viernes, 16 de octubre de 2009

N O M E D E J E S C A E R : escrituras para componer el cuerpo

N O M E D E J E S C A E R : escrituras para componer el cuerpo

por:

Juliana Borrero, Deicy Mariana Pérez, Mónica Ardila, Libardo Cortés, Lizzbeth Emilse Sánchez, Gloria González, Carolina Peña, Adela Ávila, Gina Brijaldo, Rocío Gavilán, Andrea Vargas y Melissa Mateus.
Proyecto de investigación Lenguaje y Paz. Grupo Senderos del Lenguaje. UPTC

INTRODUCCIÓN
Una mujer se saca las tripas por la boca y las deja caer en una pila a sus pies. “Luego tomo una de las puntas y comienzo a tejer, utilizando mis brazos como agujas de tejer hasta que lo he tejido todo. Sostengo este tejido enfrente de mi cuerpo desnudo de manera que me cubra. Por medio de esto saco afuera todo lo que no es mío y abro espacio para algo nuevo. Hago orden exterior de un enredo interior.” (Jayne Parker hablando de su performance, K, en De Preester) .

Desdoblar el cuerpo y poner lo íntimo afuera. Fundas de satín. Paredes de carne. Roja oscuridad. Sensación de cueva. La parte asesina. La parte libre. La parte balbuceante. La parte menos conocida… Venas, tripas, sangre, corazón. Una operación abierta de corazón abierto. Auto-operación en la que saco afuera la extrañeza de lo íntimo para conocerlo, explorarlo, reclamarlo, tejer un lugar para ello dentro del mundo social. Se busca el ser desde la crudeza de su base biológica: poner el dedo en el punto preciso del cuerpo donde es producida la subjetividad.

Sensación de déjà vu. Aún al más desprevenido espectador algo le grita por dentro que dice yo soy, o fui, o he sido. Esta forma de arte íntimo produce interés y a la vez incomodidad. Un interés que viene de la tripa –curiosidad, identificación, recuerdo corporal. Una incomodidad que viene de la piel, de la piel social, cuya función ha sido tapar –proteger, enmascarar la extrañeza profunda. Repudio. El cuerpo espectador grita: guarden ese pedazo de carne que han lanzado enfrente mío. Al menos cocínenlo, o háganle algo para que no me recuerde al pedazo de carne que soy. Algo así. La incomodidad no es casual sino necesaria. En la medida en que “la piel despierta”, el cuerpo hace reconocimiento de algo que estaba olvidado, escindido, desintegrado; y en ese momento, la obra gira. Hacia el otro.

No es de mí que trata este texto, es de ti. “Estoy escribiendo tus memorias te haré sentir, Hombre Muerto.” (Lou Robinson)

Entendernos como cuerpos es entrar en un acto de re-membrar. Llegar al recuerdo de que somos cuerpos físicos conviviendo con otros cuerpos físicos en un mundo circundante en constante autocreación. (Ellie Epp, 2006) Y todo lo que esto implica. Ya no la escisión cuerpo/mente/alma. No la distribución de: sentir, percibir, imaginar, pensar, como tareas aisladas. No la capacidad de razón separada de la capacidad de contacto. No la capacidad de vida supeditada a la academia.

Como cuerpos somos estructura (Ellie Epp, 2005); siempre cambiante, siempre en proceso. Somos estructura con características particulares; más -o menos- capaz de asumir la osadía de integrar. Ver más profundo. Pensar más lejos y más cerca. Inventar lo necesario. Captar al otro. Ser - más.

Retomar el sentido del cuerpo es posicionarse en una honestidad donde se parte de la propia estructura como incompleta. Se trabaja tanto con lo que se sabe como con lo que no se sabe, con lo que se es como con lo que no se es. Y todo trabajo, por objetivo que parezca, es trabajo que se hace sobre el cuerpo.

“El trabajo con el lenguaje es aquel donde el ser mismo está en juego” (Roland Barthes)

“Trabajo hecho por nosotros mismos sobre nosotros mismos como seres libres” (Michel Foucault)

¿Qué busca el trabajo desde el cuerpo? Renovar nuestras formas contacto con lo real. Poner en crisis lo que hemos sido, para entrar a crear lo que podemos, queremos y necesitamos ser.

Investigación: “trabajo hecho desde los límites de nosotros mismos” (Michel Foucault)

Asumir con todo el rigor, la inteligencia, la sensibilidad, la valentía, la generosidad – con toda la urgencia - la tarea de inventar el ser.

En el trabajo con el lenguaje, dar cabida al cuerpo es comprender que este lenguaje surge de y altera la estructura física de nuestros cuerpos; asimismo el funcionamiento de las personas. El diagnóstico del lenguaje siempre es el diagnóstico de un cuerpo. (Ellie Epp, 2005)

Todos escribimos con el cuerpo, pero escribir desde la conciencia del cuerpo es atreverse a dar el salto interior que permite que el lenguaje nos sorprenda, des(a)nudando nuestras partes segregadas, revelando conexiones inconscientes.

“Con esto hago orden exterior de un enredo interior”. (Jayne Parker, en De Preester).

Escribir desde el cuerpo es marcar el camino –célula a célula- de una trayectoria de lo que se ha sido y no se es, a lo que se necesita y se puede llegar a ser. El lenguaje se tiende como puente no metafórico sobre el abismo –la segregación- interior, haciendo posible en el texto la búsqueda de la estructura que clama cada cuerpo, la estructura que sería coherente con la forma de ese cuerpo, la estructura en la que el cuerpo se reconoce.

En complicidad con el cuerpo, el lenguaje es radical; puerta abierta hacia nuevas posibilidades de ser, mirada renovada sobre nosotros mismos. Y los otros. Una propuesta donde la máxima función del lenguaje no es su capacidad representativa sino de presentación, exposición, acto de hacerse presente y por medio de esto performar, componer el ser. Entre la piel y la tripa.

Rodé desnuda sobre una hoja de vidrio, luego sobre astillas de vidrio, y finalmente sobre la pantalla de papel. Las cortadas en mi piel resultantes de las leves heridas hechas con el vidrio roto son aperturas a lo íntimo, al interior de las venas, al interior del cuerpo… al observarse desde afuera el cuerpo es una superficie de proyección… la incisiones son aperturas hacia lo que está adentro, abren la imagen, son un corte sobre la superficie de proyección de la representación, es decir que el cuerpo corta la imagen de cuerpo, y se entrega a la mirada. La función simbólica del cuerpo es cortada y abierta [expuesta]. (Valie Export sobre su performance Eros/ion, en De Preester)

“El cuerpo, dominado por los signos sociales, es cortado y abierto a su dimensión biológica”. (Helena De Preester)

La escritura que performa el cuerpo, entonces, es el abordaje de esta como exploración de la rareza, la belleza, la diversidad, lo que aún no sabemos, de la experiencia humana. Es buscar un sentido renovado a la vida desde las bases biológicas que nos hacen palpitar; desde la humildad de lo poco que sabemos y entendemos acerca de lo que somos. Se trata de una escritura que, como lo dice Helena De Preester refiriéndose al performance, esté a la medida de la tarea de “producir y reproducir el cuerpo una y otra vez. El cuerpo en movimiento y experiencia como un proceso de final abierto, abierto a la otredad, pero también vulnerable en su apertura [exposición].”

¿A dónde nos han llevado cuatro años de exploración de la escritura desde el cuerpo en el proyecto de investigación Lenguaje y Paz? Qué convergencias y divergencias encontramos en nuestra búsqueda de escrituras que performen los cuerpos que somos? NO ME DEJES CAER es el mapa que reúne los 5 trayectos recorridos en el lenguaje para explorar, reconfigurar, poner a prueba, componer el ser: levedad, literatura como medicina, oscuridad, fragmentación y erotismo.

