acercas, dispuesta a atravesarlo todo con la fuerza de la pantera. Entregarte a la pelea. Derrotar la esfinge.

Justo en el filo del enfrentamiento, desaparecen.
Desierto. Esperaste el enfrentamiento casi veinte años. La degollaste a ella, a él, a ellos. Era la última muerte ¿y ahora? Con el armamento listo y no hay rastro. Vacío, un espacio indefenso que te pertenece. Oportunidad para acercarte al punto ¿Cuál es la puerta de cristal que debes rasgar con tus uñas rojas?

Te burlas de la acción no empezada, del miedo; temías rasparte o quedar inválida en el intento. Todas las impresiones deshechas.

Años más cerca de la arena. Quieres reconocer ese ritmo africano, indígena, sobrenatural, verde, salvaje, místico. Te acercas embriagada, hipnotizada, orgullosa. Crees haber hallado el desembocamiento del sonido, la entrada de vidrio que se encarga de chuparte.

Y te arrastras. Una cueva de barro. Pataleas con fuerza, siguiendo las instrucciones. Tierra, negro, desespero. El fango agitado entrando en la nariz, un cordón atascado en alguna parte. Halando descontroladamente. Angustia, terror, y después... todo termina.

Abres los ojos en un lugar limpio. Un viento salvaje arrastra el cabello a tus mejillas. Vestido negro, a ti que tanto te gustan. Intentas caminar, dar el primer movimiento. Tu primer paso es una ola de espuma, lenta, indefinida, despreocupada. Cuando la espuma toca el suelo tu pierna se quiebra; una burbuja blanca que no puede componerse. La otra pierna es una bolita de algodón que desaparece en la mitad del campo amarillo.

No es dolor, es un ¿dónde? ¿Qué? Y tu hermoso vestido es chupado por la tierra. Vergüenza. Odiarías que alguien aparezca y te acuse. Como una avestruz, metes la cabeza entre la tierra y aguantas la respiración. Buena forma de esconderse, en un útero que nunca se seca. Te mantiene pero no te empuja.

Están tú y tú…

Tú, quita sus manos del pecho y te muestra los sucios nudos de plástico que la componen. O los desatas o las dos permanecen enredadas en la tumba

No es una opción. No quieres decidir. Deseas despertar en una hoja de papel naranja que te de risa. Demasiado tarde. Esta es la palabra definitiva, el último párrafo. La avestruz, los pies de espuma, el barro en la nariz, la vergüenza, el bebé moribundo en el rincón... No hay duda, eres tú.

“La Gran Batalla” difícil decisión. Apenas un feto morado hecho de pitillos de plástico. Suspiras, dudas. Podrías posponerlo, oponerte, inventar cualquier truco. Sin embargo, te acercas, atormentada. No soportas ese sonido estúpido que viene de ti. Piensas en la posibilidad de acabar contigo, tomar los pitillos y. No podrías, eres demasiado... Hallas el umbral. Metes la cabeza en uno de los nudos. Recuerdas el avestruz; esta vez como coraje, atrevimiento, riesgo.

Rostros. Palabras. Imágenes. Mentiras. Abandonos. Acusación. Negación. Perdida. Absoluto remolino. Ni siquiera tienes cabello rojo. El espiral en el estomago. El ruido insoportable. Paredes de mantequilla. Gritos de diferentes gargantas. Rincones. Te retuerces sobre una hoja que tiene tus huellas. No hay otra, eres tú. Dentro de ti. En busca. La unión se produce. Una separación imposible.

Sacarte las tripas
El cabello colgando de la mano

Hay una combinación entre el placer de la creación y el terror del descubrimiento de las mujeres que guardas. Absorbes lo que se atraviese, atravesándote a ti misma.

Medusa alza sus serpientes, desafiante, pero como huir si eres la de las serpientes. Sótanos de arena. Debe ser porque buscas una salida, debe ser por la tierra. Debe ser porque te importa poco la forma en que te nombran, te preocupa la forma en que te castran, la manera como te fragmentas. Buscas el hilo definitivo que te lleve al centro.

Al enfrentamiento de un mundo no visto, a la visualización de lo negado. Al centro de un campo blanco, en el intento de sostener una conversación con una voz sin imagen corporal exacta, definida o comprobable biológicamente.

-No más fronteras que dividan nuestros cuerpos malogrados por una existencia rechazada. No más oscuridad entre tus ojos y los míos.

-Casi tengo que inventarte; casi tengo que morir para revivirte.

- La única salida es inventarnos, ya que no es posible hacerse visible para el otro.

-Mutuo desconocimiento. Cómo descifrarte si no me conozco. Cómo encontrar las silabas que hablan por mi cuerpo. Cómo comprenderme a través del otro, tú.

-Como alimentarnos el uno del otro sin llegar a destruirnos. Como alejarnos sin contaminar la ausencia. Como regresar sin infectar el presente, ni los recuerdos ni el futuro inventado.

-Dos, el puente construido. La pregunta sobre el otro a punto de resolverse.

-El otro: tú, ellos, ellas... sumergidos en la locura, hablando con sus muertes.

-Rompe con tus uñas las mascaras de vidrio. Tú y él; tú y ella; tú y ellos. Todos de cristal.

- Las puertas de nuestros cuerpos se abren. Flotan sobre la sangre espesa de los jardines.

-Temo atravesar el espejo y confundirte conmigo

-Demasiado tarde ¿no crees?

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