viernes, 16 de octubre de 2009

Escritura de Gina

gina brijaldo
Licenciada en Idiomas Modernos
Integrante Proyecto Lenguaje y Paz
Profesora Colegio Salesiano - Duitama

GUERRERO AUSTRAL

Cuatro de la mañana, sostén a pecho, prendedor a blusa, jeans a piernas, abrigo a espalda y vida a manos; todo marchaba sobre ruedas y yo llegaría a mi anhelado destino.
El autobús me esperaba, ¿o sería a esa pareja que llevaba como diez maletas ah y un niño? No, me esperaba a mí, el único asiento libre A5 para mí y el A6 para ese hombre que no se movía, ni siquiera parpadeaba; desde mi ventana y con una exagerada morbosidad solté una carcajada al ver a esa parejita sentada sobre su arrume de maletas, los pobres parecían payasos de pueblo, pero al ver a ese niño sentí como una lluvia de truenos clavándose en mi espalda.
Durante un largo rato dormí tranquilamente y soñé con nada nuevo, los mismos trenes irrumpiendo en mi soledad y los navíos recorriendo la ingravidez de mi reloj. ¡Frene señor! ¡Esquívelo! ¡No puedo! ¡Cuidado con el camión! ¡Ojo! ¡Acelere! ¡No! ¡Pare! ¡Qué le pasa! ¿Está loca? ¿Qué pasó?, oiga señor, ¿qué pasó? ¡Idiota! ¿Oiga señora, qué pasó? No mijita, el señor conductor que casi se lleva un niño, chiquitico el pobre, válgame Dios y a estas horas solito y empelotico. ¿Estaba sólo? Sí, tan raro, pero tranquila mamita, siga durmiendo. Esos truenos como hierro retorcido de nuevo aquejaban mi espalda; váyanse de mí, déjenme dormir.
- Señores pasajeros: los imprevistos de carretera que nunca faltan, ¿recuerdan la vez pasada? Una flor violeta en el camino y casi nos volcamos, ésta vez un chicuelo ¿y mañana? Ya veremos.
¿Usted viaja muy seguido? Sí, todos los días, además siempre hay algo nuevo para ver, sólo intente fijar la vista en un punto lejano; cierre los ojos por cuatro segundos, ábralos y encontrará algo extraño, nosotros le llamamos ilusionismo del pasajero, también tenemos el mareo persa, ¿cómo? Sí, es sencillo, usted piensa en algo traumático u oscuro de su infancia, por ejemplo el primer día de colegio y nosotros le ayudamos a trasbocar, ¿ustedes? Sí, cada una de éstas personas le hace tantas cosquillas a su pie que usted termina por expulsar toda esa maraña de recuerdos, eso sí es un verdadero alivio. Pero si su pasado fue estúpidamente perfecto con piñata y toda la pendejadita, le ofrecemos el retén del sufrimiento, pero, no se asuste, es sólo el nombre, porque lo vivido ¡¡¡ay!!! Usted se baja del autobús, tiene cinco horas para besar a su amor platónico, dormir con él, disfrutar de unos deliciosos espaguetis a la orilla del camino, elevar cometa, armar un rompecabezas de mil fichas, volver a besar a ese hombre que le roba el aliento, el dinero y todo lo demás y luego regresar a su asiento; a propósito, ¿cuál es? El A5, juegue esa combinación en el chance, se lo recomiendo, la última persona que se sentó ahí jugó con ése número y ganó el premio mayor. ¿Y qué rifaban? Un estupendo… ¡cuidado! ¡Oiga! ¿Se quedó dormido otra vez? Ay Dios, cuando el conductor está tan agotado por el viaje uno de nosotros tiene que tomar el volante, esta vez le corresponde al señor del A6, su compañero. Pero ni siquiera habla, ni respira. No pregunte. Ey señor, hoy le entregamos las llaves a usted. ¿A mí? ¡Oh qué felicidad!
Aquel hombre saltó de su silla y corrió al lugar del conductor con tanto frenesí que por un instante temí estar viajando en un bus de locos. ¡Cuidado con lo que dice, señorita, en este mundo hay muchos locos; los poetas, los profesores de historia, los futbolistas, todos menos nosotros; gente tan lúcida y cuerda como los que habitan este autobús no hallará en ningún otro rincón del cosmos!