TRAYECTO UNO: L E V E D A D
[12 personas en traje de coctel, de negro, impecablemente peinadas y arregladas, entran en fila, con determinación al escenario, cada uno con un libro blanco de diferente grosor y tamaño, bajo el brazo, asumen sus puestos.

A la izquierda, adelante, hay cuatro sillas negras en fila, que ocupan cuatro personas, adoptando una posición levemente inclinada hacia la derecha, como si se las estuviera llevando el viento. Inmovilidad y silencio general durante 10 segundos. Luego uno por uno empiezan a leer.]

1.
El cabello del río cubriendo mi cabeza, enredando los dedos en mi cabello. Mi cabello fibroso, vidrioso, oleado vaivén, cuando todo se mece. Mi infancia, la de olores de colores. Voy al campo a bañarme en los ríos mientras mi mamá lava la ropa en las piedras grandes. Voy a jugar con mi hermana en los pozos; voy a espantarme con los sapos y sus babitas, a hundirme en sus arenas, a buscar piedras transparentes, piedras para pintar en las tardes en que era necesario que lloviera. Veo claramente los renacuajos, tan diminutos, tan negritos. Eran comas y los charcos estaban llenos de ortografía; había huevos como puntos, piedras como puntos suspensivos... Me daba miedo dejarme llevar por el agua hacia las partes hondas.

Acostumbrábamos con ella flotar en el agua, imaginarnos el mar. Recuerdo que yo no podía, entonces abría los ojos. De frente, sobre mí, el cielo, en ese azul que todavía no he podido decir. Ese era el mar para mí. No lo imaginaba, sólo me situaba en uno de los recovecos de las nubes, que yo creía que eran las orillas, con sus rocas enormes. Allí en el mar del cielo solo estaba yo, nadie más. Gritaba, y mi voz se perdía. Oscurecía el agua. Yo en medio de, en la profundidad.

Ella se enrolla sobre su cuerpo como nueve, queriéndose mirar hacia adentro. Su espalda hace un arco media luna como recordando el vientre. Sus brazos cierran el cuerpo en un abrazo eterno, sin rostro.

Si me preguntas qué es la noche, te diré que es la hondura de mi cuerpo. Si me preguntas por el tiempo noche, te diré que la hora en las noches de mi cuerpo es génesis, noche creadora, metamorfosis de sueños en materia viva dentro de mí. Entonces diré que la noche, más que tiempo, es espacio. Que en el principio fue la noche, y que la noche era agua. O esto, que en el fondo del mar la noche es permanente. Vivo en una noche adormidera de sombras hechas jardín.

En el principio, fue lo amorfo, abstracto y sin líneas. En el principio fue la hondura, y solo un punto blanco en el fondo negro. Después un haz de luz atravesando el microcosmos. Punto y haz conjugándose, creando desinencias. Luego yo con deseos de volver a mí, en mí, y estar contigo, tú.

Tú nunca me hablas, tu silencio me rodea. Sabes que así no puedo respirar. ¿Qué sientes? ¿Qué es eso en lo que tanto piensas? ¿Por qué me hiciste con boca si ibas a ser sordo? ¿Por qué me hiciste con oídos y te escondes en el silencio? Yo te sentía por la misma trampa del pie amputado. Tú eras esa parte de mi cuerpo que seguía viva en mi cerebro, por eso te seguía sintiendo.

Fue necesario entonces mirar hacia atrás. Tenía que aprender a conjugar en pretérito. Empecé por los recuerdos. Tuve que irme más allá, recordar el cuerpo, rescatar los sentidos de la noche del pensamiento. Un día perdí el control de mis manos, me involucré con la locura como delirio, y delirio como deslizarse por un tobogán de recuerdos. Entonces irse, sea como sea, y sea para donde sea, irse en espirales de palabras y sentir cómo esos espirales de palabras descienden en espirales de sensaciones, más abajo hasta llegar a un espacio más real...
Por Mónica Ardila
2.
“El hada de los aguas, guardiana del espejismo, tiene en su mano todos los pájaros del cielo. Un charco contiene un universo, un instante de sueño contiene un alma entera”
–Gaston Bachelard

Detengo mi camino, giro la mirada y encuentro a la niña, detenida una tarde de tibio sol ante un pequeño estanque, tratando de adivinar dónde se hallaban las ranas que oía cantar, de dónde provenían sus tímidas voces.

Fueron sus ojos testigos de días fugaces que pasaron sobre su cabeza y dejaron en ella el recuerdo imborrable de tardes sofocantes entregadas a la curiosidad por lo que su cuerpo sentía.

¿Hacia dónde había de conducirla ese camino? ¿A ir en busca de qué, de hallar qué cuando a su alrededor todo parecía claro? Hacia ella misma. Hallarse como presa de sí misma. Condena que se impuso al permitir que el deseo aflorara en ella, y entonces, llegar a sorprenderse como quien abre las ramas de un bosque y descubre allí un estanque, “un ojo de la tierra”, y sin importar la hora o el frío penetra en él y se sumerge con la piel desnuda, dando lugar a que todas su partes desaparezcan bajo el frío y el color del agua.

Camina con la cabeza baja, tratando de hallar en el piso, entre el polvo, bajo las piedras algún fragmento que le recuerde su antigua imagen, tratando de encontrar las huellas de otros tiempos; la hierba hundida por el peso de la espalda de aquel hombre.

Tiene el deseo incontenible de desaparecer de repente, de inventarse bajo la piel en el agua subterránea, esa conchita azulada donde quepa su mundo. Andar al ritmo del caracol y besar la tierra con la yema de los dedos. Recorrer cada relieve de las piedras: sus orificios, el musgo gris que crece en ellos y quizá darle un suave espaldarazo al escarabajo que allí se esconde.

Camina por los campos, abraza los árboles, aferrando su oído a las cortezas para tratar de comprender las historias que se murmuran entre sus ramas. Bachellard escribe: “Siempre siento la misma melancolía ante las aguas dormidas, una melancolía especial que tiene el color de una charca en un bosque húmedo, una melancolía sin opresión, lenta, calma”. Y no es sólo la nostalgia que guarda consigo el sauce en sus perezosas hojas que cuelgan y se mecen por el suave soplo del viento. Es también la sensualidad que guardan esos lugares oscuros bajo sus ramas, que le recuerdan a ella algún tinte oscuro en su infancia verde.

Quizás bajo la tierra las raíces también se rocen, se ericen como gatos y se despierte en sus hojas un poco de rubor. La firmeza de sus ramas, el grosor de sus raíces, la frescura y el vigor de sus frutos: todos presentes. La naturaleza también guarda su sensualidad. Y a lo lejos, bajo los tintes grises y azules de las nubes las montañas descansan unidas, tendidas descuidadamente sobre el valle, con sus cuerpos abiertos al sol.
Por Deicy Mariana Perez
3.
Papá. Él está arrodillado en la mitad del conuco rezando en voz baja; a veces se inclina hasta tocar el suelo con la frente. Yo, a su derecha, también de rodillas, repito padre nuestros, ave marías y credos mientras contemplo el dorso de las hojas de yuca desperezarse con los primeros soplos del viento. Los pájaros buche amarillo y los cirigüelos disputan los frutos maduros del platanal; en un aceite, los pericos estallan en un vocerío ensordecedor como retando al espantapájaros del maíz. Papá llora, lo sé, tiene la mala costumbre de ocultar sus lágrimas pero la voz se le quiebra involuntariamente. Mijo, dice, usted tiene que ser superior a todos sus hermanos, salir adelante, usted tiene que ser alguien en la vida. Una bandada de loros pasa formando una diadema verde; la vida despierta con olor a selva húmeda y sonidos diversos que se tejen en un solo canto. Veinte años después, sigo preguntándome quién soy, si me he convertido en alguien o sigo siendo un fantasma entre mis 15 hermanos.

Freud dice que la vida adulta se gesta en la infancia, allí se nos enseña como ser él, ella, yo. Yo soy ella, la sombra de una mujer cuyo rostro no recuerdo, yo soy el rostro de su ausencia. Ella, mamá, la mujer que encontré a los 21 y no termino de conocer. Él, él es papá, con sus cotizas negras de nailo, sombrero de ala ancha y pantalón bota de campana color vino tinto. El viejo suelo llamarle, sonríe por un momento y vuelve a perderse tras el velo de su mirada. Me subí por un naranjo, me bajé por un limón, no le pude dar un beso porque había mucho mirón, dice al fin. Admiro de papá que tenga siempre una sonrisa disponible, una canción en su guitarra, un cuento del tío conejo, la bolefuego, o el silbón, para matizar las noches en las que los cocuyos parecen reinos ambulantes delimitando territorios en la oscuridad.

Ella es Atamaica, la finca de papá, olor a jazmines blancos y cayenas rojas, sabor a mango, marañón y guanábana. Techo de moriche amarrado con majagua y pared de bahareque. Ella es también la laguna de aguas turbias de Atamaica, donde tengo dispuesto el sedal, como el viejo, el otro, el de Hemingway. A pocos metros las garzas y corocoras peinan sus plumas y se ven a sí mismas en el espejo del agua. También yo me contemplo en la superficie quieta, me pregunto si ése es mi rostro o acaso será una treta de la madremonte, el sedal se agita, la imagen se descompone en miles, me desvanezco, muero por un momento. Lentamente, los retazos vuelven a unirse.

Bachelard escribe: “es necesaria un alma muy perturbada para que de veras se engañe con los espejismos del río”. Mi alma, si la tengo, no se engaña con el fluir del agua, emerge de ella, de las sabanas inundadas donde pastoreo los cerdos, de los caminos tupidos de lama verde donde aprendí a patinar y donde aparecen de la nada sanguijuelas y lombrices rojas chupasangre cuando llueve. Llevo el alma perturbada, en efecto, por ella, mi tía, la esposa de papá,sentada en la tabla de lavar en el mismo caño donde papá mató un güío de 10 metros y le sacó 5 galones de aceite de la enjundia, -provisión para 5 meses. Perturbado por él, el vecino Braulio que cuenta historias de tigres y leones que persiguen a las mujeres embarazadas para sacarles el bebé del vientre.

Ella es Nancy, mi hermana, tendida en la grama contando historias de cuando fue al pueblo y yo, a su lado, imaginando cómo serán esas cajas negras que hacen retumbar la voz. Imaginando los árboles que despiden luz de diferentes colores, busco entre los millones de árboles de la finca, el árbol de las luces. Un trino de alcaravanes se oye en la cruz del camino, la tarde muere en silencio con el sol de los venados y yo sigo buscando en la infancia las hebras perdidas del tejido que forma mi cuerpo.
Por Libardo Cortes
TRAYECTO DOS: L A L I T E R A T U R A C O M O M E D I C I N A
[Una de las cuatro personas que está sentada en las sillas, a la izquierda adelante, ha traído en vez de un libro una maletica llena de frascos, y al quedarse petrificada, levemente inclinada, sostiene un frasco, como leyéndolo. Al leer, lee su monólogo de cada uno de los frascos.]

15 de febrero de 2007 - Hoy recordé aquella sensación de miedo, de indecisión, ¡de angustia! Recuerdo cuando mi profesora de primaria, pidió que dibujáramos lo que queríamos ser cuando grandes “…¿profesora ?... , ¡n… no!”. Mis hermanas lo eran y no me gustaba la idea de mandar o regañar a cada rato… Dibujé una doctora.

Recuerdo también una de las clases de biología donde, con desprevenido interés escribía con lápiz rojo y en mayúscula:

La respiración: dos puntos y aparte. Es un proceso propio de los seres vivos donde…

Noviembre de 1998 - Mi mamá tenía la esperanza de que iba a ser medico. ¡Claro!, por dos razones; la medicina se ha caracterizado por ser una carrera ¡costosa, pero eso sí, de prestigio!. De paso para dejar callados a mis tíos criticones, además un médico gana mucho y a usted, creo, le servirá para la vida, con lo asquienta que es…

Yo era una “niña nutrida de artificios pero con abundancia de debilidad” (Julia Kristeva)

Cuando miré el examen del ICFES, deserté por completo de la idea. Hay que tener una memoria muy amplia para conocer con detalle el nombre y la función de cada uno de los huesos, músculos y sistemas del ser humano… Eso no es para mí. ¡Doctorcitas bonitas y elegantes!, traté de justificar de mil maneras mi respuesta.

1. Tomamos del aire el oxigeno que necesitamos.
Mayo de 2001 - ¡Me encanta hacer lo imposible!

Tome la postura de atención normal, con los ojos enfocados al frente y los puños con las palmas hacia adentro frente al abdomen. Con ira, violencia golpes espontáneos…. Ejecute, patadas al frente, fortalezca su cuerpo. Concéntrese en los ojos del oponente, ¡combata! Más fuerte, más alto, ¡coordine! ¡A la derecha! Mente, cuerpo peso mosca, peso avispa. Perseverancia. Autocontrol. Espíritu Indomable. Hana, Dool, Set, Net, Da-sot, Yo-sot, Il–Kop… A, Le Mak-ki Jji-Lu-Ki, Choon BI. 1.2.3.4.5.6.7. Parte baja, bloqueo, golpe, listo… Koo-Man ¡stop!

¡Alto! ¡No sé respirar!

2. Ahora es necesario expulsar el dióxido de carbono…., lo que me ha contaminado, el nudo en la garganta.

Junio de 2006 - Un mosquito infectó una de mis piernas, pero también infectó mi cuerpo, la relación con mi familia y mis deseos de ser amada…

“Hablo como al borde de las palabras y tengo la sensación de estar al borde de la piel”. (Julia Kristeva)

Con lo obsesiva que siempre fui por mantener limpio el cuarto y lo meticuloso que era mi aseo personal; ahora ni aromatizantes, ni desinfectantes, ni detergentes eran suficientes para mantener mi tranquilidad. Recuerdo que en una época hasta evitaba besar para no contaminar mis labios. Ahora era yo quien debía encapsularme. Me sentía extraña, fenómeno, distinta. Extinta.

El suspiro no es otra cosa que una inspiración lenta y profunda, seguida de una inspiración prolongada o larga producida por estados de fatiga.

Julio de 2006 – El doctor: “Usted no tiene cualquier cosa, pero procure guardar la calma”.

Agujas atravesando mi cabeza, mi frente, mis caderas, como recordándome que no importa qué tan fuerte será el próximo pinchazo, había perdido la sensibilidad y hasta la fe.

Septiembre de 2006 (Encuentro de Egresados, UPTC) - Yo, monitora del módulo de literatura y sueños del taller de literatura desde el cuerpo de Lenguaje y Paz. Ellos, los profesores asistentes al taller. Ellos, como yo, espantados por sus propios fantasmas. Ellos, como yo, dándole razón a lo onírico. Ellos, como yo, buscando relaciones que nos parecían obvias. Ellos, como yo, reacios a soñarse.

¿Neuroterapia con la literatura? Agujerearnos los nervios del cuerpo e inyectarnos sustancias que al comienzo nos marean, duelen, pero luego de unos cuantos días -no nos relajan- pero nuestro cuerpo percibe un cambio en donde nos sentimos vivos y complacidos de nosotros mismos, aunque sea tan sólo por unos minutos, qué importa, ¡somos!