Señores pasajeros: si miran a su izquierda encontrarán un lago púrpura, es el antiguo solar del emperador Han, y además las ruinas de la jamás realizada guerra mundial, y podrán tomarse fotos con personajes históricos si así lo desean. Les recomendamos no mirar atrás porque lo que hallarán no es muy alentador; y al frente observarán un laberinto de espejos que por cierto es bastante divertido.
No gracias, prefiero dormir, vaya usted. ¿Quiere un recordatorio o algo de comer? No, creo que el mareo persa se está pronunciando sin necesidad de cosquillas.
Cuando abrí mis ojos, el paisaje era blanco, las figuras de los árboles las dibujaba en mis recuerdos, intentaba traer a mí la primitiva idea de una casa y no lo conseguía; era como si el mareo me hubiera arrancado la mente, cada concepción de lo real. ¡Es normal, se irá acostumbrando! Lo único claro era el rostro de ese niño abandonado en el terminal de autobuses. Si pudiéramos regresar le cedería mi puesto.
Y ahí estaba, sentado junto a mí, desnudo, revelándome sus lívidos labios. Miré alrededor y todos esos patéticos pasajeros se hallaban danzando con una enorme cicatriz al lado izquierdo del pecho. No había nada que hacer; aquel niño puso sus manitas sobre mi pecho y con furia lanzó mi corazón por la salida de emergencia.
- Si miran hacia su derecha, encontrarán a una hermosa pareja como con diez maletas, ah y a su niño y a una loca corriendo hacia este autobús.




REFLEJO DE NARCISA

Ha hecho de su cuerpo un patíbulo, sueña que viejos camellos sedientos, hastiados del desierto y de los hombres llegan a beber de sus párpados. Es un cuerpo duro, podría soportar pesadas dunas, el aire que sale de su boca, la luz que traspasa el vaso de agua, los intersticios de sus dedos, su ojo. Voz, una corta voz que espante tanto silencio altanero, incómodo, un golpe seco en el vientre, en la puerta, en la pared, un pájaro que ahuyente el invierno, una mujer como ella no soportaría el invierno. Otra mujer picotea en la puerta. Ella busca el almizcle en su mesa, bajo la cama, entre los libros, la mujer detrás de la puerta muere de frío, con las manos abiertas esperando el almizcle, se marcha.
Se pasea por la habitación con su mejor vestido, plumas en la cabeza y púas entre los labios, se pregunta a dónde han ido las moscas del verano. Enciende la luz, busca la silla, tararea una canción… arañas tibias se suspenden en la tela de su vestido violeta. Cuando era niña se sentaba a la orilla de un río a presenciar el hundimiento del sol, podía echar raíces en el agua, en cualquier pozo ciego o quedarse con las moscas y el verano.
Ahora, no reconoce los rostros de la infancia, pareciera que todo el tiempo anduviera enfadada, pero las sonrisas flotan en el aire como un vaho oloroso. Se desviste queriendo tapar la sombra venenosa de la araña instalada en la ventana.
Lee horóscopos viejos para acordarse del pasado. Recuerda haber expiado a su padre en la enfermedad, desnudo y huérfano llorando sobre el cuerpo trémulo de su esposa, recuerda haberle dicho a su hermano que lo amaba cuando votaba al caño su cuchilla de afeitar, tener de su hermana sólo el pellejo de su espalda. Amanece, ningún cuerpo que abrazar, quisiera sacudir un árbol de naranjas, ser horizontal, recibir la generosa gravedad de una naranja en sus piernas. A fuerza de estar viva, pavorosa y atmosférica piensa en el frío, le duele el cuerpo, se descubre sola, se acuclilla, orina y llora como cuando tenía nueve años.
Es un día luminoso, sonríe sin prisa, se contempla burbujeante y borrosa en el reflejo turbio del agua del lavamanos y no sabe si abrir la puerta a la mujer que picotea insistentemente en la puerta o sumergir su cabeza y perderse para siempre.