Diciembre de 2006 - Me encuentro terminando la carrera de Idiomas y con lágrimas en los ojos veo la necesidad de estudiar mi cuerpo, de examinarlo y de observar con detalle, mis músculos, mi busto, mi vagina, mi rostro, mis reflejos - yo.

Abril de 2007 - A pesar de que cada vez me siento más débil, quiero hacer más cosas y escribir quizá mucho más.

Duele aguantar el llanto y evadir la mirada de mi mamá cuando me hace las curaciones de los pies, duele cuando disimula su tristeza y desespero… Me duele cuando prefiere alejarse que dormir conmigo. Me duele cuando se pone esas bolsas para hacerme los masajes. Pero después de todo, me cuida, y últimamente se preocupa por mí, no sé si le da vergüenza, miedo, lástima, o simple asombro.

Observo su piedad cada noche. Ella siempre quiso ver una hija vivaracha, saludable y bonita. Me duele cómo me desgasto físicamente cada día, y a veces ni me importa. Me duele su presencia tardía… Me duele que ella crea que sólo me duelen las piernas y la espalda. Me duele todo lo que no sabe. Me duele no decirle que parezco vagabunda, que muchas veces no siento mi cuerpo, y que otras lo he robado, maquillado, lo he detestado, lo he enfrentado, lo he derrotado, condenado, lo he encerrado, lo he auxiliado… Que mi único trabajo es ahora reconstruirme.

3. Inspiración: es la entrada del aire a los pulmones…

Mayo de 2007 - Proceso quirúrgico sin anestesia, débiles imágenes, dolor-dulzura. Traicionar, defender, olvidar, aceite de albaricoque, miel, fresa, arequipe, lavanda, primavera, Osadía, L’image, Temptation…

(Risa: serie de inspiraciones cortas y ruidosas que suceden rápidamente.)

Suscribir o sonreír. Despiadado diagnóstico de perversidad interna, tentativa, pulsión, revolución, aromaterapia, cromoterapia, neuroterapia, cápsulas, ampolletas, inyecciones intramusculares: ¿envenenarse o desintoxicarse?, ¿diagnosticarse o examinarse?, ¿abandonarse o regenerarse?, ¿internarse, o re-cu-pe-rar-sé?

4. Expire…
Por Lizzbeth Emilse Sánchez
TRAYECTO TRES: O S C U R I D A D
[Tres mujeres ocupan la zona de la derecha hacia delante, de pie, de frente al público, con actitud desafiante. La que está más hacia la derecha, unos pasos más separada de las otras dos. Permanecen inmóviles. Leen una por una, en tono fuerte y rápido.]

1.
“En este momento estoy tratando de capturar el misterio que habita en el corredor. Este es un intento de ver lo que va mucho más rápido que mi conciencia y mi mano. Debes actuar rápidamente. No hay tiempo para aprender”. –Helen Cixous


1.
Bajo la ropa que usas habita un cuerpo lleno de recuerdos con materia. Un cuerpo que se retuerce mientras desciende en la espesa amargura de mirarse desde adentro las costras que quedan después de la infancia. Todo empieza cuando en una noche cualquiera, tu padre apaga la luz al tiempo que tus ojos se cierran y al despertar lo primero que ves es que no la ves a ella. Entonces el miedo, la angustia, ganas de correr... La buscamos pero es como si la oscuridad de la noche anterior se la hubiese engullido.

Lo segundo es una bolsa blanca con algo rojo tirada en el piso. Es algo como un pedazo de carne. No te atreves a tocarlo y presientes lo peor.

De allí en adelante millones de imágenes empezaron a crecer como células en tu cuerpo: el hospital, un nuevo bebé, sus ojos, los de ella totalmente idos, tú sin ella, las explicaciones de tu padre, la chocolatina que trajo para calmarte el hambre. Las palabras locura y sanatorio vinieron después. Todos las susurraban delante de ti y sin embargo las viniste a entender el día en que sus ojos no reconocieron los tuyos. Nuevas noches siguieron cayendo, pero tú siempre viste bajo tus párpados la sombra de una mujer que no iba a regresar. Sentías miedo y lo único que podías hacer era ahogar el llanto contra la cobija que ella tejió para ti.

Qué más se puede hacer a los 7 años, qué más se puede hacer cuando no te puedes atrever a dar un grito de angustia porque de inmediato despertarías a tu padre que está ebrio en la otra cama, y preguntarle por la suerte que corrió la mujer que te dio la vida sería arriesgarte a tener la mejilla o quizás las piernas marcadas.

Ahora tú, sola, temblando, con la mirada clavada en el piso, deseando que los zapatos se amarren solos, deseando que las piernas y las manos se deshagan en charcos de agua. Ahora tú, sola, temblando. Entre el paladar y la lengua un trapo empapado con silencio. Entre tu ojo y tu oído sus palabras soeces, su saliva suplicándote y abriendo nuevas llagas, sus descargas de ira y sus borracheras hasta la madrugada. Tú acostada en tu pequeña cama. Él al otro lado de la pared, vomitando la amargura que corría por sus sienes y le estaba intoxicando el alma.

Tú, huyendo; él tirado en el olvido. ¿Y ella? Para buscarla, huyo. "Me deslizo lejos del mundo divino, de la sociedad divina con un truco simple: cierro mis ojos, mis oídos, las cuerdas están rotas, ahora estoy lejos de este mundo, detrás de mis párpados yo estoy en otra parte" (Helen Cixous)

Yo estoy echando a andar a toda marcha por entre el musgo y los hongos que crecen en medio del bosque para alcanzar a una mujer que lleva prisa y rocío en las piernas, chipaco pegado en la falda, y barro untado en la punta del pañolón. Esa mujer, tan dueña y segura de sus deseos de andar en compañía del viento, me confiesa que en uno de sus tantos pasos largos y sin cansancio, desea ver su cuerpo en otra parte. A través de sus labios hundidos y respiración agitada, me ha hecho saber que sueña con estar en el fondo de las aguas espesas de una laguna para olvidar las injurias y desprecios de ese hombre que la culpa de su desgracia, para olvidar a toda esa gente que la ve pasar por la carretera y le grita cosas o le lanza los perros, o simplemente para olvidar que ante los ojos de muchos dejó de ser mujer el día en que perdió a su marido.

Esa mujer, quiere que no la sigan, quiere que paren de insultarla. Ella sueña con que algún día, alguien entienda la libertad que siempre ha reclamado. Sueña con que alguien, reconozca a través de sus ojos, que su cuerpo aún lo mantiene vivo, la sangre de una mujer aún no derrotada. Mientras tanto, Ella, vestida de campo, seguirá esperando ese día, seguirá quebrando su postura recta para recoger uno a uno los gladiolos rojos que emergen de la tierra.
Por Gloria González
2.
Las partes de tu cuerpo se desprenden. Caes, atravesando un abismo. La caída, regresar a tu niñez. Tu cuerpo despreciable para tu mirada. Tu padre, tu madre y tus muertos despiertan para enterrarse justo en tus ojos. El dolor despierta. Te deformas lenta, lentamente. Despedazas a cualquiera que se atreva a acercarse. Te arrinconas, buscas con qué cortar. Identificas el filo del cristal y escudriñas entre la piel. Identificas los espacios más frágiles y cortas. Los entierras con fuerza... ZAS...

Primera hebra de sangre, la negación de tu madre. La ausencia de tu padre, sombra en la pared. La siguiente... ZAS... Ataques perversos en tus pesadillas. Otra herida... ZAS... ZAS... Tu madre muere todas las mañanas. Luego cortas con más furia... ZAS – ZAS – ZAS... Los miembros hinchados de los hombres buscan afanosamente tu vientre. Abandonada en el centro del mundo, clavas y abres una herida profunda entre tus piernas. ZAS – ZAS clavas el filo en tu vientre. Madre asesina, mezclas la sangre con el vino. Ebria, los días tropiezan contra tus hombros. Noche. Sexo. Whisky. Hundes la cabeza en la noche. Absorbes. Absorbes. Absorbes aire. Caminas en el día hasta ya no poder respirar.

Esperas que las heridas deformen un poco tu rostro. Gritas. Contorsiones. Otra... ZAS... tu cuerpo contaminado. ZAS – ZAS – ZAS. Clavas, clavas, clavas más y más profundo. Cortas, rompes, destruyes. No puedes detenerte. No puedes gritar. Te consumes. Te arrinconas. Cuerpo débil. Vómito en tus pies. Abres cada herida y extraes la enfermedad, la contaminación. Tomas el esfero, gritas en el cuaderno. Te suicidas. Estás justo en el borde y cruzas las fronteras. Rompes los velos. Tu cuerpo, lleno de sangre. No puedes abrir los ojos... Estás muerta, tu vientre está seco. Te sorprende tanta suciedad bajo la piel. Ya no hay espacios para clavar el cristal. Te desangras sobre el papel. Eres un pedazo de carne seca que inventa la máscara. Cada herida un grito, un silencio deshecho.

Yaces ahogada en el fondo oscuro. Sin vida. El abismo se llena de agua. Agua. Agua. Más agua apoderándose de tu cuerpo. Tenías que quebrar tus huesos para saber cómo armarlos. Abres un espacio con tus manos, abres el agua con tus dedos y hallas la humedad de un líquido que entra por tu vientre y susurra “aún existes”.

Escuchas…Escuchas…

Percibes la lentitud, el ritmo y te detienes. El su-su-rro… abres tus ojos con las ondas que produce con su “eeexisteees”. Sólo entonces te atreves a respirar bajo el agua.

Cansada de suicidarte cada vez que te acercabas a una hoja en blanco, de robarte los mundos en los que los otros se refugiaban, de sentirte extranjera en los abismos que construías, compones un espacio donde tus piernas se mueven libremente.

El camino continúa hacia la luz. El lenguaje evoluciona de forma silenciosa; y tú con él, te sumerges en profundas metamorfosis. Una a una, las máscaras se descomponen. Tinieblas. Viaje necesario para reconocer al otro. Transformación del mundo desde el propio cuerpo, desde los infiernos propios. Saltas desde el fondo de tu abismo para caer en el fondo del que está justo en frente. De la negación del mundo, a la apertura de una caída fresca. Con la certeza de la muerte de muchas de las mujeres que inventabas y vivían dentro de ti. Consciente de la desaparición de las voces.

Conflicto interno. Fracaso del planeta. Lado absurdo de la existencia. Rostro manchado de la naturaleza. Fantasma oscuro de aquellos que gritan ¡amor! Todo esto para alcanzar “la Revuelta” …un Re-gresar. Re-existir. Re-sistir. Re-nacer.
Por Carolina Peña
3.
Dicen que tu escritura es así porque hablas de suicidio, sangre, violencia, dolor, pasado. Te hablan sobre Pizarnik y su romance con la muerte, te apasionas; lees a Baudelaire y el constante desgarramiento de su cuerpo y de la sociedad del momento; se te erizan los vellos y sonríes de agradecimiento por encontrar a alguien que diga aquello que noche tras noche musitan tus pesadillas. Descubres a María Mercedes y te enamoras de la crueldad y la agudeza de su palabra y de sus actos. Surge entonces la pregunta, ¿qué es oscuridad en la escritura desde el cuerpo? ¿Acaso poner en palabras lo que hay por debajo de la piel, más allá de lo que cualquier ojo quiere y puede ver, lo que la vida ha obligado a callar, lo que un cuerpo sin nombre ha tenido que soportar, es oscuridad? No, a eso tú le llamas honestidad, sinceridad, que no todos están dispuestos a soportar.

Durante mucho tiempo te has cuestionado sobre el significado, los orígenes, las fronteras y los confines de este término en tu escritura, y hoy, luego de reconocer tu gusto por lo escatológico, tu regocijo en la narración de la crueldad de la existencia humana, te das cuenta de que esa palabra no es otra cosa que voltear los ojos y los sentidos hacia adentro de ti y ponerlos a escudriñar y a palpar todos y cada uno de los demonios; los invisibles y los de carne y hueso, que se esconden en tus entrañas, para luego sacarlos y enhebrarlos en un papel. En ese momento tu ser se convierte en un hoyo inmenso, atravesado por caminos y escaleras en descenso. Cada escalón que bajas apunta a otro rostro tuyo. Cada ruta que tomas te lleva a un desconocimiento tuyo; te sorprendes, te saludas, te presentas, te conoces, te peleas, te reconcilias, te repiensas y te preparas para seguir andándote.

Ayer te quisiste suicidar porque conociste la primera cara del dolor y de la muerte; ignorando todas las demás. Después comprenderías que la cercanía de ésta es sólo un vino que era necesario saborear para sentir y palpar la silueta de la vida; ayer arrancaste tus vísceras y las arrojaste a los ojos y los oídos de quienes escucharon y sintieron tu palabra, por no querer cargar con su hediondez sin querer aceptar que eso también eras y que hasta tu mal olor te hacía única. Hoy sigues bajando escalones y te das cuenta de que el fondo, al igual que tú, tiene muchos cuerpos, que la oscuridad no es más que el mito y el rótulo que se le impone a un escrito que otro le impone a un escrito para caracterizarlo de violento, oscuro, diferente; aún sabiendo que no es oscuridad lo que refleja el texto sino su propia cobardía y miedo para mirarse a la cara y descubrirse des-graciado.

Aprendiste a agudizar tu pupila en la mitad de la penumbra, has logrado germinar belleza de entre las piedras, y las llagas del pasado te han enseñado que en las tinieblas las caricias enmudecen las heridas, el cabello se hace lluvia en tus pestañas. Has podido respirar el aire de una boca húmeda como ahora están tus ojos, has aprendido a hablar con la ternura untada de saliva, todavía contemplas la penumbra y te estremece su belleza, sientes el llamado de la agonía y le prestas tus oídos, sangran tus palabras al caerse de la boca y te dueles, pero, estás un paso adelante de las gotas que hoy enrojecen el pavimento de tu ruta, estás al otro lado del llamado y no caminas hacia él, estás al otro lado del cristal oscuro y le has dado la espalda. El viento enfría tu nariz, sale humo blanco de tus fosas, te detienes cuarenta segundos que se te convierten en horas pronunciando las letras del nombre que desde hace año y medio balbucean tus entrañas, hablas el idioma de ese nombre, escribes ese idioma y quieres morir en esa lengua.
Por Adela Ávila
TRAYECTO CUATRO: F R A G M E N T A C I Ó N
[Atrás, al lado izquierdo de la mesa central se ubican dos personas, espalda con espalda, una más alta que la otra, una unos pasos más adelante que la otra. Una mirando hacia la izquierda, la otra hacia la derecha. En vez de un libro, llevan cada una una pila de papelitos que leen de manera rápida e intercalada.]

Y: Fucsia
X Azul.
Y: Fucsia
X: Azul
Y: Fucsia
X: Azul.
Y: Fucsia
X: Sssssssss.