ELLA

ELLA X
To be. Ella está mudando de piel, quiere algo más que un desprenderse, quiere una piscina, un chapuzón, clavarse hasta el fondo, mujer mocasina, boca que se estire para tragar burbujas, asolearse, echar la cabeza hacia atrás y nadar, paladar blanco.
El estanque se abre para ella, nadadora de aguas abiertas del conocimiento. Introducir la punta de los pies lentamente en las aguas turbulentas de los cuerpos masculinos. Temor, cuando se acercó a la piscina, los hombres se fijaron en ella y su incertidumbre y su vestido de baño color rosa y su cabello atado y sus muslos blancos. Brazos como remos la acercan inevitablemente a la piel de ellos, demasiados. Una brazada, torpe, dos. Ellos, con sus cuerpos han sellado el cauce de las aguas, juego del poder, del tobogán de los caprichos fálicos. Miradas asfixiantes. Burbujas densas. Brazos queriendo ahogarla. Ella, intenta ignorar; estira sus piernas, dibuja formas saladas.
Tantas Horas compartiendo su espacio, mirar más allá del ojo de un hombre, traspasarlo y encontrar la montaña. Morar. Quisiera descoser sus piernas para deslizarse con más rapidez, movimientos tímidamente sincronizados, formando pequeñas curvas al avanzar. Cada curva siguiendo la huella de la que precede. Por momentos, le gustaría ahogarse. Ella, encuentra el espacio verde de las dos mitades, panda y profunda; se acerca, quiere saber más, sus pies ya no tocan el suelo, la observan. Retrocede. Desemboca, sale; de nuevo las miradas masculinas como puñales atraviesan su cuerpo. Deviene el agotamiento.
Las aguas se agitaron, la provocación cesa, busca otras formas de expansión. Le han dicho que hay estrechos que no se cruzan. Ella siente que habla bajo el agua. Lengua que se estremece y vibra. Estrecho que poco a poco se viene abajo. Mujeres adultas y jóvenes toman jugo de tomate y reflexionan y meditan y crean el lenguaje. Otra humedad. Estanque rebosado, sin miradas. Ella rastrea la búsqueda de… Irene y Luisa. Fotografía y pintura. Labor de entrega expuesta en un café. Desconocidas persiguiendo el arte, el lente y el pincel de dos mujeres para desenmarañar la historia universal. Mujeres. Manojos de fresas. Pintoras. Artistas. Lienzos íntimos. El principio y el fin del mundo reposan en la fotografía de un mar sospechosamente en calma, la historia de la humanidad descrita por el pincel de la mujer que pinta bosques tupidos de palabras verdes recién cortadas. Ella se siente plácida, paños y pinceles, el obturador de la cámara de Irene se dilata cada vez más, cada vez más se adentra en la conciencia del paisaje y la mirada femenina. Ella toma una cerveza, se introduce salvaje en el grito invisible que le da el lenguaje y el arte. Transformación, búsqueda íntima. No hay nada, sólo un puente transparente que la conecta con su sangre. Ella degusta la libertad como a su deliciosa y espumosa cerveza.

ELLA Y
Or not to be. Música arruinada entre pasto y estiércol. Estirar las cuerdas con dientes. La carne. Desgarrar el muro. Con gritos. Muro antiguo… Dos miedos piden tregua. Puñal invertido. Respirar en un estanque de sangre y caballos, de sangre y colibríes, de caballos y de hojas.
Ella en la oscuridad, sonríe porque algo tiembla en un rincón. Dedos. Ojos al revés. Una lengua dibuja serpientes en su espalda. Se esconde. No cuartos oscuros. Prados verdes con vacas muertas. Ropa sucia extendida al sol. Ella levita en sus pensamientos, deshoja quehaceres, las obligaciones. Mirada de perro. Hueso entre pecho y la nada. Cama derrumbada. Después de años luz, dijo su primera palabra. La casa azul se comporta igual. Música afilada.
Preferiría retroceder. Apolillar la madera, sus piernas. Cae a pedazos, a la velocidad de una lágrima. Jadea. Arrastra las palabras, mueren en su garganta. Basta. Su lenguaje se desvanece, anuncia otro quebrantamiento multicolor. Ella rueda. Descifra sus sueños. Un juego para ceder el poder. Desaloja su cuerpo de la mirada masculina. La pérdida de piel. Ella- la serpiente que alguna vez temió. Mudar del pensamiento. Transformación. Introduce su cabeza y su cascabel en un nuevo placer. Habla de la respiración y del vértigo. Descubre otras músicas. Mujeres que atraviesan la oscuridad, el erotismo, la fragmentación con los ojos abiertos. Mujeres escarbando la libertad de su pensamiento; cuerpos voluptuosos, delgados, bohemios, tímidos, rotos, bellos.
Ella diseminada, ella, la polisemia y la pregunta. Ella y su escritura, su dosis de aire, torrente sanguíneo. Ella, ha dicho sí, quiero, desfigurarme, arrancar el miedo, a amar, a construir en solitario, con músicas estruendosas, agitar el lenguaje como un mágico rompecabezas. El arte, la escritura la electrizan, la alborotan, la subvierten, la excitan, río de aguas turbulentas y contradictorias. La razón se derrite. Sueña consigo misma, lamiendo a pedacitos su carne surreal y fragmentada. Ella la vértebra, el anillo dorado, la escama que arde entre la cabeza y la cola del conocimiento multicolor que serpentea en la escritura, remembrando, posibilitando la vida, su manera de estar y restaurar su cuerpo que escribe y se escribe… Fragmentación y cuerpo imperfectos, predilectos. Lunares, cicatrices, hendiduras.
Compongo las memorias de mi boca. Introduzco mis dedos y mi lengua en la sustancia jugosa que es la vida. To be or to be, yes, I lick my broken art. My nails. My untitled mouth. I cut into parts my golden fish, My koi, I eat it, undone bodies, experimental art, writing feeding on losses. Sin mirar atrás. Red mouth saying now.



CORHAL

Jadeamos de amor y ganas del otro. Cascabeles de una cola hipnotizante en los oídos. Koi, pez japonés que asciende el río amarillo para transformarse en dragón. Ella, el sismógrafo hecho de sacudidas.
Aproximar la cabeza a la cola, armonizar opuestos sin juntarlos. Koi y los durmientes de la casa azul. Mordida, inevitable mordida entre el conocimiento y la intuición, la realidad y las realidades, la creatividad y el silencio. Deber con la familia y el deseo de no hacerlo. Abandonar la semilla y el puerto seguro de las palabras.
Amor corhal. Atroz/interrumpido/andrajoso/a medias/paranoico/de colores/ con la posibilidad de dejarse descubrir para remover el lodo con la punta de los pies. Pozo de cristales rotos. Lo más parecido a la verdad. Lanzarse a la escritura del lenguaje y del amor con un tercer ojo y tentáculos. Memorias de un cuerpo. Temblando. Mordiéndose la lengua. 2000 bocas heridas. Perdieron los estribos. El olor de la intriga. Ganas de gusano junto a la manzana. Búfalos. Blancos. Negros. Chichón en la cabeza. Máscara anudada. Lenguaje voraz. Recomponer el aliento. Perseguir el lenguaje es como buscar el amor inconscientemente. Provocar la tentación. Dilatarla ¿Qué hacer? Definitivamente perdidos en las indecisiones.