Y: Algo se abre y se cierra.
X: Arrodillada, sentada.
Y: Zigzag de miembros.
X: Acostada. Siempre será lo mismo.
Y: Uno virgen, ¿y el otro?. Muerto.
X: Reloj retrocediendo.
Y: Veneno, mordida profunda.
X: Fotografía en el archivo de...
Y: Inocencia. ¿Qué?
X: Morderse la lengua.
Y: ¿Dónde?
X: Guardar silencio.
Y: En un ático.
X: Fantasma. Duele decir, duele no decir.
Y: Métase la mano a la boca.
X: ¿Saliva? No. ¿Agua? No.
Y: Crash de cabeza y muro.
X: Entonces, no mires.
Y: Golpéate contra el muro y olvida.
X: No digas cadáver.
Y: No sabías que tenías que olvidar.
X: Dolor en las palabras: Mamá. Papá.
Y: Silencio, ausencia y pérdida de color, la flor que crece hacia adentro.
X: Refugiarte en... esconderte.
Y: Sumergida en el pasto.
X: No existir. Saber. No saber.
Y: Pareciera que naciera hierba de tu pecho.
X: Abrir la boca, cerrar la boca.
Y: Cerrar los ojos, humedecer los labios. Tragar aire y correr. Nadie te advirtió que debías...
X: Mirar por entre la rendija.
X y Y: Estar sola.

Y: La escritura fragmentada es como contar un secreto a medias.
X: El goce no puede ser dicho sino entre líneas. (Lacan )
Y: ¿Goce? o dolor.
X: El origen de esto que hacemos o deshacemos.
Y: Quiero no correr.
X: ¿A dónde?
Y: ¿Hablar roto es una evasión?
X: ¿De quién te escondes?
Y: No te asomes a ti misma, no hurgues, no preguntes, intérnate en el bosque. La mujer rota propiciando el deseo. Yéndose a pique en silencio como los barcos. Ariadna y Cassandra. Mudas. Cállate. Alguien remueve la esquirla en la garganta. Chirreas, entonces, tartamudea. Pienso en ti, en él, en nosotros, en Beckett y el tiempo de aspirar este vacío. ¿Nunca te has sentido desmembrada, en tajadas como una naranja? La escritura fragmentada, estallido de ojo, subversión de la voz. ¿A dónde estoy llegando? Alguien que le responda las dudas. ¿Por qué el miedo y la sensación de fragilidad, esta imposibilidad de vomitar. El rótulo de la loca de la casa abandonada apenas del corazón. Caminar hacia atrás. No para evadir, para escarbar el hueco. La sin lugar, no es que no tenga lugar. Es que no lo ha encontrado. Se recoge la falda para ir más de prisa y abandonar el clímax, el mejor momento para...

X: Silencio.
Y: Bla, bla, bla.
X: ¿Evasión? ¿Negarse a habitar un lugar deshabitado? Evadir es una locura pero es lo más fácil de hacer. Llegar a la sinceridad. No tengo nada que ganar, ni que perder, ni que defender. ¿Burlarme? ¿Jugar? ¿Ser más seria? ¿Ser una invención posible a través del lenguaje? ¿De qué hablan? No entiendo, volver a la incertidumbre, tener la soga en el cuello, ¿acaso no estoy colgada de los pies? No, en la cama, en el piso, debe estar por ahí…
Y: ¡Qué estupidez!
X: Fatal. La escritura fragmentada es evasión, he dicho mucho y he dicho nada. ¿Miedo? ¿Conflicto? ¿Destrucción? Hay y no hay vacío. Soy y no soy.
Y: To be or not to be, that is the question.
X: Est-ce que je di, non, je ne di pas. ¿Qué? Non ma le parta suari if for so ma lai lacundri car se ma la ja ranta ersa la nanteri corderi nselemerti rinsa malajata.
Y: ¿Que est-ce que vous di?
X: Je ne di pas, do you understand? Rerbanali ig fer so rocalatei, recanalayi, fir fi fe fa sa ratutandre ercolomansia rentamalinsi wer wer
Y: A qué le temes?
X: ¿A qué le temes?
Y: A hablar.
X: Al pasado.
Y: A ser objeto de miradas.
X: Al amor.
Y: A abrazar.
X: Tiempo de abrazar.
Y: A marcharme.
X: A decirte que sí.
Y: A mirarte a los ojos.
X: A arrancarte de mí.
Y: A estar sola.
X: A parecerme a ella.
Y: Cállate.

Y: Escritura fragmentada, engendrada en el orden caótico de las palabras. Lenguaje y cuerpo alterables, arrancables, escritura móvil y deseable. Tengo una lengua oscura que no teme a convertirse en ríos. Pensamientos como corrientes subterráneas.

Se recoge la falda, dice ro-jo, no, parpadea, sauces retorcidos aquí afuera. Dos. ¿Dos qué? La otra, tiene su vestido roto, las palabras chorreándole en la boca. Dice, soy.
Piernas levemente chuecas. La otra una algarabía de deseo. Ella, fea y peluda. ¿quién habla?

Una despreocupación por la forma. Ella y lo demás dentro de ella. Rara manera de convulsionar. “El deseo de la niña de ser caballo, el deseo del poema de ser ensayo.” (Carole Maso) Polifonía, amalgama de opuestos. Una sensibilidad plural.

Miedo vertiginoso y delicioso. Oscuridad sobre la carne sacudida. Tu pecho, receptáculo de vibraciones. Esperas el último temblor. Cómo llegué a esto, a engullirme toda la luz del bombillo. No se mueva. Un aire mortuorio congela la luz como res de carnicería. Duele. Respirar. Duelo. Sonríe niña, que parezcas viva.

X: ¿A dónde quieres llegar?
Y: Es que no quiero llegar.
X: ¿Quiere saber cómo es la fragmentación?
Y: Lance una piedra al espejo. Presencie su desintegración. Persiga las esquirlas. Detenga su mirada en el tamaño, en la forma, en el color que proyectan, en el pedazo de usted que refleja, y si quiere ir más allá apriete por unos segundos la esquirla entre su mano, deje derramar lo que tenga que derramarse, y ahora repita el movimiento con lo que queda del espejo. Suelto la esquirla, la que refleja lo que más deseo.

Y: Herida palpitante que derrama deseo, dejar que… estallido en… piel abriéndose, gotas de limón en la punta de la lengua. Veneno que baja deliciosamente, un constante bajar y subir, manos sudorosas, piernas temblorosas. Ruptura. Uno y tal vez dos.
Por Gina Brijaldo y Rocío Gavilán

TRAYECTO CINCO: EROTISMO
[En el centro del escenario hay una mesa que ocupan tres mujeres con expresión de damas distinguidas tomando el té, con guantes, peinados, carteras y demás; una se sienta a cada lado y una en la mitad, de espaldas al público. Permanecen inmóviles. Una por una comienza a leer.]

1.
Caen imágenes al interior de su cráneo de manos que esculcan, aprietan y ultrajan huesos hasta desflecar su pequeño cuerpo... La niña trata de escapar pero no es lo suficientemente grande ni fuerte para defenderse. Los únicos testigos de estos hechos son las ventanas y el techo de esa fría casa que siempre olía a gatos en la cual se mecía la pornografía.

Cuando le preguntan acerca de su relación con el erotismo, sólo se reviven en ella imágenes de ese suceso doloroso en medio de su infancia. Malestar, lágrimas, más mentiras que ha tenido que tejer para corresponder con un sistema social, religioso, cultural que defiende la complicidad y la mentira. “Mentir no sólo con palabras sino también con el silencio.” (Adrienne Rich) El siguiente paso fue cubrir de velos el cuerpo. ¿Cómo? Guardando silencio y negando su ser.

Ella se sienta en el borde de la cama, se ve desnuda y siente asco. Un sentimiento de suciedad la habita, se siente usada, asquerosa y con miles de cucarachas sobre la piel.