DO
Granizo por dentro, tormenta de arena, en los ojos, nudo corredizo. Koi duerme con los ojos abiertos, de frente a alguien, hoy se siente sin amparo, perdió su sombrero, habla con sillas vacías en cualquier lugar. Alone, one? Y quién más. Lavamanos descompuesto, roedor, araña, ella, criaturas de una exacta imperfección. La mota en el ojo nos persigue a todos lados, raspadura en la frente, no vi por donde andaba, era inevitable quedarse con la palabra en la boca, el beso flotando, a pocos pasos de Koi.
Koi. Siete días en el desierto, no existen los recuerdos ni el agua, sonido terrible de la ausencia, acuclillarse y la serpiente se derrama entre las piernas, muda de piel dentro de ella ¿Daremos a luz? Ella se duele y lo piensa, lavamanos surreal, colgando de una cuerda, de su brazo y su trenza, sumergir la cabeza, la memoria y el olvido entre espuma y jabón, entre sifón y eternidad y me enrollo en tu cuello y te derrites como vela y te sueñas a solas en un nido de gorriones sin cabeza. Los dejamos solos, con sus uñas rojas, con su sueño inundado, humanos casi móviles, pequeños respiros. Koi en medio de paraguas. Ella abre su chaqueta y cascaritas de algo o de ti resbalan en la calle. Estás temblando. Fuma. Tinto. Hablar de lo que pudo ser. Koi se acostumbra a la ciudad. Carretera caracólica, bosque tupido, montañas de paja y de seda, luces invisibles. Alguien ama algo. El banano se desprende de su piel, ella enciende la estufa. Divisa el baño. Ventana. Cerrojo. Pocillo vacío. Está sola. Cascabeleas. ¿Dónde estabas? Buscando refugio, mensaje del agua, ¿Qué dice? Negativas, a respirar a otra parte. Despiadadamente feliz. Tú y tus intuiciones. Tú y mis ganas de no quererte más. Me lanzo hacia ti con una espada y un beso. Pide tu deseo. Farewell. Libélula. Hoyo carmesí. Amor recién hecho. Copa. Anís. Calmante. Vuestro dolor. Koi mira siempre a ningún lado.

FA
Garganta espesa demolida por su lengua. Mil lenguas que hablaban del encanto de abejas. Beberte o balbucearte. Regresando al útero con palabras almibaradas. Su historia surcada por los pájaros y el viento. Pausa corta entre dos deseos. Esta tarde es verano. Azul colándose por la ventana.
MESES DESPUÉS
En el vórtice de la montaña. Saltaste Koi. Pez-amor. Interminable. Agresión al borde del vuelo. Con ardor a flor de piel. La música se le escapa. No tu rostro. No tu aliento. Desdoblar tu piel como papiro egipcio y ponerte a contra – luz. No hay libertad más visceral. Tu amor atravesó mi burka. Todavía tus manos haciendo música en mi espalda. Por ti que existe el momento. Ruptura. Palabra derretida. Vertida. Sagrado dolor. Naturaleza negra. Abrazar a contradicción. Lugar donde no estás. Ausencia que arrastra ausencia. Te estoy amando. ¿Puedes oírlo? Cuerpo goteando. ¿Cómo atraparte? ¿Escribir – te? Pedazo de carne alucinante.
MENSAJE DEL AGUA…
Tú floreciendo dentro de mí. Multiplicando tu nombre y tu sangre. Padeciendo distancia y tiempo-absurdos. Pienso, (sin decírtelo) que el silencio era el lugar para el amor. Y nuestra música. Hurgando. A oscuras. Desatando un nudo ciego. A ciegas. Fascinante. Buscando piedras preciosas que delataran nuestro origen. Estallido de una boca, quizá de dos.
CUANDO EL CORAZÓN SALIÓ DE SU CASCARÓN
Latiendo. Pujando. Sístole. Entro en ti con los ojos abiertos. Diástole. Rebanar/esparcir/regar. Mirada melancólica derritiéndose en tu boca. Me derramaba sobre ti. Miedo desportillado (antigua estatua griega). Palabras sin cauce. Vaso de agua sin agua. Te yergues y te ahogas en nuestra pecera de palabras, siento tu respiración entre mis piernas. Tus ojos están hechos de fuego. ¿Quién nos salva? El lenguaje se desmorona y su sombra nos rasguña. Aún vivimos, aún un cuerpo sobre el otro, una boca untada de sal marina y piedras volcánicas, saliva rebosando, oscuridad parpadeante. Tu ombligo se despierta y arrastra tu azucena. Amarte es como montar en bicicleta. Las mil y una bocas derramándose por mi espina dorsal. La noche trepa hasta la comisura de la tierra. Asisto al descuartizamiento del miedo. Éste es tu cuerpo que será derramado en las paredes y en la tina. Pataleas. Te preguntas en dónde naces y en dónde termino. Quietud viva. Fucsia. Armada como rompecabezas. Final del movimiento. Mi boca se llena de púrpura.

MI
Mágico. Colores babosos. Entre amarillo y gris. Entre su pierna y la sábana. Presenciar su sexo irascible. Violento. Sus miradas me dejaron muda. Olores fuertes. De hierbas y licor. De abejas y anís. Me suelto. Las enredaderas de la cama crecen para sostener mi espalda. Quitarme un poquito de infierno. Un sedante contra el ardor verde de nuestros ojos. Miembros imperfectos para el pincel. Demasiado. Demasiada carne. Por encima y por debajo. Por las laderas de su sangre. Dejamos de existir. Otra realidad para entender los sueños. Aire más agudo. Ficción sin argumentos. Es el cuerpo hablando. Muerte convertida en nuevo nacimiento. Cuerpos mellizos. Moscas de Manzur perforando la piel del deseo.
Koi. Deletrea la palabra ho-yo. Hurga. Se hunde. Víscera e intestino. Amarte. Vomitar libélulas. Koi flota alrededor de la hoguera. Araño su rostro y su espalda. Puja tus instintos. Introduce tu dedo en la palabra “más.” Hala. El pelo. La falda. ¿Te gustaría desempolvar mi ingenuidad? Caza la liebre. El pájaro. La quietud. El espejo. Mi mano sosteniendo la escopeta de mi padre. Apunta a la pupila. Al vaso de agua. A la boca. A la primera palabra que aprendí. –Silencio- me derrito. Estamos de cabeza. Traga un poco de tierra y dispara. Hablo de meditar, deshacer el lenguaje. Fundirse con el carbón. Descomposición de la materia. Movimiento en dos dimensiones. Amor salmón. Bucear entre colmillos y música marina. Deliciosa mordida. Flor enrarecida. Koi y ella haciendo amor bajo el agua. El instinto de gritar aflora. Cuerpos ondulándose. Mi boca pierde su memoria. Aprende el lenguaje de la piel. Mi boca torpe, no sabe más que besar y lamer. Siento a pedazos. Como un baile cojo. Ecuación sin resolver. Oscilación entre el silencio y el deseo. Me desbaratan sus provocaciones minimalistas.


RE
Nuestro parto. Dolor compartido. Profundamente delicioso. Inacabable. Inabarcable. Caminar descalza sobre tu pecho a punto de estallar. Escrituras que no conocemos ya han sido escritas. Profetas, magas, adivinadores del tiempo. Jeroglíficos. Palabras prehistóricas. Pinturas de mujeres cabalgando bisontes en cavernas milenarias. Escrituras que hablan del secreto de amar. Toma tu lugar. Koi. Lo demás se fracciona. La historia se desteje, el lenguaje tiene vidas paralelas. Reconstruimos el cuerpo cuando amamos. ¿Por qué el mío roto? Venas y fibras separadas mostrando el esqueleto, materia roja y vibrátil. Un cuerpo roto ama en abstracto. Koi. Te reproduces. Hay pedazos de ti por todos lados. Gurú ¿Cuándo lloverá? Luego de ti amaré los perros. Ardes. Y puedo ahogarte. Si quiero. Cuando te quiero. Qué te importa. Aquí no hay aire. Y tu nombre se hace verbo.
Amor entre dos razas conectadas a la pulsión del mundo. Infinidad de preguntas y evasiones para perpetuar nuestra existencia. Koi termina de crear la noche. Bebe agua turbia de sus pesadillas. Desciende al habla de la mente. Resistir. Enredarse en su lengua. Hacer ruinas. Trazas. Su boca está llena de agua. Amenaza con despedazar. Ella. Torpe. Levitando en su sombra húmeda. ¿Hasta cuándo? Qué necedad. Esperar. Un seno. Morder. Un lápiz. Dibujarlo en la piel. Alimento. Escozor. Como una luz intermitente. Tendida en el lago. Observaba. Pequeñas olas. Casas. Ojos de Koi queriendo lanzarse. Se perdía en otras lecturas. Me alejé. Secarse al sol era placentero. Arena. Las palabras halan al fondo. Borde deslineado. Pero Koi se niega a las buenas costumbres, ella sigue sus pasos. Se desfigura el límite. Tenemos agallas de pez. Toma tu lugar para no ver. Lo real se vuelve incomprensible. Nuevo parto. Koi devuelve el tiempo. Te veo por primera vez en un camino recorrido mil veces.