Le dicen que erotismo tiene que ver con libertad y ella sólo se siente cómplice de un sistema que no es el suyo; le piden fidelidad a cambio de que se olvide de ella misma y de lo que siente. ¿Dónde está la libertad? Si ella al abrir los ojos no ve más que vacíos, miedos, máscaras que ha tenido que inventar para corresponder con un sistema que le ha hecho desencontrarse; y empieza a quitarse las pestañas.

Ella desarrolla todas las actividades humanas como comer, estudiar, caminar, correr, pero deja de lado algunas de las más importantes: hablar y denunciar. ¿Dónde quedó su voz? Un día lleva la máscara de tortuga, aquella que le permite guardarse en un caparazón y mover de vez en cuando los pies y manos. Otro día inventa a la mujer árbol, con largas y húmedas raíces de silencio que le permiten estar y no estar al mismo tiempo. Ella observa, oye sin escuchar. ¿Dónde quedo su rostro?

Le dicen que escriba desde el cuerpo y sólo compone cuentos de terror, porque hablar desde su cuerpo es hablar de sensaciones espeluznantes. Este no conoce más. Enseñada a dudar, a desconfiar, y a temerle a sus sentimientos más profundos, a sus bordes, ella vive de la mentira, se aleja de su inconciente. Sin embargo, “el inconsciente exige verdad, así como el cuerpo”. (Adrienne Rich)

Sueño # 1: Tu amiga del colegio casarse, tener hijos, está feliz, no te regala nada. Tú barres su casa por todos los rincones, hay papeles de golosinas. Tu amiga no permite que entres en su cuarto. Tú quieres conocerlo.

Sueño # 2: El caballo blanco y el perro están amarrados. Se pelean, se destrozan la piel. Tú no puedes hacer nada. Cuando volteas a mirar, el caballo ha escapado.

Sueño # 3: Hay una anciana en un ataúd sellado y enterrado. La anciana eres tú. Deseas salir de allí. No puedes. Gritas. Se ahoga tu vida.

En el inframundo de su inconciente, el deseo es un recurso que pide ser nombrado. Ella quiere que su cuerpo no sea más destrozado, ni amarrado, sino, por el contrario, que pueda correr libremente. Esto le da el impulso para ver a través de la niebla de sus profundidades. Acerca su oído, se toma el pulso, rompe telarañas, y en esta movilidad va reconociendo su vagina no sólo como un sitio oscuro y húmedo sino también como uno de los bordes que respira dentro de la mujer. Su voz esta latente, palpitante, quiere abrir más gavetas, closets, baúles; busca movilidad. La escritura desde el cuerpo le permite nombrar a sus fantasmas. La exploración de su deseo es la búsqueda de una comunicación con ella misma.

En uno de los ejercicios de escritura ella se ve en un pozo, en el fondo no hay agua pero este quiere llenarse. Lo compara con el instante antes de iniciar a escribir. De un momento a otro empieza a llover, después de tanto tiempo empieza a levantarse el polvo, producto de tantos años de sequía -gota a gota, recuerdo tras recuerdo. El agua quiere conectarlo todo, el deseo es seguir subiendo -señal de que ella escribe. A partir de la escritura ella continúa descubriendo y describiendo lo que aún esta innombrado en ella.

Depende de ella ser pájaro o piedra.

Por Andrea Vargas
2.
“No se trata de un striptease” – Roland Barthes

Danza, danza/ mueve tus caderas de un lado a otro explorando las mil caras de tu ombligo// Danza para mí/ Concubina/ Geisha/ Amante, ¿amarte?

Me acerco a tu cuerpo/ El sudor de resbala por la piel/ Respiramos agitadamente/ Caminas a la habitación/ No te sigo/ Tomo mis cosas/ Cargo mi mochila Y dejo una nota sobre tus ojos/ Pronto lloverá

XXX
Pero me siento a pensarlo y no sé dónde empezar. Veo la cama y no quiero acostarme en ella. Quiero olvidarme de todo y desnudarme completa, no quiero ropas ni pechos al aire, quiero ver mi desnudez, mi alma palpitando, mi vientre lleno de palabras, acariciado por mis manos para tomar el lenguaje.

¿Qué es el erotismo?
¿Qué es?

Las babas de dios empiezan a caer sobre mi cuerpo, mi rostro se desliza sobre mí hasta caer al suelo, bañan las calles, mojan mis labios, me dan ganas de reventar en llanto

XXX

El erotismo no sólo está en la cama, mucho menos en el sexo. Veo la lluvia resbalarse en mi ventana y humedecerla / las hojas cayendo sobre la tierra / mis pies triturándolas / mis ganas de olvidar / de dar la espalda…

No quiero ser sólo una cama desnuda que provoca a otros a calmar sus deseos. No quiero calmarlos / quiero provocarlos / mirando la desnudez de los cuerpos / anda, no te quites la ropa / arráncate pedazos de piel que te cuenten quién eres.

Entramos a casa/ Mojados de rabia, melancolía, derrotas/ Nos arrancamos la ropa/ Observamos nuestros cuerpos/ Nos vemos bellos cuando queremos hacernos amor.

XXX

Exploración de sensaciones…
¿Qué es erótico? / Encontrar el rostro perdido entre rostros / mirar la desnudez / llorar en las noches cuando llueve / una silla inmóvil que seduce, inquieta, dolorosa, triste.

¿Qué es erótico? / Arrancarme pedazos de piel / conocer sus bordes / estar en el abismo entre la cama y las sábanas / viendo las prohibiciones / el rostro de mi madre que sostengo por tanto tiempo / ¿romperlo?

XXX

La noche se convierte en el tinto espeso que bebo mientras recuerdo a mi madre. La mujer que no sabe cómo luchar para siempre ser ella / la que lucha incansablemente frente a la nada / la que nos cose a su cuerpo cobrándonos,
- recordándonos - que somos parte de ella / la que nos da fórmulas mágicas para una vida normal – la que se inventa mi vida, la que ella quiere porque teme la que tengo, la que vivo. La que nos alimenta las ganas de morir cada vez que nos dice que nos ama / no quiero escucharla más.

Mi madre, el rostro que sostengo desde su vientre, en el que me cuesta reflejarme / la que es mujer aunque yo a veces no quiera creerlo / la que me hace tragarme las lágrimas / la que llora cuando lo necesito / mientras yo me muerdo para no hacerlo, para no ser ella. No me quiero detener, quiero dar la espalda y volverla olvido, sólo por esta vez, sólo porque aquí me reconozco, porque quiero desnudarme sin temor.

Observar clandestinamente su placer/ Desgarrar sus miedos/ Arrancar los pedazos de piel que la cubren/ La desnudo completa/ Los labios pegados a los labios/ Puedo probar su cuerpo/ Me sabe a sangre/ siento las gotas de sudor
bajar entre mis pechos.

Mis manos te tocan el rostro para reconocerte/ Le hago el amor a mil rostros/
Shhh – silencio/ Cierra los ojos/ Abre tus piernas lentamente/ Siente las palabras que te habitan/ Respira fuertemente/ Deja latir libre a tu corazón/
Tus palabras se dibujan sobre el vientre/ Se ahogan en el ombligo/

¿Qué deseas?
Por Melissa Mateus

3
“Ella está al origen de una práctica que tiene que inventar todos los días, sin modelos, sin referentes” -Michelle Causse

Todos somos inconformes, pero no sabemos qué hacer con esa inconformidad.

No olvido la voz que me ha dicho: “A veces siento más deseo por una silla que por un hombre o una mujer”.

Atreverse a enfrentar lo desconocido de ella misma. Sanduche de madera con masmelo. Y no es no que no tenga forma, es el deseo como lo in-forme. Si tan sólo nos atreviéramos a posar nuestra atención sobre lo que está por formarse, en lugar de los arrinconamientos conocidos. Perseguirlo puede ser tan preciso como un ciclo de luna.