SOL
Borrasca. Trastes. Zapatos rotos. Camándulas o látigos. Paisaje matutino. Meticulosamente descompuesto. El afán. La partida. De memoria. Playas falsas. Mujeres postizas. Madres desdentadas. Escupidoras. Castigos. Predicaciones. A pesar de la ciudad, la piel sangra, rencor. Abren sus ojos, piedras clavándose en ellos. Marionetas prohibiendo el deseo, alejando a sus hijos del conocimiento, escondiendo algarabías en naguas sucias, mujeres y hombres que olvidaron amar y ser amados… delirio bíblico. Mantos untados de deseo. Confesionarios mohosos. Equivocada cruci-ficción. Santas ganas de asesinar. Escapulario o liguero. Túnica o velo. Cáliz o whisky. Alabado cuchitril. Pozo al que nadie desciende. Amistades peligrosas amenazan el agua estancada. Laúd estruendoso. Despellejar a una mujer era cuestión de hábitos. Románticos incendios en absurdas iglesias. Qué hay en tu cabeza. Historia de una mentira. Retoque de campanas en un bosque lejano. Cuerpos tambaleándose, perseguidos, reducidos, acorralados. Bocas rotas lamiendo mármoles y piedras santas – podridas-Acuclíllense. Nos succionan. Muérdanse la lengua. No nombrar, balbucear, delirar. No. Te descuelgas. Te persignas. Te mientes. Te acosas. Tiemblas. Tapas tus oídos. Sacas la cabeza del pozo, te estrangulan, te hunden, te lanzan una y otra vez al fondo con la piedra atada a tu cuello.
Reímos, a pesar de todo. Dientes rojos, sílabas sangrantes. Dolor intramuscular. ¿Buscas la salida? El pasillo sin fin. Atraviesa tu oscuridad. Ojo dorado. Colmillos persiguen mi cuello. Aquí estoy. Aquí estuviste. Doble labio. Qué hay debajo de la sábana. Carcajada. Cardumen de erotismos. Muslos blancos, de yegua. Canela con orégano. Abajo. Más abajo. Nace la hija de las mil leches. Potra adolescente. Aprendiz de hechicera. Amante. Debajo de mi sábana. Gritos de primeriza. Medusa acorralada.
¿Qué hay de malo? podar el jardín no es cortar la maleza. Gritos y gemidos para inspirar un coro celestial. Siempre puede ser más intenso.

NO LUGAR
Cavar un hoyo en la tierra. Atravesar el continente, salir a respirar a la India, Sierra Leona. ¿Se podrá amar en el Triángulo de las Bermudas? Koi, ¿cuánto tienes en el bolsillo? Descubrir un nuevo país para reconstruirnos. Arte o el instante de buscar aquello que no se tiene, que está por decirse. Rehacer la casa antigua que habitamos. Un lugar posible. Vislumbrar, inventarse para no repetirse. Extraer uno a uno los interrogantes vitales incrustados en la piel.
Ella enfrentada a su obra; ambas, desnudas, explorando la oscuridad delirante de la creación; vertiente del yo desenfocado, plural, en contraste. Ella ¿Despiadada? Estrechando el arte y la vida, corazón de la piña. Sujeto y artista, construcción y desplazamiento, búsqueda de un lugar donde reposar y combatir. Una gota de agua para llenar el vaso vacío de Koi. No hay nada y en esa nada es donde nadie habla a nadie, y nadie habla de ella y nadie exige explicaciones. Inaugurar la creación desde la nada, intentando… asomar al mundo la creación artística; entreabierta, fea, por tanto bella, inaceptada. Hacer presente algo que se creía ausente en ella, restauración del cuerpo mortuorio y mutilado, incómodamente embalsamado; cuerpo - fuera – de - la- historia. Su origen, recobrar el ritmo antiguo de las cosas que alguna vez tuvieron vida: mano izquierda, vientre, dedo meñique, creatividad, pensamiento, fluidos, secreciones, partituras. Graffiti callejero en las inmaculadas paredes de la academia. Encontrar cabida, esparcir el amor en el espacio invisible del arte.

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