Desenrollar una historia que no se deja contar. Una historia rara. Necesidad de preservar su rareza. La de ella. Su yo depende de esto. Su permiso para ser. El que este texto pueda dar a otros.

Lianas que conducen al olvido y la memoria. Isla perdida en medio de las grandes aguas. Para llegar allí hay que olvidar todo lo debido. Hay que quitarse las explicaciones como piojos.

Amor imposible #1 - Como amé a la ciudad. Como quien se vuelve a encontrar con un amante antiguo. El cuerpo familiar, conocido, ahí, en la oscuridad; pero imposible, ya es demasiado tarde. Así te amé. Entre el miedo y el deseo. El tigre detrás de cualquier esquina. Erotismo a flor de piel. El vacío que nunca desaparece. Cuando yo ya no soy eso. Llegas a mi puerta de campo. Con tu novio a tu lado.

Vienes a mí como mis calles urbanas, húmedas y oscuras, guardando mis secretos. Una especie de accidente, con esa velocidad y esa vida y 36 horas sin parar de hablar; olor a cuero mojado y almizcle; la vida no válida sino en la boca del lobo. Los viajes y la selva y los amantes. Me pego a ti como a mi pasado que no termina de abandonarme. Tantos ecos. “Seremos perras pero no gallinas.” Eres cada una de mis amigas. Espejo y complemento y semilla de mi locura. Te conozco y me desconozco.

Ojos negros, dientes escandalosamente blancos, trenza hasta el culo. “Los hombres son bonitos pero hay tanto que no comprenden”. Quiero meterte en un closet, sembrarte en mi jardín, ¿cuándo vamos a arreglar el mundo otra vez? Cuéntame otro cuento de echar dedo, tus 13 hermanos, el último abandono de tu papá. ¿Dónde es que te duele? ¿La espalda? ¿Arriba o abajo? Nunca he sido capaz de pedirte lo que quiero.

Quiero saber si tu piel oscura sabe a tierra o a canela en el bosque en plena tarde. Quiero bailar contigo ritmos caribeños que no conozco una noche lluviosa de viernes entre veinte años multiplicados por cien, ya medio descamisados en contorsión entre la música caliente. Voluptuosidad. Lo único que quiero...

Pero me quedo… con el lenguaje erotizado. Erotismo liberado incluso de que algo tenga que pasar.

Pero es la maternidad la que nos vuelve profundamente perversos, capaces, amplios. Seguro, antes han habido momentos de apertura, pero la maternidad es el gran salto, el más drástico, el más inmenso. Agujero roído en el centro del miedo. Se abren innegable, violentamente las puertas del amor.

Los secretos íntimos de la madre y el hijo. Desconocidos de sí mismos. Recién nacidos. El diálogo de las miradas es un lenguaje del cuerpo que sugiere que algo en nuestro lenguaje debe cambiar.

Maternidad no es el fin, es el principio de todos los erotismos. El vaso contenedor se ha roto y lo erótico se riega en toda la vida.

Apertura, riesgo, entrega. Cada ser en busca de su nacedero. El agua no es solo el río sino el páramo entero. Las antiguas lagunas sobre las que ahora caminamos. Los océanos interiores. Y ahora que ella se ha regado, esparcido de esta manera, ¿cómo volver a recogerse? ¿Cómo volver a conformarse con la tacita de té?

Amor imposible # 2 - Te vi por mi ventana. Bajabas por mi loma en esquís; pelos al viento, sweater ridículo, gafas de sol para el resplandor. En plena tarde. Yo que pensaba que para esquiar había que tomar una excursión al Polo Norte con todo incluido, que había que seguir los senderos demarcados con banderitas rojas. Tú cruzas por mi ventana y arrastras con toda la pátina. Te reconocí de inmediato. Tanto tiempo te había esperado.

Tú me dices-: ¿Qué es lo que no sabes? Empecemos desde ahí. Es apenas lógico que te hayas aburrido con Simone de Beauvoir-. Tú me hablaste como quien cuenta un secreto… como quien forma parte de un complot… como quien ama lo que hace y ama profundamente desequilibrar, deshacer estructuras… -Tienes razón en estar inconforme –me dices-. Lo que hay es escaso, pero si facturas lo imposible… ¿Sabes como una araña teje una tela? Se lanza al vacío. No es necesario que te lamentes de lo que no te lamentas-. Tiemblo en el umbral.

(Eso que buscabas en el bosque, tus negociaciones secretas, déjalas entrar. La extraña forma de tu deseo, déjala entrar. Pregúntale hasta donde te llevará. Pregúntale qué tiene para ofrecerte, qué es lo que ya te ha dado. Sé fiel únicamente a eso.)

…”Cuando las mujeres se meten profundo adentro de ellas mismas hasta que sus raíces se tocan” – cómo llamarlo? Porque una mujer puede mojarse conversando sobre una taza de té… Y yo…

Repaso todas las razones por las cuales esto es inapropiado. Imposible y sin embargo…-Esto es todo lo que hay, este es el espacio sagrado- me dices-. No es de mí, es de ti que te has enamorado.

Yo pequeña yo ensañada, miro el mundo por el agujero que con tanto trabajo he aruñado; tú inmensa tú serena tumbas el muro con un dedo, y te vas, dejándome con todo entre las manos (…y el lenguaje que surge de ahí…). Te debo tanto. No necesito más.

Me interesa el erotismo desencadenado: la historia del tren que se salió de los carriles y además dejó de ser tren.

Digo sí a los extraños matrimonios, nieve con banano, el arte y el arte de amarrar cordones, pantera con esquís, hombre con mujer, mujer con mujer, ella consigo misma, crear y crearse, el deseo con el arroz. Sí a los tratos insólitos, con o sin manos, mujeres que llegan a tocar en mi puerta, mi ventana rota, un amor para toda la vida, maternidad sin reglamento, mi versión personal del amor con pantera. El amor sin bordes, posible e imposible, expansión de cada una de mis raíces. La forma cede, la estructura se ha deshecho. Soy la búsqueda de una forma.

De nuevo soy el amor. En exceso.
Por Juliana Borrero







FUENTES TEÓRICAS
BACHELLARD, Gaston. (1978) El agua y los sueños: ensayos sobre la imaginación de la materia. México: Fondo de Cultura Económica.

BAUDELAIRE, Charles. Las flores del mal. Trad. Antonio Martinez Carrión. Bogotá: Oveja Negra.
: Oveja Negra.
BARTHES, Roland. (1996) El placer del texto y Lección inaugural. México: Siglo Veintiuno Editores.

BECKETT, Samuel. (1990) Manchas en el silencio. Barcelona: Tusquets Editores.

CARRANZA, Maria Mercedes. (1983) Tengo miedo: poesía 1976-1982. Bogotá: Oveja Negra.

CIXOUS, Helene. (1998) “Writing blind”, en Stigmata: escaping texts. London and New York: Routledge.

DE PREESTER, Helena. “To perform the layered body – a short explanation of the Body in Performance”. Revista electrónica Janus Head: Journal of Interdisciplinary Studies in Literature, Continental Philosophy, Phenomenological Psychology, and the Arts 9.2 (Winter/Spring 2007), disponible en http://www.janushead.org/index.cfm. Última consulta, octubre 2007.

EPP, Ellie. (2005) “Speaking bodies: understanding language as embodied”. Goddard College, USA: notas de seminario no publicadas.
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KRISTEVA, Julia. (2001) La revuelta íntima: literatura y psicoanálisis. Trad. Irene Agoff. Buenos Aires: Editorial Universidad de Buenos Aires.

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